“¡Señor,
auméntanos la Fe!”
Domine, adauge
nobis fidem
Riviera
Maya, México; Marzo 27 del 2020.
Tomado de la Colección de Folletos
EL CREDO. SÍMBOLO DE LA FE DE LA IGLESIA
P. Emiliano Jiménez Hernández, C.N.
Grafite Ediciones – Bilbao España
2006
CREO EN DIOS…
CREO EN JESUCRISTO…
POR OBRA Y GRACIA DEL ESPÍRITU
SANTO…
B)
FUE CRUCIFICADO… (2)
En
La Cruz de Cristo, el mundo –con sus poderes y su príncipe– han sido juzgados,
condenados y echados fuera. (Jn 12,31) La Cruz pone al descubierto el pecado y
revela el amor. Por la Cruz, Dios “destruyendo por medio de Cristo a los
principados y potestades, los ofreció en espectáculo público y los llevó
cautivos en su cortejo.” (Col 2,15)
La Liturgia invita a los cristianos a “mirar el árbol de la Cruz donde estuvo clavada la Salvación del Mundo.”
San
Cirilo de Alejandría en su Epístola, nos transmite conocimiento
inspirado:
“Adán, por las mordeduras del dragón
apóstata, es decir el diablo, pereció, arrastrándonos a todos al mal. Pero
hemos sido salvados de un modo maravilloso: mirando a la serpiente de bronce,
es decir a Cristo. ¿Cómo siendo Él bueno por naturaleza pudo hacerse serpiente?
Porque tomó nuestra carne, haciéndose como nosotros, que somos malos, como está
escrito: “Se hizo a semejanza de la
carne de pecado” (Rm 8,3) y también: “Fue
contado entre los malhechores.” (Is 53,12)
Cristo es, pues, serpiente como a semejanza de pecado, porque se hizo
hombre…
La serpiente de bronce era, pues,
figura de Cristo exaltado en la Cruz Gloriosa, como Él mismo dijo a los judíos:
“Cuando exaltéis al Hijo del hombre,
entonces conoceréis que soy yo.” (Jn 8,28) Que
aquella figura se relaciona con este misterio, lo puedes aprender también de Él,
cuando dijo: “Como Moisés levantó la
serpiente en el desierto, así debe ser exaltado el Hijo del hombre.” (Jn
3,14)
Por lo demás, la serpiente era de bronce a causa de la sonoridad y
armonía del kerigma divino y evangélico: ¡No hay nadie sin haber oído los
oráculos de Cristo!, divulgados por todo el orbe, ante quien “toda rodilla se doble y toda lengua
confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.” (Flp
2,10)
San
Cirilo de Alejandría
Esta
salvación, que nos engendra a la nueva vida, no se nos comunica sino bajo la
forma de cruz. Solo por la Cruz seguimos
a Cristo: “El que quiera venir conmigo,
niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.” (Mc 8,34) El Bautismo nos
incorporó a la muerte de Cristo, para seguirle con la cruz hasta la Gloria,
donde Él está con sus llagas gloriosas. (Rm 6,3-8)
En
su explicación catequética del Evangelio según San Lucas, San Ambrosio, el
Eminentísimo Arzobispo de Milán, les enseñaba a los fieles con esta claridad:
“Llevamos siempre y por todas partes en
nuestro cuerpo el morir de Jesús, para que también la vida de Jesús se
manifieste en nuestro cuerpo. Pues, mientras
vivimos, continuamente somos entregados a la muerte por causa de Jesús, para
que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. De modo que la muerte actúa en nosotros y en
vosotros la vida.
El primero en levantar, como Vencedor,
el trofeo de la Cruz, es Cristo. Después
se lo entrega a los Mártires, para que a su vez lo levanten ellos. Quien lleva la Cruz, sigue a Cristo, como
está escrito: “Toma tu cruz y sígueme.” (Mc 8,34)”
San
Ambrosio
v v v
Orar sirve, es bueno para nuestra alma y
nuestra mente, más aún, si estamos en cuaresma.
De todos ustedes afectísimo en Cristo,
Antonio Garelli
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por el gusto de proclamar El Evangelio.
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