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jueves, 19 de marzo de 2020

EL CREDO - 24 - B) Fue Crucificado

“¡Señor, auméntanos la Fe!”
Domine, adauge nobis fidem


Riviera Maya, México; Marzo 20 del 2020.


Tomado de la Colección de Folletos
EL CREDO. SÍMBOLO DE LA FE DE LA IGLESIA
P. Emiliano Jiménez Hernández, C.N.
Grafite Ediciones – Bilbao España
2006


CREO EN DIOS…
CREO EN JESUCRISTO…
POR OBRA Y GRACIA DEL ESPÍRITU SANTO…

B) FUE CRUCIFICADO…

La cruz es la expresión de ese amor radical que se da plenamente, acontecimiento que es lo que hace y que hace lo que es; expresión de una vida que es ser para los demás.

Ya en el Nuevo Testamento, la cruz es considerada como el signo de salvación cristiana.  Desde entonces la cruz es el símbolo cristiano por excelencia.  Marcado con la cruz en el Bautismo, el cristiano levanta la cruz en todo tiempo y lugar, como símbolo de su pertenencia a Cristo Crucificado.  La Cruz, como confiesa Pablo, es el compendio, la fórmula abreviada de todo el Evangelio, símbolo auténtico de la vida cristiana; de modo que el cristiano no quiere “… conocer cosa alguna sino a Jesucristo, y éste, crucificado.” (1Co 2,2)

San Cirilo de Jerusalén en su Catequesis, señala importancias básicas de la Fe en Cristo:

Gloria de la Iglesia Católica es toda acción de Cristo. ¡Pero la Gloria de las glorias es La Cruz!, como decía San Pablo: “¡En cuanto a mí, Dios me libre de gloriarme si no es en la Cruz de nuestro Señor Jesucristo!” (Ga 6,14)… La brillante corona de la cruz iluminó a los que estaban ciegos por la incredulidad, libró a los que estaban prisioneros del pecado y redimió a todos los hombres… Pues, si por la culpa de un solo hombre reinó la muerte en el mundo, ¿cómo no iba a reinar la vida por la justicia de uno? (Rm 5, 12-21; 1Co 15,21-49) Y si entonces nuestros padres fueron arrojados del Paraíso por haber comido del árbol, ¿no entrarán ahora más fácilmente en el Paraíso los creyentes, por medio del Árbol de Jesús?... Y si en tiempos de Moisés el cordero alejó al Exterminador (Ex 12,23), ¿no nos librará con más razón del pecado “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”? (Jun 1,29)

No nos avergoncemos, pues, de confesar al Crucificado.  Que nuestros dedos deben su sello en la frente, como gesto de confianza.  Y la señal de la cruz acompañe todo: sobre el pan que comemos y la bebida que bebemos; al entrar y al salir; antes de dormir, acostados y al levantarnos; al caminar y al reposar.  La fuerza de La Cruz viene de Dios y es gratuita.

Es la señal de los fieles y terror de los demonios.  Con ella los venció Cristo “exhibiéndolos públicamente, al incorporarlos a su cortejo triunfal” (Col 2,15) Por eso, cuando ven La Cruz recuerdan al Crucificado y temen a Quien “quebrantó la cabeza del dragón.” (Sal 74,14)  No desprecies, pues, tu sello por ser gratuito; toma la Cruz, más bien, como fundamento inconmovible y construye sobre ella el edificio de la Fe.”
San Cirilo de Jerusalén

Éste es también el escándalo del Cristianismo.  La Cruz es signo de salvación y signo de contradicción; piedra de escándalo.  Ante ella se define quiénes están con Cristo y quiénes contra Cristo.  A cada paso nos encontramos con la cruz en la vida, como piedra, en la cual nos apoyamos; o como piedra que nos aplasta: Cristo Crucificado es señal de contradicción, “puesto para caída y elevación de muchos.” (Lc 2,34)  Ante la cruz quedan al descubierto las intenciones del corazón. Es inevitable “mirar al que traspasaron”, “como escándalo y necedad” o “como fuerza y sabiduría de Dios”

Así como lo señala ampliamente San Pablo a los Corintios:
Pues la predicación de la cruz es una necedad para los que se pierden; más para los que se salvan –para nosotros– es fuerza de Dios… Así, mientras los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría, nosotros predicamos a Cristo crucificado; escándalo para los judíos, necedad para los gentiles.  Mas para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un solo Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios.  Porque la necedad divina es más sabia que la sabiduría de los hombres; y la debilidad divina, es más fuerte que la  fuerza de los hombres.” (1Co 1, 17-25)

La cruz es la manifestación suprema de un Amor que se despoja de sí mismo hasta el extremo.  Es, pues, la expresión plena de la vida.  Para el Evangelio de San Juan, crucifixión, exaltación, elevación y glorificación aparecen unidas como una única realidad inseparable. (Jn 3, 14; 12, 34)  En el momento de su muerte en cruz, Jesús pronuncia la palabra victoriosa: “Todo está cumplido” (Consummatum est). (Jn 19, 30)

En su Homilía, San Teodoro de Mopsuestia predica así a sus feligreses:
Cuando Cristo nuestro Señor hubo cumplido todo esto por nosotros, avanzó hacia la muerte, y la recibió por medio de la cruz.  No en lo secreto.  Su muerte fue manifiesta y conocida de todos, porque a todo el mundo debía ser proclamada por los bienaventurados Apóstoles, la Resurrección de nuestro Señor. (Lc 24, 46-48)    
Convenía que su muerte fuera manifestada a todo el mundo, pues su resurrección era la abolición de la muerte.” (2Tim 1,10)

v v v


Orar sirve, es bueno para nuestra alma y nuestra mente, más aún, si estamos en cuaresma.

De todos ustedes afectísimo en Cristo,

Antonio Garelli





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