“… Hazme un instrumento de tu paz …”
San Francisco de Asís
Riviera
Maya, México; Julio 24 del 2024.
MÍSTICA
Por:
Lilia Garelli
“…los niños y
los adolescentes no son, ciertamente,
una parte de la Iglesia que se pueda descuidar…”
J. Gerson - De parvulis ad Christum
trabendis
“Dejad que los
niños vengan a mí.” (Mt 19, 14)
CHRISTIFIDELES LAICI (34)
“Vocación y Misión de los Laicos en la Iglesia y en el Mundo”
Estimados en Cristo:
47. Los niños y el Reino de los Cielos:
Tenemos bien conocido el amor tan especial que Jesucristo le tiene a los niños, reconociendo que es por su inocencia y sencillez; San Juan Pablo II se refiere a ellos con estas bellas palabras: “…son el símbolo elocuente y la espléndida imagen de aquellas condiciones morales y espirituales, que son esenciales para entrar en el Reino de Dios y para vivir la lógica del total abandono en el Señor…” igualmente nos recuerda las palabras de Jesús en el Evangelio: “…Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos. Y el que reciba incluso a uno solo de estos niños en mi nombre, a mí me recibe…” (Mt 18,3-5; Lc 9,48) (SJPII – CFL No. 47).
Si quisiéramos reflexionar sobre el ejemplo tan claro que Jesús nos da al hablar de la inocencia de esta etapa maravillosa del ser humano, como es la niñez; en verdad, la protegeríamos como si fuera el tesoro más grande; y más aun sabiendo que se nos va de las manos tan rápidamente, aprenderíamos de ellos tantas cosas. Desafortunadamente hoy en día se ha perdido de la mayoría de los adultos, la consciencia de cuidarlos de malas experiencias y de ayudarlos a crecer y madurar como es debido.
Como en otras ocasiones les recuerdo sobre los escritos de Mística en los que dediqué especialmente el tema de los Hijos, y que incluyen interesantes temas; dichos escritos se desarrollaron a partir del 4 de marzo al 15 de abril del 2020, para quien deseara reflexionarlos nuevamente, puede solicitar el reenvío a los correos mostrados al calce.
San Juan Pablo II termina este apartado recordándonos lo que nos dice el Concilio Vaticano II cuando habla sobre los hijos y la importancia de la “Iglesia Doméstica”: “…Los hijos, como miembros vivos de la familia, contribuyen, a su manera, a la santificación de los padres…” (CVII – Gaudium et Spes No. 48).
48. Los ancianos y el don de la sabiduría:
Ahora es turno de los ancianos de quienes San Juan Pablo II se dirige así: “…A las personas ancianas —muchas veces injustamente consideradas inútiles, cuando no, incluso como carga insoportable— recuerdo que la Iglesia pide y espera que sepan continuar esa misión apostólica y misionera, que no sólo es posible y obligada también a esa edad, sino que esa misma edad la convierte, en cierto modo, en específica y original…” (SJPII – CFL No. 48).
En efecto, la sociedad debe aprender a dar al anciano su lugar, porque a pesar de sus achaques, propios de la edad, seguramente es alguien que ha vivido buscando el bien de su esposo(a) e hijos, o bien de quien le rodeaba en su ambiente de trabajo; el simple hecho de tener varios años de vida, se suman a ellos también varios años de experiencia.
San Juan Pablo II nos recuerda diversos textos bíblicos, en donde se habla de las características propias de la ancianidad: “…El símbolo de la persona rica en sabiduría y llena de respeto a Dios (Si 25, 4-6). En este mismo sentido, el “don” del anciano podría calificarse como el de ser, en la Iglesia y en la sociedad, el testigo de la tradición de fe (Sal 44, 2; Ex 12, 26-27), el maestro de vida (Si 6,34; 8, 11-12) el que obra con caridad…” (SJPII – CFL No. 48).
Recuerdo un texto que les escribí en el Apartado de Mística de este blog, con fecha 22 de abril de 2020, en el que reflexionábamos sobre el papel del abuelo en la familia, y que me permito reescribir algunas ideas:
¿Qué tanto integran a los abuelos dentro de la dinámica familiar? Esto dependerá principalmente por la cultura que tengan y lo que las costumbres por tradición hayan permanecido latentes; de esta manera podemos constatar el amor y respeto que muchas familias demuestran a los ancianos integrándolos a su familia como a un personaje al que hay que prodigarle cuidados y cariño, dependiendo de las capacidades físicas y psicológicas que tengan. San Juan Pablo II bien dice en la Carta Encíclica Familiaris Consortio: “…y sobre todo (el abuelo) desarrolla la preciosa misión de testigo del pasado e inspirador de sabiduría para los jóvenes y para el futuro...” y termina diciendo en el No. 27: “…la vida de los ancianos ayuda a clarificar la escala de valores humanos; hace ver la continuidad de las generaciones y demuestra maravillosamente la interdependencia del Pueblo de Dios…”
Bien dice el Papa Francisco en su segunda catequesis dirigida a los ancianos que son apartados indiscriminadamente de la sociedad: “… El Señor no nos descarta jamás. Él nos llama a seguirlo en cada edad de la vida y también en la ancianidad, ella contiene una gracia y una misión, una verdadera vocación del Señor. La ancianidad es una vocación. No es el momento todavía de –tirar los remos en la barca…”
Seguimos con este tema la semana que entra, mientras tanto, los invito a reflexionar sobre este tema, ¿Incluyo yo a mis papás, ahora abuelos, a convivir con mi familia? ¿Aprovecho las enseñanzas que me dieron durante mi crecimiento?
“…Todavía en la vejez
darán frutos, serán frescos y lozanos, para anunciar lo recto que es Yahvé…”
San Juan Pablo II - Christifideles Laici No. 48
Afectísima en Jesucristo,
Lilia Garelli
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