“¡Señor, auméntanos la Fe!”
Domine, adauge nobis fidem
Riviera
Maya, México; Abril 10 del 2020.
MÍSTICA
(Du-mystisch; Es-mística; En-mysticism; Fr-mystique; It-misticismo;
Pl-mistyczne; Pt-mistico; Ru-мистика; Zh-神秘的)
Por: Lilia Garelli
“…Cum vidisset ergo Jesus matrem,
et discipulum
stantem, quem diligebat, dicit matri suae:
Mulier ecce filius tuus. Deinde dicit discípulo: Ecce mater
tua…”
Jn 19 26-27
Vulgata
Latina - Scio
VÍSPERAS DEL SÁBADO SANTO
Muy
queridos hermanos en Cristo:
Hemos vivido una atípica Semana Santa por causa de la
pandemia y nos ha obligado a pasarla en casa por la contingencia; a pesar de
todo ello y segura de que Dios nuestro Señor siempre saca ¡lo mejor de lo que parece peor!,
es posible que ahora la estemos viviendo más cerca del Señor porque no ha
habido oportunidad de distractores. Aun
cuando no es miércoles de Mística, he querido ofrecer a todos nuestros lectores
una sencilla pero profunda reflexión del papel de la Virgen María en esta
Semana Santa dedicada a Jesucristo nuestro Redentor.
Dentro de los oficios de Semana Santa suelen tenerse momentos
importantes de oración acompañando a Jesús, en especial desde el Jueves Santo;
el Viernes Santo por la noche las oraciones se dedican a la Virgen María, en
especial cuando se realiza la “Procesión del Silencio” y rezando el “Rosario del
Pésame a la Virgen”; conscientes del sufrimiento que ha vivido
María al estar presente en el martirio de Su Hijo y al
verlo Morir en la Cruz. En
este momento nos acercamos a nuestra querida Madre, la Virgen María para
acompañarla en su pesar.
Recientemente el día 3 de abril, el Papa Francisco en la
homilía de la Misa en Santa Marta, comentó Los Siete Dolores de la Virgen,
mismos que me gustaría meditarlos junto con ustedes, contemplando el corazón
amoroso de María, preocupado ante la incertidumbre, pero dispuesto a la
Voluntad de Dios; o bien un corazón sufriente por los hechos vividos, pero
lleno de esperanza, ¡vamos pues a
acompañarla! meditando al final, cada uno de los Dolores:
1er Dolor Sólo 40 días después del nacimiento de Jesús,
la profecía de Simeón en la cual se habla de que una espada atravesará su
corazón. (Lc
2, 35).
2º Dolor Se refiere a la huida a Egipto para salvar
la vida de su hijo. (Mt 2, 13-15)
3er Dolor Esos tres días de angustia cuando el niño se
quedó en el templo. (Lc 2,44-46)
4º Dolor Cuando Nuestra Señora se encuentra con Jesús en
el camino al Calvario. (4ª Estación del Vía Crucis)
5º Dolor El quinto dolor de Nuestra Señora es la muerte
de Jesús, ver al Hijo allí, crucificado, desnudo, muriendo. (Jn 19, 26-27)
6º Dolor El descenso de Jesús de la cruz, muerto
tomándolo entre sus brazos como lo había hecho 30 años antes en Belén. (Mc 15, 42-46)
7º Dolor El entierro de Jesús. Y así, la piedad
cristiana sigue este camino de Nuestra Señora que acompaña a Jesús. (Jn 19, 38-42)
¡Cuánto dolor en el corazón de nuestra Madre! y aún después
de la muerte de Su Hijo, María siguió sirviendo al Señor por muchos años más,
orientando y consolando a los Apóstoles, en el desasosiego del nacimiento de la
Iglesia Católica instituida por Jesucristo y al cargo de Su Cabeza – San Pedro.
Traduciendo el texto que al inicio de este escrito se enmarca
en latín, tomado del Evangelio de San Juan 19, 26-27 dice así: “… Jesús, viendo a su madre y junto a ella al
discípulo a quien amaba, dice a su madre: -Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego dice al
discípulo: -Ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la
acogió en su casa…” es profundamente significativo para nuestra
vida; Jesús nos deja a Su Madre –consciente de que Él ha cumplido con la
Voluntad de Su Padre– y reconociendo nuestra debilidad y necesidades no nos
quiere dejar solos, nos deja a Su Madre para que nos acompañe, arrope y
consuele mientras estamos sorteando todo tipo de problemáticas en este camino
de Iglesia Peregrina.
María quedó al cargo de todos sus hijos –nosotros– para siempre;
Ella se acerca y consuela a todo moribundo y lo invita a rogarle a Jesucristo
por el perdón de sus pecados, acompañándolo hasta su encuentro con El
Señor. Seguramente de esta
manera María ha visitado a todos los enfermos y moribundos por esta terrible
pandemia del Coronavirus que estamos sufriendo en este momento. Ahora nos toca a nosotros acompañarla en este
día Sábado Santo del 2020 a través del rezo de las vísperas del Sábado Santo,
consolando su corazón destruido por dolor.
Recordarán que en el artículo de Mística con fecha 25 de
marzo sobre la Solemnidad de la Anunciación, les compartí la primera parte de
una canción titulada “La Fe de María”, aquí les muestro
la segunda parte, cuya letra es propicia al tema que estamos tratando:
Y hoy quiero ser como ella,
y amarte aunque duelan,
las espinas y el camino de la cruz.
y amarte aunque duelan,
las espinas y el camino de la cruz.
Dame la fe Señor, la fe de María,
para decirte sí, oh sí, un sí sin medidas.
para decirte sí, oh sí, un sí sin medidas.
Dame la fe Señor, la fe de María,
para renunciar a mí,
y entregarte mi vida.
para renunciar a mí,
y entregarte mi vida.
Aunque traspasaron con una espada su corazón,
y su alma lloró, el dolor de tus heridas,
a los pies del madero se quedó.
y su alma lloró, el dolor de tus heridas,
a los pies del madero se quedó.
Y hoy ella es nuestra reina y señora,
y tú nos incorporas a tu eterna familia de amor,
y yo en tu amor quiero permanecer,
postrado a tus pies,
es lo único que un día llevaré.
y tú nos incorporas a tu eterna familia de amor,
y yo en tu amor quiero permanecer,
postrado a tus pies,
es lo único que un día llevaré.
Dame la fe Señor, la fe de María…
Son
by Four: Ïtala Rodríguez / # Dones
¡Acompañemos
a María!
Afectísima
en Jesucristo,
Lilia Garelli
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