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martes, 7 de abril de 2020

MÍSTICA - LILIA GARELLI - HIJOS (4) Derecho a la Educación


“¡Señor, auméntanos la Fe!” 
Domine, adauge nobis fidem 


Riviera Maya, México; Abril 8 del 2020. 

MÍSTICA
(Du-mystisch; Es-mística; En-mysticism; Fr-mystiqueIt-misticismo;  
Pl-mistyczne; Pt-mistico; Ru-мистика; Zh-神秘的 

Por: Lilia Garelli 

 “…Aun en medio de las dificultades, hoy a menudo agravadas,
 de la acción educativa, los padres deben formar a los hijos
con confianza y valentía en
los valores esenciales de la vida humana…”
San Juan Pablo II
Familiaris Consortio 37

HIJOS (4)
DERECHO A LA EDUCACIÓN – Integral de Calidad

Muy estimados en Cristo:

Saludándolos desde nuestro aislamiento, al igual que todos ustedes. esperando se encuentren bien y ¡qué mejor! tratar este tema ahora que tienen a sus hijos en casa, reflexionar un momento sobre nuestra labor de formadores.

Hablar de “tener derecho a ser educados” pareciera un tanto irónico, pero con todas las trivialidades que vive el mundo de hoy, resulta un tanto necesario el definirlo como un “Derecho” de los hijos. Efectivamente, los padres son los primeros educadores de los hijos por derecho y por obligación.

San Juan Pablo II nos lo recuerda de esta manera: “… El derecho-deber educativo de los padres se califica como esencial, relacionado como está con la transmisión de la vida humana; como original y primario, respecto al deber educativo de los demás, por la unicidad de la relación de amor que subsiste entre padres e hijos; como insustituible e inalienable y que, por consiguiente, no puede ser totalmente delegado o usurpado por otros…” (SJPII – Familiaris Consortio 36)

Por tanto, el niño, niña, adolescente a través de la educación integral de calidad, que le propiciarán sus padres, podrá desarrollar eficazmente las facultades superiores del ser como son su inteligencia y voluntad, resultando en una mujer y un hombre de bien en la sociedad, que dicho sea de paso, es lo que la humanidad necesita.

¿Por qué decimos integral de calidad? Porque la educación no tan solo incluye el desarrollo de las capacidades físicas e intelectuales sino la formación de la voluntad que se guiará por los valores morales aprendidos.  “… Los hijos deben crecer en una justa libertad ante los bienes materiales, adoptando un estilo de vida sencillo y austero, convencidos que –el hombre vale más por lo que es que por lo que tiene –…” (SJPII – FC No. 37)

Educar para la vida es estimular el desenvolvimiento de las competencias propias del talento o interés de cada hijo(a), procurando la madurez propia de cada etapa de su desarrollo, de tal manera que pueda aplicar por convicción los conocimientos, valores y principios humanos y espirituales sin importar la problemática de vida que vaya a enfrentar. Eduquemos a las nuevas generaciones según el consejo solícito de San Pablo: “…No te dejes vencer de lo malo: --mas vence el mal con el bien…” (…Noli vinci a malo, sed vince in bono malum…) (Rom. 12, 21).

¿Cómo formar a los hijos en el bien para así vencer al mal?  La respuesta es muy sencilla, todos y cada uno de nosotros, bautizados en la Iglesia Católica y seguidores de los Sacramentos como guía de la gracia que nos brinda el Espíritu Santo, podemos formar la Iglesia Doméstica siendo “…los primeros mensajeros del Evangelio ante los hijos.  Es más, rezando con los hijos, dedicándose con ellos a la lectura de la Palabra de Dios e introduciéndolos en la intimidad del Cuerpo –eucarístico y eclesial – de Cristo mediante la iniciación cristiana, llegan a ser plenamente padres, es decir engendradores no sólo de la vida corporal, sino también de aquella que, mediante la renovación del Espíritu, brota de la Cruz y Resurrección de Cristo…” (SJPII – Familiaris Consortio 39).

¡Qué importante es formar en los valores! Dice Thomas Lickona en su libro “Carácter – Cómo ayudar a las nuevas generaciones a desarrollar el buen criterio, la integridad y otras virtudes esenciales”:  Tener carácter significa tener –lo que vale –. Como padres y educadores, nos esforzamos por enseñar a los niños que lo que cuenta es lo que llevamos dentro…” Pág.27.  El historiador Arnold Toynbee observó que, de veintiún civilizaciones notables, diecinueve perecieron no por una conquista desde afuera, sino por la descomposición moral desde dentro”.

Lickhona explica de forma simple, los valores esenciales para formar el Carácter:  la sabiduría (tener buen criterio); la justicia (respetar los derechos de los demás); la fortaleza (hacer lo correcto al enfrentar dificultades); el autocontrol (capacidad de gobernarnos a nosotros mismos); el amor (sacrificarse por el bien de los otros); actitud positiva (eres valioso para ti y para otros); perseverancia (trabajo arduo); integridad (adherirse a los principios morales); gratitud (bebemos de pozos que nosotros no cavamos); humildad (base de toda vida moral); según David Isaacs: es reconocer tanto nuestras insuficiencias como nuestros talentos, y aplicar nuestros talentos a servir sin buscar atención o esperar aplausos).

Cuando llega el momento de compartir la educación formal con otras fuerzas educativas, esto es con instituciones educativas que complementarán el conocimiento intelectual y social de los hijos, será importante analizar los enfoques educativos de la institución a elegir, para que en coincidencia con los valores humanos y religiosos que los padres han decidido dar a sus hijos,  se complemente su educación, a través de la pedagogía que institucionalmente ofrezca el colegio, con las bases ya formadas por los padres en los primeros años de vida en casa.

Es importante considerar que hay graves problemáticas en la constitución de diversas familias, en donde la carencia de uno de los padres es una realidad, madres solteras, padres ausentes o bien padres donde la ignorancia o irresponsabilidad está presente. ¿Cómo resolver este deber-derecho de los niños?  Ahí es donde, en muchas ocasiones la institución educativa va a ser la parte más importante de la educación más esencial de ese niño; ya que ella recibirá niños o bien jóvenes sin ninguna formación humana y mucho menos moral; ¡Qué importante será la labor formativa de esas maestras/os que deberán suplir la carencia no tan solo de la instrucción más esencial, sino la más importante formación de los valores que desarrollan a una persona de bien.

Cierto es que la problemática misma de la vida contemporánea empeora la formación de los hijos, ya sea porque la mujer sale a trabajar y donde se vive desafortunadamente sin esa figura tan importante en la familia como es “la formación de una madre”, que por esencia tiene el don de saber qué hacer y cómo hacerlo; madres que tienen que dejar encargados a los hijos, a veces con el gran esfuerzo de unos abuelos, ya cansados o con experiencias educativas para una generación diferente y que a pesar de hacer su mejor esfuerzo, siempre será oportuno que la pedagogía utilizada con las nuevas generaciones sea implementada por quien debe hacerlo.  Peor todavía si el hijo/a es encargado por una persona extraña, es mucho más deficiente que con el punto mencionado anteriormente, ya que en este caso no hay ningún interés en el verdadero desarrollo de la personalidad del niño/a como lo he mencionado en párrafos anteriores.

Uno de los contenidos formativos que los padres deben considerar es la educación eficaz, oportuna y delicada de la educación sexual, esto es, la forma y fondo con que se educará a los hijos, según su edad, enriqueciéndola con conceptos claros y donde se integra a toda la persona –cuerpo, sentimiento y espíritu—.  Es importante mencionar que dicha educación sexual corresponde directamente a los padres y si se quisiera complementar por los centros educativos donde acuden los hijos, sería necesario que fuera conocida con anticipación, por los padres para no caer “solo en un sistema de información sexual separado de los principios morales y tan frecuentemente difundido, el cual no sería más que una introducción a la experiencia del placer y un estímulo que lleva a perder la serenidad, abriendo el camino al vicio desde los años de la inocencia…” (SJPII – Familiaris Consortio  37).

Para terminar, insisto en una educación integral de calidad, impartida por un docente cualificado y con actualización continua; y con más razón aquellas instituciones educativas que cuentan con niños de capacidades diferentes, quienes deben contar con personal docente calificado en cada una de las especialidades, para desarrollar eficazmente las potencialidades de cada uno de los pequeños, según su situación física y psíquica específica.  

La educación es un derecho humano y espiritual fundamental para todos, ello sin duda se tornará como un bien para la sociedad.  Forma a tu(s) hijo(s) y escoge adecuadamente quién complementará esas bases que tú le diste, de esta forma
¡sabrás que le has dejado la mejor herencia!


Afectísima en Jesucristo, 


Lilia Garelli 




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