“¡Señor,
auméntanos la Fe!”
Domine, adauge nobis
fidem
Riviera
Maya, México, Febrero 12 del 2020.
M Í S T I C A
Por: Lilia Garelli
“… Tenemos que imitar la intrepidez del apóstol Pablo:
«Lanzándome hacia lo que está por delante, corro
hacia la meta,
para alcanzar el premio al que Dios me llama
desde lo alto,
en Cristo Jesús»” (Flp 3,13-14)
San Juan Pablo II
Carta Apostólica
Novo Millennio
Ineunte - 2000
MUJER (15)
INTRÉPIDA
No se vence fácilmente
Muy
estimados en Cristo:
Con el gusto de contactarnos nuevamente esta semana, en donde
veremos un talento más que puede mostrar la mujer en su diario hacer; así como
nos invita San Juan Pablo II en el escrito introductorio, siguiendo los pasos
de San Pablo, imitando esa pasión con la que él realizó su misión de
evangelización en aquellos años del cristianismo naciente.
¿Por qué decimos que la mujer es intrépida? Porque ante los retos de la vida, ella no se vence
fácilmente, puede llegar a ser audaz en la entrega, a ser creativa, a
perseguir aquello que considera bueno para conseguir la meta que se ha
propuesto. ¿Cuáles podrían ser esos retos en la vida de una mujer?
-
Como
hija y hermana: Apoyar a tu familia en los momentos de crisis, aquellos en
los que más se necesita tu participación. Manteniéndote cerca siempre.
-
Como
esposa:
Apoyar a tu esposo e hijos en las diversas situaciones de
toma de decisiones, en la economía familiar, en sostener emocional y
espiritualmente al núcleo familiar.
-
Al
ser madre soltera: Ser el centro de tu hijo(s)
principalmente en la buena imagen de una madre amorosa y cercana a Dios.
-
Como
mujer trabajadora: Sin olvidar que la unión familiar
es primero, antes que todo bien material.
-
Como
suegra: Dejando volar a tus hijos, ya los has formado y ahora le
toca a ellos seguir el camino.
-
Como
abuela: Amando mucho a tus nietos, confiando que tus hijos lo harán
igual o mejor que tú.
-
Como
amiga: Ayudando y dando consejos, si así fuera necesario.
Ante los retos que se presenten es importante tomar en cuenta
que es necesario también ser prudente ante
las encrucijadas que le podrían proponer una supuesta solución rápida y fácil.
La mujer suele analizar las opciones, reflexionar sobre ellas
y decidir por aquella que, aunque pudiera
requerir riesgos o sacrificios, le ayudara a alcanzar una mejor
solución ante la problemática que enfrenta.
Por su esencia sensible ante lo sobrenatural, la mujer de fe,
busca que sus acciones trasciendan, esto
es, que vayan más allá de lo concreto y tangible, sin olvidar lo verdaderamente
importante, la salvación que Jesucristo nos alcanzó, decidir por convicción el
mejor camino; aquí es donde la virtud teologal de la esperanza también
hace su aparición en la vida de la mujer.
Bien dice San Juan Pablo II: “…es indispensable cultivar una constante intimidad
con Cristo, tratando de seguirle e imitarle dócilmente…”
La mujer suele ser positiva
ante los problemas, es capaz de
aprender ante los errores e inclusive de las frustraciones que viva
en el proceso hacia una posible solución.
Es perseverante cuando tiene en la mira el objetivo, y puede inclusive
hacer a un lado lo que a ella más le ilusionaría, con tal de lograrlo; y si la
solución le requirió mucho tiempo y tuvo la gracia de Dios, de ver los
resultados, puede llegar a ser reconocida por sus seres queridos, o bien por
aquellos a quienes ayudó en el trayecto.
Por sus cualidades de “formadora”
– como hablé ampliamente de ello en el
escrito del 11 y 18 de diciembre pasados— puede enseñar con el ejemplo, lo
que quiero decir, es que durante el proceso de solución de un problema puede ir
enseñando a quien tiene a su alrededor, sobre el camino correcto y las fallas
vividas en él, para tratar de que sus seguidores no caigan en los mismos
errores; por ello considero que la mujer anima
e instruye a los más jóvenes.
Como bien dice David Isaacs, Doctor en Pedagogía y autor de
varios libros sobre valores: “…La audacia
se apoya en la prudencia y en la justicia, pero permite a la persona ver con
claridad sus medios reales en función de empresas nobles y grandes…”; así
como Ignacio Celaya Urrutia, también autor de varios libros de formación sobre
la familia: “… cuanto más grande es la empresa que (la persona) desea y espera
realizar, cuanto mayor recta estima tiene el bien y mayor claridad en su
relación con el fin último, mayor debe ser la audacia…”
Por último, es importante mencionar cómo la mujer suele cuidar los detalles, la calidad
en el hacer es necesaria en las acciones que se ejecutan, principalmente si han
salido de los parámetros normales del actuar cotidiano, su sensibilidad ante
los sentimientos de los demás le importan, por ello atiende todos los elementos
que se suman en el camino para no lastimar con el fin de alcanzar los objetivos
deseados.
¡Es importante renovar paso a paso
las fuerzas, y seguir adelante…!
«Hoy es más
necesaria que nunca una proclamación confiada del Evangelio que, desechando
todos los miedos paralizantes,
anuncie con profundidad intelectual y con
intrepidez
la verdad sobre Dios,
sobre el hombre y sobre el mundo»
San Juan Pablo II
Afectísima en
Jesucristo,
Lilia
Garelli
También me puedes seguir en:
Solo por el gusto de proclamar El Evangelio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario