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martes, 19 de mayo de 2020

MÍSTICA - LILIA GARELLI - ID TAMBIÉN VOSOTROS A MI VIÑA(3)


“¡Señor, auméntanos la Fe!”
Domine, adauge nobis fidem


Riviera Maya, México, Mayo 20 del 2020.

MÍSTICA
Por: Lilia Garelli

“…En esto Jesús, les salió al encuentro
 (a María Magdalena y la otra María) y les dijo:  
― ¡Salve! ― y ellas, acercándose, se asieron de sus pies y le adoraron.
  Entonces les dice Jesús:
 ―No temáis. Id, avisad a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán―…”

Mt 28, 9-10

ID TAMBIÉN VOSOTROS A MI VIÑA (3)

Muy estimados en Cristo:

Continuando con este tema tan importante que como misión nos dejó nuestro Señor Jesucristo, antes de irse de este mundo para reencontrarse con Su Padre en el Cielo, me gustaría meditar junto con ustedes sobre el texto Evangélico que aparece en la introducción de este artículo y algunos otros que nos orientarán para complementar el tema (Mt 28, 9-10)

Jesucristo acaba de resucitar, recientemente ha dejado el sepulcro vacío y María Magdalena y la otra María (la de Cleofás) fueron corriendo a ver el sepulcro cuando un Ángel se les acercó para tranquilizarlas diciendo: “… Vosotras no temáis, pues sé que buscáis a Jesús, el Crucificado; no está aquí, ha resucitado como lo había dicho.  Venid, ved el lugar donde estaba.  Y ahora id enseguida a decir a sus discípulos: Ha resucitado de entre los muertos e irá delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. Ya os lo he dicho…” (Mt 28, 5-7)  Y “…ellas partieron a toda prisa del sepulcro, con miedo y con gran gozo, y corrieron a dar la noticia a sus discípulos…” (Mt 28, 8)

Efectivamente, esa es la misión de todos nosotros, ir a toda a prisa y dar la noticia, ahí donde no le conocen, donde no lo aceptan, donde el temor, el miedo y la consciencia del verdadero amor que Dios nos tiene está perdido.  Es todo lo que nos pide Jesucristo, recordarle a la humanidad que Él ha padecido, muerto y resucitado por nosotros ―para salvarnos del pecado y de la muerte eterna―, y en Él, y solo en Él encontraremos paz y consuelo a todas las tribulaciones de este mundo, como la pandemia que todavía no superamos.

Este texto Evangélico y muchos más nos confirman la misión que Jesucristo quiere inspirar en los laicos, ir y dar a conocer Su Mensaje.  Bien nos podríamos preguntar, y ¿por qué Jesucristo manda a sus apóstoles a Galilea? Si esa región estaba muy alejada de Jerusalén de donde en ese momento se encontraban todos.  En la homilía del Sábado Santo, el Papa Francisco lo explicaba claramente: 

“Galilea…el lugar que para Él y para sus discípulos evocaba la vida cotidiana, la familia, el trabajo. Jesús desea que llevemos la esperanza allí, a la vida de cada día. Pero para los discípulos, Galilea era también el lugar de los recuerdos, sobre todo de la primera llamada. Volver a Galilea es acordarnos de que hemos sido amados y llamados por Dios. Cada uno de nosotros tiene su propia Galilea. Necesitamos retomar el camino, recordando que nacemos y renacemos de una llamada de amor gratuita, allí, en mi Galilea. Este es el punto de partida siempre, sobre todo en las crisis y en los tiempos de prueba. Con la memoria de mi Galilea…”

Y para entender mejor el contexto, como nos lo explica igualmente el Santo Padre, Galilea era en ese entonces una zona en donde la población tenía formación helénica, esto quiere decir que hablaban griego y vivían en poblaciones grandes a orillas del Mar de Galilea; por otro lado, la población rural estaba compuesta principalmente por judíos quienes hablaban arameo y vivían en pequeñas aldeas o en el campo, de nombres frecuentemente mencionados en la Biblia como Nazaret, Betsaida, Caná, Cafarnaúm, etc.

A “Galilea de los Gentiles” como lo menciona el profeta: (Isaías 8, 23 y Mt 4,15-16), una región de múltiples razas y religiones, ribera del mar donde Jesús elige a sus apóstoles, todo ello tiene un gran significado, Jesús quiere que se extienda la Buena Nueva a todas las naciones.

El Ángel también dice: “…Y ahora id enseguida a decir a sus discípulos:  Ha resucitado de entre los muertos e irá delante de vosotros a Galilea; ahí le veréis…” (Mt 28, 7).  El Papa Francisco describe este hecho de forma preciosa: “…El Señor nos precede, nos precede siempre. Es hermoso saber que camina delante de nosotros, que visitó nuestra vida y nuestra muerte para precedernos en Galilea…”  Efectivamente, Él nos dijo no estáis solos, yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo y eso nos da ánimo y esperanza de que no importa lo que suceda en el mundo, aunque lo veamos terrible y lo suframos más, viviendo las virtudes de la paciencia y de la fe podremos seguir adelante en nuestra misión, cada quien en el estado de vida que tenga, podrá darle Gloria a Dios con sus acciones.

El buen apóstol debe identificar claramente el lugar que ha de misionar, en ocasiones se trabaja extraordinariamente afuera del entorno familiar y se olvida que quizá en su mismo hogar no se conoce a Dios como se debiera, o le tienen reticencias a tratar ese tema y se dan por vencidos.  Por otro lado, el apóstol trabaja tanto afuera del hogar que los familiares de dentro no quieren saber nada de lo que el otro hace afuera, porque ha ocasionado el descuido de sus deberes al interior; por ello es necesario que aquel laico que ha decidido participar en acciones apostólicas, se organice adecuadamente, midiendo las responsabilidades propias de su estado de vida, y que todo aquello que aprenda lo comparta en su hogar e invite a los demás de la familia a participar si así lo desearan. ¡Recuerden las cosas de Dios no se imponen, se proponen!

San Juan Pablo II nos lo explica claramente en la Exhortación Apostólica Christifideles Laici, y dice así en el No. 35: “…Para la evangelización del mundo hacen falta, sobre todo, evangelizadores.  Por eso, todos, comenzando desde las familias cristianas, debemos sentir la responsabilidad de favorecer el surgir y madurar de vocaciones específicamente misioneras, ya sacerdotales y religiosas, ya laicales, recurriendo a todo medio oportuno, sin abandonar jamás el medio privilegiado de la oración, según las mismas palabras del Señor Jesús:  La mies es mucha y los obreros pocos. Pues, ¡rogad al dueño de la mies que envíe obreros a su mies! (Mt 9, 37-38)…”

“…Salir de la propia comodidad
 y atreverse a llegar a todas las periferias que
 necesitan la luz del Evangelio…”
Papa Francisco
 Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, 20


Afectísima en Jesucristo,



Lilia Garelli




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