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miércoles, 22 de febrero de 2017

FORMACIÓN DE MISIONEROS (7 DE 7) ÚLTIMO

¡Alabado sea Jesucristo!

Ciudad de México, Febrero 22 del 2017


FORMACIÓN DE MISIONEROS DE
JUVENTUD Y FAMILIA MISIONERA

CARTA ENCÍCLICA
HUMANÆ  VITÆ
TRANSMISIÓN DE LA VIDA HUMANA

DE SU SANTIDAD EL PAPA PAULO VI

CONTINUACIÓN
(7 de 7)

Apostolado entre los hogares

26.  Entre los frutos logrados con un generoso esfuerzo de fidelidad a la Ley Divina, uno de los más preciosos es que los cónyuges no rara vez sienten el deseo de comunicar a los demás su experiencia.  Una nueva e importantísimo forma de apostolado entre semejantes se inserta de este modo en el amplio cuadro de la vocación de los laicos; los mismos esposos se convierten en guía de otros esposos.  Esta es, sin duda, entre las numerosas formas de apostolado, una de las que aparecen más oportunas.

A los médicos y al personal sanitario

27.  Estimamos altamente a los médicos y a los miembros del personal de sanidad, quienes en el ejercicio de su profesión sienten entrañablemente las superiores exigencias de su vocación cristiana, por encima de todo interés humano.  Perseveren, pues, en promover constantemente las soluciones inspiradas en la fe y en la recta razón, y se esfuercen en fomentar la convicción y el respeto de las mismas en su ambiente.  Consideren también como propio deber profesional, el procurarse toda la ciencia necesaria en este aspecto delicado, con el fin de poder dar a los esposos que los consultan, sabios consejos y directrices sanas que de ellos esperan con todo el derecho.

A los sacerdotes

28.  Amados hijos sacerdotes, que sois por vocación los consejeros y los directores espirituales de las personas y de las familias, a vosotros queremos dirigirnos ahora con toda confianza.  Vuestra primera incumbencia –en especial la de aquellos que enseñan la Teología Moral– es exponer sin ambigüedades la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio. 

Sed los primeros en dar ejemplo de obsequio leal, interna y externamente, al Magisterio de la Iglesia en el ejercicio de vuestro ministerio.  Tal obsequio, bien lo sabéis, es obligatorio no sólo por razones aducidas, sino sobre todo por razón de la luz del Espíritu Santo, de la cual están particularmente asistidos los pastores de la Iglesia para ilustrar la verdad. 

Conocéis también la suma importancia que tiene para la paz de las conciencias y para la unidad del pueblo cristiano, que en el campo de la moral y del dogma se atengan todos al Magisterio de la Iglesia y hablen del mismo modo.  Por esto reno-vamos con todo nuestro ánimo el angustioso llamamiento del Apóstol Pablo: “Os ruego, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos habléis igualmente, y no haya entre vosotros cismas, antes seáis concordes en el mismo pensar y en el mismo sentir.”

29.  No menoscabar en nada la saludable doctrina de Cristo, es una forma de caridad eminente hacia las almas.  Pero esto debe ir acompañado siempre de la paciencia y de la bondad de que el mismo Señor dio ejemplo en su trato a los hombres.  Venido no para juzgar sino para salvar, Él fue ciertamente intransigente con el mal, pero misericordioso con las personas.

Que en medio de sus dificultades, encuentren siempre los cónyuges en las palabras y en el corazón del sacerdote el eco de la voz y del amor del Redentor.

Hablad, además, con confianza, amados hijos, seguros de que el Espíritu de Dios que asiste al Magisterio en el proponer la doctrina, ilumina internamente los corazones de los fieles, invitándolos a prestar su asentimiento.  Enseñad a los esposos el camino necesario de la oración, preparadlos a que acudan con frecuencia y con fe a los Sacramentos de la Eucaristía y de la Penitencia, sin que dejen nunca desalentar por su debilidad.

A los obispos

30.  Queridos y venerables hermanos en el episcopado, con quienes compartimos más de cerca la solicitud del bien espiritual del Pueblo de Dios, a vosotros va nuestro pensamiento reverente y afectuoso al final de esta Encíclica.  A todos dirigimos una apremiante invitación; trabajad al frente de los sacerdotes, vuestros colaboradores, y de vuestros fieles con ardor y sin descanso por la salvaguardia y la santidad del Matrimonio, para que sea vivido en plenitud humana y cristiana.

Considerad esta misión como una de vuestras responsabilidades más urgentes en el tiempo actual.  Esto supone, como sabéis, una acción pastoral, coordinada en todos los campos de la actividad humana, económica, cultural y social; en efecto, solo mejorando simultáneamente todos estos sectores, se podrá hacer no sólo tolerable sino más fácil y feliz la vida de los padres y de los hijos en el seno de la Familia, más fraterna y pacífica la convivencia en la sociedad humana, respetando fielmente el designio de Dios sobre el mundo. 

Llamamiento final

31.  Venerables hermanos, amadísimos hijos y todos vosotros hombres de buena voluntad: es grande la obra de educación, de progreso y de amor a la cual os llamamos, fundamentándose en la doctrina de la Iglesia, de la cual el Sucesor de Pedro es, con sus hermanos en el episcopado, depositario e intérprete.  Obra grande de verdad, estamos convencidos de ello, tanto para el mundo como para la Iglesia, ya que el hombre no puede hallar la verdadera felicidad, a la que aspira con todo su ser, más que en el respeto de las leyes grabadas por Dios en su naturaleza y que debe observar con inteligencia y amor.

Nos invocamos sobre esta tarea, como sobre todos en vosotros en particular sobre los esposos, la abundancia de las gracias de Dios de santidad y de misericordia, en prenda de las cuales os otorgamos nuestra bendición apostólica.

Dado en Roma, junto a San Pedro, en la Fiesta del
Apóstol Santiago, 25 de julio de 1968,
sexto de nuestro pontificado.


FINAL


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Veritelius de Garlla, Apóstol Gentil



De Milagros y Diosidencias.  Solo por el gusto de proclamar El Evangelio.

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