“¡Señor,
auméntanos la Fe!”
Domine, adauge
nobis fidem
Riviera
Maya, México; Julio 3 del 2020.
Tomado de la Colección de Folletos
EL CREDO. SÍMBOLO DE LA FE DE LA IGLESIA
P. Emiliano Jiménez Hernández, C.N.
Grafite Ediciones – Bilbao España
2006
CREO
EN UN SOLO DIOS…
CREO
EN UN SOLO SEÑOR JESUCRISTO…
DESDE ALLÍ HA DE VENIR A JUZGAR
A LOS VIVOS Y A LOS MUERTOS
Con
la Resurrección y Exaltación de Cristo Jesús se ‘inaugura’ el mundo nuevo, la nueva humanidad. Pero el Reino de Cristo se halla todavía en
camino hacia su plenitud. En tanto, la
Iglesia peregrina en la Tierra hacia la consumación final, viviendo en lucha
contra los poderes del mal.
El
Credo, Símbolo de la Fe de la Iglesia, mira con esperanza anhelante la
consumación definitiva del Reino de Cristo, confesando que, ascendido a los
cielos, y “Desde allí ha de venir a
juzgar a los vivos y a los muertos.”
La
esperanza del retorno de Cristo como juez de vivos y muertos forma parte de la
Fe Cristiana. Todo hombre comparecerá
ante Él para dar cuenta de sus actos.
Desde el libro de los Hechos de los Apóstoles hasta el del Apocalipsis,
en todos los kerigmas de la predicación apostólica se anuncia el juicio como
invitación a la conversión. Dios tiene
fijado un día para su realización, solo Él lo sabe; y nosotros sabemos que se
presentará.
A)
EL DÍA DE YAHVEH
Ya
en el Antiguo Testamento el Juicio de Dios era un artículo de fe. Yahveh “sondea las entrañas y los corazones”,
distinguiendo entre justos y culpables.
Los justos escapan a la prueba y los culpables son castigados. A Dios confían los justos su causa como juez
supremo. Los Salmos están llenos de las
llamadas angustiosas y confiadas que le dirigen los justos perseguidos.
La
propia historia de Israel está hecha de juicios salvadores de Dios contra sus
opresores. El Éxodo es el juicio
salvador de Dios contra Egipto y el Faraón que les oprimía con dura
esclavitud. Múltiples y muy variados son
los textos del Antiguo Testamento que narran algún “juicio salvador”. Pero Israel también ha experimentado en carne
propia el juicio de Dios y están registrados muchos pasajes al respecto.
Pero
en su juicio, Dios discierne la causa de los justos de la de los culpables: castiga
a los unos para salvar a los otros. Dios
es enemigo del pecado y, El Día de Yahveh, día de juicio, es día de fuego que
destruye el mal. Ese día Dios reunirá a
las naciones; entonces será la siega y la vendimia escatológica. Solo los pecadores deberán temblar, pues los
justos serán protegidos por Dios mismo; los santos del Altísimo tendrán parte
en el reinado del Hijo del Hombre.
El
justo, ha puesto su confianza en Dios, apela al juicio de Dios suplicante:
“Levántate, Juez de la tierra, da su salario a los soberbios.” Pero, ¿quién es justo ante Dios? “Si llevas
cuenta de las culpas, oh Dios, ¿quién se salvará? Pero de Ti procede el perdón… mi alma espera
en el Señor, porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa; Él
redime a Israel de todos sus delitos.” (Sal 130)
v v v
Orar sirve, es bueno para nuestra alma y
nuestra mente.
De todos ustedes afectísimo en Cristo,
Antonio Garelli
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por el gusto de proclamar El Evangelio.
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