“¡Señor, auméntanos la Fe!”
Domine, adauge nobis fidem
Riviera
Maya, México; Marzo 18 del
2020.
MÍSTICA
(Du-mystisch;
Es-mística; En-mysticism;
Fr-mystique; It-misticismo;
Pl-mistyczne;
Pt-mistico; Ru-мистика;
Zh-神秘的)
Por: Lilia Garelli
“… Aunque
yo dé testimonio de mí mismo,
mi testimonio vale,
porque sé de dónde he venido y a dónde voy…”
Jesucristo
Jn 8, 14
HIJOS (2)
DERECHO A LA IDENTIDAD
Muy
estimados en Cristo:
Con el gusto de encontrarnos nuevamente por este medio de comunicación,
y considerando la crisis mundial de salud que estamos viviendo, los invito a
dedicar un tiempo a la oración, para solicitar a Dios Nuestro Señor y a la
Santísima Virgen de Guadalupe, su protección en estos momentos de
incertidumbre. El día de hoy vamos a
tratar un tema que resulta ser vital para cada una de las personas, desde su
nacimiento, desarrollo y crecimiento humano, psicológico y espiritual, como es
la IDENTIDAD.
Es ese alguien,
con nombre
y apellidos exclusivos, que lo identifican miembro de esa familia en
específico y con los antecedentes culturales de ese grupo de personas de una
nacionalidad definida como tal, lo que le dará –a ese hijo – el primario
y vital sentido de seguridad en la vida, mismo que deben aportar los padres.
Pareciera que pasa desapercibida la necesidad de saberse
parte de algo, pero es fundamental para que ese individuo crezca con seguridad
en sí mismo desde la cuna hasta la muerte.
Al pasar de los años, –ese
hijo– se reconocerá con algunas características físicas, algunos rasgos
psicológicos y ciertas peculiaridades en su personalidad, que lo convierten en
alguien único e irrepetible, y por tanto distinto a los demás, ahí es donde se
va definiendo la identidad de la
persona.
La formación de la identidad
comienza a configurarse desde el momento de su nacimiento, considerando que
cada persona acepta las experiencias de vida de acuerdo a su muy particular
forma de ser, por lo que asimila cada situación de forma exclusiva, de ahí la
importancia de tener ese contacto cercano con el padre y la madre, lo que
completa la primera experiencia de vida y de identidad personal.
Conforme se va creciendo y
desarrollando esa persona, quien ha tenido relación con distintos grupos
sociales como es la familia, (núcleo principal – padre, padre, hermanos); así
como con la familia extensa (tíos, primos, abuelos, etc.) va formando un
sentimiento de identidad, resultado de las diversas interacciones sociales y
donde nos identificamos como hombres o mujeres.
De igual manera surge el grupo social educativo (preescolar, primaria,
secundaria, bachillerato, etc.) donde se crea un sentimiento de apego al propio
grupo, ya sea en función del idioma, herencia cultural, etc.
De igual manera con el paso del
tiempo se va teniendo conciencia del yo, la cual nos va otorgando una imagen
compleja sobre nosotros mismos; es esa auto-imagen que nos permite actuar en
forma coherente según lo que pensamos.
Todo este proceso nos ha dado la posibilidad de una identidad personal y
la comunicación con los demás una identidad social.
Hasta aquí hemos hablado de la importancia de aportar a
nuestros hijos todos los medios humanos, psicológicos y sociales para crear en
él una identidad clara y consciente de su yo interno; pero todo sería inútil si
no le proporcionamos uno de los medios más esenciales para lograr una identidad
plena, esto es la capacidad de
trascender en su vida, y que se logra a través del conocimiento del Ser Supremo
y de lo sobrenatural a través de la fe Católica, la unión con su religión,
donde se convive con formas de pensamiento y de principios que rigen la vida
conforme al bien y el mal. La fe es la
que nos da la Identidad Católica, y
se procura a través del Bautismo: "es
el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el Espíritu y
la puerta de acceso a los otros Sacramentos. Por el Bautismo somos liberados
del pecado y regenerados como hijos de
Dios, llegamos a ser miembros de
Cristo y hechos partícipes de su misión". (Catecismo de la Iglesia Católica
1213). ¡Qué
importante es que los padres lo tomemos en cuenta!
El Bautismo nos hace hijos de
Dios, ¡qué mejor Identidad! Y
aunque surja la duda de ¿por qué hacerlo cuando ellos son inconscientes del don
recibido? Es importante reconocer que el Bautismo vence al pecado original y
por lo tanto lo llena de la gracia del Espíritu Santo, quien protegerá y
ayudará a la persona a estar consciente del bien y del mal como un principio
infuso en la conciencia, de tal manera que el niño, niña, va formando, aún en
lo más esencial de la vida, los conceptos correctos con los que Dios espera
guiemos nuestro actuar en el futuro.
Bien dice el Papa Francisco en su
Catequesis del 25 de junio de 2014: ¡nuestra identidad
cristiana es pertenencia! Somos cristianos porque nosotros pertenecemos a la
Iglesia. Es como un apellido: si el nombre es "Yo soy cristiano", el
apellido es: "Yo pertenezco a la Iglesia.
El cristiano pertenece a un Pueblo que se llama Iglesia y
esta Iglesia lo hace cristiano el día del Bautismo…”
El Concilio
Vaticano II definió en sus documentos conciliares que todo cristiano se honra
con el nombre de Cristo, se llama y es llamado hijo de Dios; que por el
bautismo es una nueva creatura y es un miembro de la Iglesia, cuya cabeza es el
Hijo quien resucitará en Cristo venciendo a la muerte. Todo este conocimiento contribuye a formar la identidad
del cristiano, por cuya fe su alma se une a Dios.
Termino con las palabras del Papa Francisco quien enfatiza
la importancia de la labor de nuestros padres, al facilitarnos la identidad
Católica:
“…Si creemos, si sabemos orar, si conocemos al Señor y
podemos escuchar su Palabra, si nos sentimos cerca y lo reconocemos en nuestros
hermanos, es porque otros, antes que nosotros, han vivido la fe y luego nos la
han transmitido, la fe la hemos recibido de nuestros padres, de nuestros
antepasados y ellos nos la han enseñado.
Puede ser el rostro de nuestros padres que han pedido el
bautismo para nosotros; el de nuestros abuelos o de algún familiar que nos
enseñaron a hacer la señal de la cruz y a recitar las primeras oraciones…”
¡Por los hijos somos capaces de hacer,
lo que
no haríamos para nosotros mismos, y mucho más...!
Afectísima
en Jesucristo,
Lilia Garelli
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