“¡Señor,
auméntanos la Fe!”
Domine, adauge
nobis fidem
Riviera
Maya, México; Julio 17 del 2020.
Tomado de la Colección de Folletos
EL CREDO. SÍMBOLO DE LA FE DE LA IGLESIA
P. Emiliano Jiménez Hernández, C.N.
Grafite Ediciones – Bilbao España
2006
CREO
EN UN SOLO DIOS…
CREO
EN UN SOLO SEÑOR JESUCRISTO…
DESDE ALLÍ HA DE VENIR A JUZGAR
A LOS VIVOS Y A LOS MUERTOS
El
rechazo de Jesús, su condena, clama justicia ante el Padre, que juzga con
justicia; y es “a quien se remitió Jesús”
en su Pasión.
No
es que Jesucristo haya venido al mundo para juzgarle, no; Él vino para
salvarlo. Pero el juicio se opera ya por
la actitud que cada cual adopte para con el Señor. Quien
no cree, ya está juzgado, por haber rechazado la luz. (Jn 3. 18) El juicio, más que una sentencia divina, es
una revelación interior de los corazones humanos. “Éste está puesto para caída y elevación de muchos, como señal de
contradicción, a fin de que se manifiesten las intenciones de muchos corazones.”
(Lc 2,34-35)
San
Gregorio de Niza lo explica con claridad y sencillez:
“Los espejos limpios reflejan la imagen de
los rostros tal como son: imágenes alegres de rostros alegres; imágenes tristes
de rostros sombríos, sin que nadie pueda reprochar al espejo reflejar una imagen
sombría, si su rostro lo está. De modo
análogo, el justo juicio de Dios se acomoda a nuestro estado. ¡Se comporta con nosotros como nosotros nos
hemos comportado! Él dice: “¡Venid, benditos!” o “¡Apartaos, malditos!” (Mt 25,
34.41)
Obtienen misericordia por haber
sido misericordiosos; y los otros reciben la maldición por haber sido ellos
duros con su prójimo. El rico Epulón, al
no tener piedad del pobre, que yacía junto a su puerta lleno de aflicciones, se
privó a sí mismo de la misericordia al tener necesidad de ella. Una gota de misericordia no puede mezclarse
con la crueldad. Pues, “¿qué unión cabe
entre la luz y las tinieblas?” Por ello se dijo asimismo que “el hombre cosecha
lo que siembre: quien siembre en la carne cosechará corrupción, mientras que
quien siembra en el Espíritu cosechará vida eterna. (Ga 6,7-8)”
Aquellos
cuyas obras son malas, prefieren las tinieblas a la luz; y Dios no hace más que
dejarles en la ceguera con la que ‘quieren ver claro’ satisfechos en su
jactancia. En cuanto a los que reconocen
su ceguera, Jesús les abre los ojos, para que actuando en la verdad lleguen a
la luz. El Juicio Final, para el
Evangelio de Juan, no hará más que manifestar en plena luz la discriminación
operada ante Cristo desde ahora, en lo secreto de los corazones.
Frente
a la mentira y la muerte, en el Juicio de Cristo triunfará la vida y la verdad del amor, que comenzó con su Resurrección y
Exaltación a los Cielos. Se hará
manifiesto a todos que Él es el único Señor; que su amor y su vida es la única
verdad. (Jn 16,8-11)
Con
la venida Gloriosa de Jesucristo quedarán juzgados, vencidos y depuestos los
poderes del mal, el último de ellos la muerte, y Dios será todo en todas las
cosas.
C)
LOS HOMBRES SERÁN JUZGADOS
SEGÚN SUS OBRAS
Quien
vive de la Fe no encuentra contradicción entre la gracia radical que libera al
hombre de la impotencia de salvarse y las
obras de Fe, pues, “la Fe actúa por la Caridad”; de modo que “aunque tuviera una fe capaz de trasladar
montañas, si no tengo caridad, no soy nada.” (1Co 13,2) “La Fe, si no tiene obras, está muerta.”
(St 2,17)
Esto
significa que para el cristiano, por una parte, existe la paz liberadora de
quien vive en la abundancia de la justicia de Dios, que es Jesucristo entregado
a la muerte por nosotros. Lo que Cristo
ha edificado es irrevocable. De aquí
nace la libertad profunda, la experiencia del amor inquebrantable de Dios, que
siempre nos es propicio a pesar de todos nuestros pecados. La salvación no la esperamos de nosotros,
sino del Amor de Dios.
Por
otra parte, el cristiano sabe que su vida no es algo arbitrario, ni un juego
poco serio que Dios pone en sus manos.
Como administrador de los “dones de su Señor” se le pedirá cuentas de lo
que se le ha confiado. Al siervo fiel,
aunque sea “en lo poco”, se le “invitará a entrar en el gozo eterno de su
Señor”; al “siervo malo y perezoso, que entierra el talento del Señor, que se
ha confiado, sin hacerlo fructificar, se le arrojará a las tinieblas de afuera,
donde experimentará el llanto y rechinar de dientes.” (Mt 25,14ss)
El
artículo de fe sobre el juicio pone ante nuestros ojos el examen al que será
sometida nuestra vida. No podemos tomar
a la ligera ante Dios, el inaudito alcance de nuestra vida y libertad. Él es el único que nos toma en serio.
La
fe en el juicio final contradice, por una parte, los sueños ingenuos de quienes
ponen su confianza en el progreso de la ciencia y la técnica, del que esperan
la armonía y salvación de la humanidad.
El progreso humano está cargado de ambigüedad; por ello, al final de los
tiempos tendrá lugar la separación definitiva entre el Bien y el mal; la
victoria del Bien y la derrota del mal.
v v v
Orar sirve, es bueno para nuestra alma y
nuestra mente.
De todos ustedes afectísimo en Cristo,
Antonio Garelli
También me puedes seguir en:
Solo
por el gusto de proclamar El Evangelio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario