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jueves, 5 de marzo de 2020

EL CREDO - 22 - PADECIÓ BAJO EL PODER DE PONCIO PILATO


“¡Señor, auméntanos la Fe!”
Domine, adauge nobis fidem


Riviera Maya, México; Marzo 6 del 2020.


Tomado de la Colección de Folletos
EL CREDO. SÍMBOLO DE LA FE DE LA IGLESIA
P. Emiliano Jiménez Hernández, C.N.
Grafite Ediciones – Bilbao España
2006

CREO EN DIOS…
CREO EN JESUCRISTO…
FUE CONCEBIDO POR OBRA DEL E.S.…
PADECIÓ BAJO EL PODER DE P. PILATO…
        
         A) PADECIÓ

La Pasión de Cristo nos coloca ante Dios.  Es una Pasión querida por Dios.  En su plan salvífico “el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; ser muerto y resucitado…”  Éste es el pensar de Dios, que pedro –y demás Apóstoles– “no entiende”.  Pero Jesús, por tres veces, les anuncia su Pasión.

Iban de camino a Jerusalén, y Jesús marchaba delante de ellos; ellos, estaban sorprendidos y le seguían con miedo.  Tomó otra vez a los doce y comenzó a decirles lo que iba a suceder: “Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas; le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles, y se burlarán de Él, le escupirán, le azotarán y le matarán; y a los tres días resucitará.” (Mc 10, 32-34)

Lucas añadirá los insultos y salivazos… Todo ello para dar cumplimiento a lo anunciado por los profetas. (Lc 18,31)  Cristo va a la pasión siguiendo los designios del Padre, en obediencia a la voluntad del Padre: “Cristo, siendo Hijo, aprendió por experiencia, en sus padecimientos, a obedecer.  Habiendo llegado así a la plena consumación, se convirtió en causa de salvación para todos los que le obedecen.” (Hb 5,8-10)

En su sangre se sella la alianza del creyente y Dios Padre: “Tomando una copa y, dadas las gracias, se la dio y bebieron todos de ella. Y les dijo: “Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos; para el perdón de los pecados.”” (Mc 14, 23-24; Mt 26, 27-28; Lc 22,20)  Esto es lo que Pablo ha recibido de la tradición eclesial, que se remonta al mismo Señor:
          
Porque yo recibí del Señor lo que os he transmitido: que l Señor Jesús, la noche en que fue entregado… después de cenar, tomó la copa, diciendo: “Esta copa es la nueva alianza en mi sangre.  Cuantas veces la bebáis, hacedlo en memoria mía.  Pues, cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa anunciáis la muerte del Señor, hasta que venga.

En todos estos textos aparecen las palabras, grávidas de significado, “por vosotros”, “por muchos”, que expresan la entrega de Cristo a la pasión en rescate nuestro.  Marcos, en su relato de La Pasión, nos presenta a Jesús como el justo que sufre sin culpa la persecución de los hombres.

En el Salmo 22 Jesús encuentra el ritual de su ofrenda al Padre por los hombres.  Él es el Siervo de Yahveh, tan desfigurado que no parecía hombre; sin apariencia ni presencia, despreciable y desecho de los hombres; varón de dolores y sabedor de dolencias, ante quien vuelve el rostro. 
Carga sobre sí los sufrimientos y dolores, azotado, herido de Dios y humillado. Herido, ciertamente, por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas, soportando Él el castigo que nos trae la paz, pues con sus malestares hemos sido nosotros curados. Él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores.  (Is 52, 13-53) 

San Pedro, en su Primera Carta a las Comunidades Cristianas, presenta La Pasión de Cristo como huellas luminosas por donde caminar:

“Pues, para esto habéis sido llamados, ya que también Cristo sufrió por nosotros, dejándonos un ejemplo para que sigamos sus huellas.  Él no cometió pecado ni encontraron engaño en su boca; cuando lo insultaban, no devolvía el insulto; al contrario, se ponía en manos de la justicia.  Cargando nuestros pecados subió a la cruz, para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Sus heridas nos han curado.” (1P 2, 21-24)  

En su pasión aparece el amor insondable de Dios, que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por nosotros (Rm 8, 32; Jn 3, 16), para reconciliar en Él al mundo consigo.  Para esto vino el Hijo al mundo: “Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.” (Mc 10, 45)  Cada cristiano puede decir junto con Pablo: “El Hijo de Dios me amó y se entregó por mí.”

San Justino en sus Diálogos establece la importancia de la muerte de Cristo:

“Los cristianos provienen de Jesucristo, que gustó la muerte en cruz, según el gran designio salvífico de Dios… El misterio del cordero, ordenado sacrificar por Dios como Pascua (Ex 12, 1-11), era figura de Cristo, con cuya sangre, quienes creen en Él, ungen sus casas, es decir, a sí mismos…

Y el mismo Dios, que prohibió a Moisés hacer imágenes, le mandó, sin embargo, fabricar la serpiente de bronce y la puso como signo por medio del cual se curaban quienes habían sido mordidos por las serpientes. 

Con ello anunciaba Dios un gran misterio: la destrucción del poder de la serpiente –autora de la transgresión de Adán (y Eva) – y, a la vez, la salvación de quienes creen en Quien por este signo era figurado, es decir, en Aquel que iba a ser crucificado para librarnos de las mordeduras de la serpiente: idolatrías y demás iniquidades.”
San Justino, Mártir

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Orar sirve, es bueno para nuestra alma y nuestra mente; más aún si es en Tiempo de Cuaresma, como estamos ahora.

De todos ustedes afectísimo en Cristo,

Antonio Garelli





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