“¡Señor,
auméntanos la Fe!”
Domine, adauge nobis
fidem
Riviera
Maya, México, Abril 22 del 2020.
MÍSTICA
Por: Lilia Garelli
“…¡Cuántos niños han hallado comprensión y amor
en los
ojos, palabras y caricias de los ancianos! -
“La corona de los ancianos son los hijos de sus hijos”
(Prov.
17,6)…”
SJPII - Familiaris Consortio 27
LOS ABUELOS
Muy
estimados en Cristo:
Esperando que todos sigan adelante, cumpliendo con las
recomendaciones para cuidar su salud, siempre acompañados del Señor de la Misericordia, recordado
desde casa y hasta Roma en Misa celebrada por el Papa Francisco y vista por
internet, cumpliendo el 20 Aniversario de la institución de su veneración por
San Juan Pablo II: y que nuestros corazones estén valorando lo que es
importante ― ¡la vida y la familia!
Como recordarán hemos analizado durante varios meses,
las figuras más importantes que conforman a la familia nuclear, y el día de hoy
me gustaría tratar a un personaje muy singular los
abuelos, que a veces figuran en la familia y otras veces no; ¿a qué
se podría deber el que en ocasiones estén muy presentes en la vida de la
familia y en otras estén olvidados o como bien dice el Papa Francisco “descartados”.
Es verdad que la posibilidad del envejecimiento de la
población mundial se debe al gran trabajo de los programas de salud pública y
al desarrollo socio-económico de los países. De igual manera podemos deducir
que de los programas y procesos políticos de reducción de la natalidad,
implementados por muchos países en el siglo XX y aunado con la reducción de la
mortalidad fue resultando la transición demográfica por lo que en Europa y
otros continentes la población de la tercera edad es mayoritaria.
Según el Boletín del 2014 del Consejo Nacional de
Población las personas de la tercera edad en México, llega a casi 13 millones
de personas de 60 o más años de edad. Todo ello nos puede dar idea de que casi todas
las familias el día de hoy cuentan con los abuelos, lo que en generaciones
pasadas no sucedía por haber fallecido antes de que los nietos los conocieran. El Papa Francisco ha dedicado varias de sus
catequesis al tema de los abuelos y tiene toda la razón en lo que a
continuación les copio de una de ellas:
“…Gracias a los
progresos de la medicina la vida se ha prolongado: ¡pero la sociedad no se ha
“prolongado” a la vida! El número de los ancianos se ha multiplicado, pero
nuestras sociedades no se han organizado suficientemente para hacerles lugar a
ellos, con justo respeto y concreta consideración por su fragilidad y su
dignidad…”
¿Qué tanto integran a los abuelos dentro de la
dinámica familiar? Esto dependerá principalmente por la cultura que tengan y lo
que las costumbres por tradición hayan permanecido latentes; de esta manera
podemos constatar el amor y respeto que muchas familias demuestran a los
ancianos integrándolos a la familia como a un personaje al que hay que
prodigarle cuidados y cariño, dependiendo de las capacidades físicas y psicológicas
que tengan. San Juan Pablo II bien dice
en la Carta Encíclica Familiaris
Consortio: “…y sobre todo (el
abuelo) desarrolla la preciosa misión de
testigo del pasado e inspirador de sabiduría para los jóvenes y para el
futuro..” y termina diciendo en el No. 27: “…la
vida de los ancianos ayuda a clarificar la escala de valores humanos; hace ver
la continuidad de las generaciones y demuestra maravillosamente la
interdependencia del Pueblo de Dios…”
Por otro lado desafortunadamente, hay familias jóvenes
que consideran a los padres de la tercera edad como una carga, a veces
económicamente hablando, o peor aún y sin razón, una “aparente” influencia desafortunada para sus hijos; tristemente se
han visto envueltos en el materialismo y supuesto éxito profesional donde la
visita o invitación a los abuelos es inaceptable principalmente por falta de
tiempo o de voluntad, ¡qué fácil es que se ejerza la cultura del descarte! Quizá han olvidado, o peor aún no conocen lo
que dicen las Santas Escrituras en Eclesiástico 8, 9: “…No
desprecies las historias de los ancianos, que ellos también aprendieron de sus
padres, de ellos aprenderás a ser prudente y a responder en el momento justo…”
El Papa Francisco en su primera Catequesis dedicada a
los ancianos nos decía: “…La iglesia no
puede y no quiere adecuarse a una mentalidad de intolerancia, y menos aún de
indiferencia y desprecio a los mayores.
Debemos despertar el sentido colectivo de gratitud, de aprecio, de
acogida, que haga sentir al anciano parte viva de su comunidad…”
Es por todo ello que debemos mejorar, en todos los
sentidos, la mentalidad de esta generación que ha olvidado el valor de la
experiencia de vida y el trabajo siempre arduo y lleno de amor de sus
padres. A pesar de todo ello, Dios
Nuestro Señor siempre ayuda al alma que ora, y todos los males que una sociedad
puede crear, se pueden superar con la esperanza que da la oración, que rompe
con todo el tiempo y el espacio que pueda circunscribir un lazo enfermizo creado
por la humanidad; es por ello que los invito a orar, a hacerlo con fervor, para
que los errores se deshagan y se cree el ¡bien
hacer! en la familia con todos sus
integrantes y si tienes la gracia de contar todavía con tu papá y con tu mamá “no los descartes”
al contrario “intégralos” a
tu vida de familia, convive con ellos lo más que puedas, antes de que partan a
encontrarse con Dios.
Bien dice el Papa Francisco en su segunda catequesis
dirigida a los ancianos que si la sociedad descarta a los ancianos: “… El Señor no nos descarta jamás. Él nos llama a seguirlo en cada edad de la
vida y también en la ancianidad, ella contiene una gracia y una misión, una
verdadera vocación del Señor. La
ancianidad es una vocación. No es el
momento todavía de –tirar los remos en la barca…”
Familias –integren a sus abuelos, ¡no es difícil!, con
poco estarán felices – convivir con sus nietos es una gran felicidad; ver a su
hijo/a ser el mejor padre/madre, son su orgullo –aunque ellos en un silencio
prudente– estarán satisfechos del esfuerzo realizado a lo largo de su vida, y
¡podrán encontrarse con Su Señor seguros de lo que han sembrado para las nuevas
generaciones!
“¡Cuánto quisiera una Iglesia que desafía la cultura del descarte
con la alegría desbordante de un nuevo abrazo
entre los jóvenes y los ancianos!
Y esto es lo que hoy le pido al Señor…”
Papa Francisco
Afectísima en Jesucristo,
Lilia
Garelli
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Solo
por el gusto de proclamar El Evangelio.
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