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jueves, 16 de abril de 2020

EL CREDO DE LA IGLESIA CATÓLICA - 27 - D) SEPULTADO


“¡Señor, auméntanos la Fe!”
Domine, adauge nobis fidem



Riviera Maya, México; Abril 17 del 2020.
VI Semana de la Pandemia del Coronavirus


Tomado de la Colección de Folletos
EL CREDO. SÍMBOLO DE LA FE DE LA IGLESIA
P. Emiliano Jiménez Hernández, C.N.
Grafite Ediciones – Bilbao España
2006


CREO EN DIOS…
CREO EN JESUCRISTO…
NACIÓ DE MARÍA LA VIRGEN…
FUE CRUCIFICADO, MUERTO Y SEPULTADO…

D) Y SEPULTADO

Al confesar en el Credo la sepultura de Jesucristo –lo mismo que la mención de Poncio Pilato– estamos afirmando la realidad histórica de los acontecimientos.  Sus padecimientos son reales, la cruz y la muerte en ella, no fueron aparentes; por ello la sepultura de Cristo está ya en la Confesión de Fe que San Pablo ha recibido y que, a su vez, él transmite lo mismo acerca de la muerte y resurrección del Señor. (1Co 15,4)

San Ignacio de Antioquía, en un texto suyo A los Tralianos lo asienta con nitidez casi celestial:

Tapaos los oídos cuando venga alguien a hablaros fuera de Jesucristo, que desciende del linaje de David y es Hijo de María; que nació verdaderamente y comió y bebió; fue verdaderamente perseguido bajo Poncio Pilato; fue verdaderamente crucificado y murió a la vista de los moradores del cielo, de la tierra y del infierno.”

Su insistencia en el verdaderamente quiere resaltar la realidad humana e histórica de Jesucristo en todos sus acontecimientos.  La salvación cristiana sería sólo aparente si la historia de Jesús, con su pasión y muerte, no fueran reales. Ésta es la presencia del nombre de Poncio Pilato en el Credo.  Así como lo escribe J.N. Kelly, en Primitivos Credos Cristianos.

La historia de la salvación de la que habla el Credo a modo de resumen, se encuentra enraizada en la historia humana.  Al confesar que padeció bajo el poder de Poncio Pilato, se profesa que esos acontecimientos no tuvieron lugar en no se sabe dónde ni cuándo; sino en un tiempo, sitio y lugar muy concretos.

Jesús de Nazaret es un personaje histórico, no se pierde en las brumas de la mitología y la leyenda.  Jesús es un hombre de Israel, encuadrado en la historia de Israel, en un momento determinado.  El Evangelio nos da su historia, no es simplemente un sistema ideológico. 

Todo el cristianismo remite a una historia, a unos acontecimientos, a unos personajes; los cuales, por ser desde Dios para nuestra salvación, se anuncian como buena noticia; y por ser únicos e irrepetibles, se anuncian con autoridad, interpelando al corazón del que escucha; confesándolos con el testimonio de quien los anuncia, desde entonces, hasta ahora, y en el futuro.  Así lo aseveró Orígenes en su tratado Contra Celso:

“Confesar que Cristo fue crucificado significa decir que “estoy crucificado con Cristo.” (Ga 2,19)  Y también que “lejos de mí gloriarme sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo.” (Ga 6,14)  Porque “en cuanto al morir, de una vez murió al pecado” (Rm 6,10)

Así, su sepultura se extiende a los que se han configurado a su muerte “porque junto con Él, hemos sido sepultados por el Bautismo” (Rm 6,4), destruyendo el cuerpo de pecado, pues el que está muerto está libre de pecado, para vivir una vida nueva: “muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.” (Rm 6,1-11)”
Orígenes

La Sábana Santa – Turín, Italia




















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Fin del Cuarto Folleto de la Colección
EL CREDO. SÍMBOLO DE LA FE DE LA IGLESIA
P. Emiliano Jiménez Hernández, C.N.
Grafite Ediciones – Bilbao España
2006


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Orar sirve, es bueno para nuestra alma y nuestra mente.

De todos ustedes afectísimo en Cristo,

Antonio Garelli





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Solo por el gusto de proclamar El Evangelio.


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