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martes, 17 de marzo de 2020

MÍSTICA - LILIA GARELLI - HIJOS (2) Derecho a la Identidad


“¡Señor, auméntanos la Fe!” 
Domine, adauge nobis fidem 

Riviera Maya, México; Marzo 18 del 2020. 
MÍSTICA
(Du-mystisch; Es-mística; En-mysticism; Fr-mystiqueIt-misticismo;  
Pl-mistyczne; Pt-mistico; Ru-мистика; Zh-神秘的 

Por: Lilia Garelli 

Aunque yo dé testimonio de mí mismo,
mi testimonio vale,
porque sé de dónde he venido y a dónde voy…
Jesucristo
Jn 8, 14


HIJOS (2)
DERECHO A LA IDENTIDAD

Muy estimados en Cristo:

Con el gusto de encontrarnos nuevamente por este medio de comunicación, y considerando la crisis mundial de salud que estamos viviendo, los invito a dedicar un tiempo a la oración, para solicitar a Dios Nuestro Señor y a la Santísima Virgen de Guadalupe, su protección en estos momentos de incertidumbre.  El día de hoy vamos a tratar un tema que resulta ser vital para cada una de las personas, desde su nacimiento, desarrollo y crecimiento humano, psicológico y espiritual, como es la IDENTIDAD.

Es ese alguien, con nombre y apellidos exclusivos, que lo identifican miembro de esa familia en específico y con los antecedentes culturales de ese grupo de personas de una nacionalidad definida como tal, lo que le dará –a ese hijo – el primario y vital sentido de seguridad en la vida, mismo que deben aportar los padres.

Pareciera que pasa desapercibida la necesidad de saberse parte de algo, pero es fundamental para que ese individuo crezca con seguridad en sí mismo desde la cuna hasta la muerte.

Al pasar de los años, –ese hijo– se reconocerá con algunas características físicas, algunos rasgos psicológicos y ciertas peculiaridades en su personalidad, que lo convierten en alguien único e irrepetible, y por tanto distinto a los demás, ahí es donde se va definiendo la identidad de la persona.

La formación de la identidad comienza a configurarse desde el momento de su nacimiento, considerando que cada persona acepta las experiencias de vida de acuerdo a su muy particular forma de ser, por lo que asimila cada situación de forma exclusiva, de ahí la importancia de tener ese contacto cercano con el padre y la madre, lo que completa la primera experiencia de vida y de identidad personal.

Conforme se va creciendo y desarrollando esa persona, quien ha tenido relación con distintos grupos sociales como es la familia, (núcleo principal – padre, padre, hermanos); así como con la familia extensa (tíos, primos, abuelos, etc.) va formando un sentimiento de identidad, resultado de las diversas interacciones sociales y donde nos identificamos como hombres o mujeres.  De igual manera surge el grupo social educativo (preescolar, primaria, secundaria, bachillerato, etc.) donde se crea un sentimiento de apego al propio grupo, ya sea en función del idioma, herencia cultural, etc.

De igual manera con el paso del tiempo se va teniendo conciencia del yo, la cual nos va otorgando una imagen compleja sobre nosotros mismos; es esa auto-imagen que nos permite actuar en forma coherente según lo que pensamos.  Todo este proceso nos ha dado la posibilidad de una identidad personal y la comunicación con los demás una identidad social.

Hasta aquí hemos hablado de la importancia de aportar a nuestros hijos todos los medios humanos, psicológicos y sociales para crear en él una identidad clara y consciente de su yo interno; pero todo sería inútil si no le proporcionamos uno de los medios más esenciales para lograr una identidad plena, esto es la  capacidad de trascender en su vida, y que se logra a través del conocimiento del Ser Supremo y de lo sobrenatural a través de la fe Católica, la unión con su religión, donde se convive con formas de pensamiento y de principios que rigen la vida conforme al bien y el mal.  La fe es la que nos da la Identidad Católica, y se procura a través del Bautismo:  "es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el Espíritu y la puerta de acceso a los otros Sacramentos. Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y hechos partícipes de su misión". (Catecismo de la Iglesia Católica 1213).  ¡Qué importante es que los padres lo tomemos en cuenta!

El Bautismo nos hace hijos de Dios, ¡qué mejor Identidad!  Y aunque surja la duda de ¿por qué hacerlo cuando ellos son inconscientes del don recibido? Es importante reconocer que el Bautismo vence al pecado original y por lo tanto lo llena de la gracia del Espíritu Santo, quien protegerá y ayudará a la persona a estar consciente del bien y del mal como un principio infuso en la conciencia, de tal manera que el niño, niña, va formando, aún en lo más esencial de la vida, los conceptos correctos con los que Dios espera guiemos nuestro actuar en el futuro.

Bien dice el Papa Francisco en su Catequesis del 25 de junio de 2014:  ¡nuestra identidad cristiana es pertenencia! Somos cristianos porque nosotros pertenecemos a la Iglesia. Es como un apellido: si el nombre es "Yo soy cristiano", el apellido es: "Yo pertenezco a la Iglesia.
El cristiano pertenece a un Pueblo que se llama Iglesia y esta Iglesia lo hace cristiano el día del Bautismo…”

El Concilio Vaticano II definió en sus documentos conciliares que todo cristiano se honra con el nombre de Cristo, se llama y es llamado hijo de Dios; que por el bautismo es una nueva creatura y es un miembro de la Iglesia, cuya cabeza es el Hijo quien resucitará en Cristo venciendo a la muerte.  Todo este conocimiento contribuye a formar la identidad del cristiano, por cuya fe su alma se une a Dios.

Termino con las palabras del Papa Francisco quien enfatiza la importancia de la labor de nuestros padres, al facilitarnos la identidad Católica:

“…Si creemos, si sabemos orar, si conocemos al Señor y podemos escuchar su Palabra, si nos sentimos cerca y lo reconocemos en nuestros hermanos, es porque otros, antes que nosotros, han vivido la fe y luego nos la han transmitido, la fe la hemos recibido de nuestros padres, de nuestros antepasados y ellos nos la han enseñado.

Puede ser el rostro de nuestros padres que han pedido el bautismo para nosotros; el de nuestros abuelos o de algún familiar que nos enseñaron a hacer la señal de la cruz y a recitar las primeras oraciones…”

¡Por los hijos somos capaces de hacer,
 lo que no haríamos para nosotros mismos, y mucho más...!


Afectísima en Jesucristo, 


Lilia Garelli 



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