¡Alabado sea Jesucristo!
Ciudad de
México, Agosto 11 del 2017
“. . . Espero la
resurrección de los muertos
y la vida del
mundo futuro. Amén.”
Credo
ESPÍRITUS Y FANTASMAS,
¿EXISTEN? ¿SON LO
MISMO?
Muy
estimados todos en Cristo Jesús:
Les agradezco mucho su confianza en mi persona, para
resolver sus dudas sobre cuestiones de Fe; siempre haré ‘hasta lo imposible’ para responder sus cuestionamientos. Esta vez es un asunto muy peculiar sobre
espíritus y fantasmas. Respondo rápido y
explico más adelante: los espíritus sí existen; los fantasmas no existen; por
lo tanto éstos, no son lo mismo que los espíritus (dado que no existen).
La Real Academia del Español (RAE) define:
espíritu – ser
inmaterial dotado de razón. Alma racional.
fantasma – imagen de un
objeto que queda impresa en la fantasía. – Visión quimérica
como la que se da en los sueños o en las figuraciones de la imaginación.
Todas las almas creadas por Dios son espíritus, inclusive
las humanas; éstas constituyen nuestra parte espiritual –con la que tenemos
actualmente y, tendremos en cuerpo glorioso, contacto con Dios– y es eterna; a
diferencia de nuestra parte material que es mortal, finita. Todos los seres celestiales son espíritus.
Existen muchos más espíritus (infinitamente más) que seres vivos de cualquier
forma o especie, inclusive si los sumáramos todos.
La idea de los fantasmas es tan antigua como la civilización
humana, pues, sumerios, egipcios y fenicios ya desarrollaban muchas
supersticiones en torno a ella. En
tiempo de nuestro Señor Jesucristo –en plena cultura greco-romana, muy adicta
al uso de fantasmas y seres del inframundo– era común referirse a ‘espíritus en
pena’ o fantasmas (Mt 14, 26); ante visiones inexplicables de la mente humana. Pero el hecho de que estén presentes en
nuestra cultura, léxico y creencias, no quiere decir que existan en la
realidad. No hay almas en pena fantasmales, de hombre y mujeres que
hayan muerto. Si ya murieron, sus almas
están con Dios o están siendo purificadas para estar con Dios.
Ahora bien, existen espíritus buenos y espíritus carentes de
bien (o malos); los buenos son los que han permanecido fieles a Dios y los
malos son los que han repudiado a Dios y obedecido a Satanás el Diablo. Los buenos ‘viven’ en todas partes con Dios y
gozan de su presencia; los malos deambulan por el Mundo, o están encarcelados
(como es el caso de los espíritus encadenados en el Diluvio) y esperan su
juicio y destrucción en la Gehena.
Muchísimos espíritus malos (o malignos o malvados o
demoníacos) interactúan entre nosotros, induciéndonos al mal, al pecado, a la
rebelión contra Dios. Las
manifestaciones demoníacas que han sufrido algunos Santos, no son solamente
sueños o pensamientos en éxtasis, son acciones de seres espirituales reales; pero
de ninguna manera de fantasmas. Inclusive, en las Historias de San Antonio
Abad, San Francisco de Asís o San Pío de Pietrelcina (Padre Pío), es el
mismísimo Satanás el Diablo (no fantasma alguno) el que hace presencia física
en las agresiones a los Santos Hombres de Dios.
Siempre lo he dicho, y ahora lo repito para que quede muy
claro: minusvalorar la presencia real de Satanás el Diablo y sus huestes
demoníacas –o sostener consciente o inconscientemente su inexistencia– es el
inicio para caer en sus dominios y ser presa fácil de sus engaños.
Solo la presencia CONTINUA de Dios en nuestra vida –en
oración, obras de misericordia y obediencia constante– nos puede garantizar
(igual que a la Santísima Virgen María), salvarnos de los ataques del Maligno y
sus huestes.
Orar
sirve, oremos por nuestros Pueblos.
De
todos ustedes afectísimo en Cristo
Antonio
Garelli
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Veritelius
de Garlla, Apóstol Gentil
De Milagros y
Diosidencias. Solo por el gusto de
proclamar El Evangelio.
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