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miércoles, 8 de febrero de 2017

FORMACIÓN DE MISIONEROS (5 DE 7)

¡Alabado sea Jesucristo!

Ciudad de México, Febrero 8 del 2017


FORMACIÓN DE MISIONEROS DE
JUVENTUD Y FAMILIA MISIONERA

CARTA ENCÍCLICA
HUMANÆ  VITÆ
TRANSMISIÓN DE LA VIDA HUMANA

DE SU SANTIDAD EL PAPA PAULO VI

CONTINUACIÓN
(5 de 7)

La Iglesia, garantía de los auténticos valores humanos

18.  Se puede prever que estas enseñanzas no serán, quizá, fácilmente aceptadas por todos; son demasiadas las voces –ampliadas por los modernos medios de propaganda– que están en contraste con la Iglesia.  A decir verdad, ésta no se maravilla de ser, a semejanza de su Divino Fundador, ‘signo de contradicción’, pero no deja por eso de proclamar con humilde firmeza toda la ley moral, natural y evangélica. La Iglesia no ha sido la autora de éstas, ni puede por tanto, ser árbitro, sino solamente depositaria e intérprete; sin jamás declarar lícito lo que no lo es por su íntima e inmutable oposición al verdadero bien del hombre.

Al defender la moral conyugal en su integridad, la Iglesia sabe que contribuye a la instauración de una civilización verdaderamente humana; ella compromete al hombre a no abdicar la propia responsabilidad para someterse a los medios técnicos; defiende con esto mismo la dignidad de los cónyuges.  Fiel a las enseñanzas y al ejemplo del Salvador, ella se muestra amiga sincera y desinteresada de los hombres a quienes quiere ayudar; ya desde su camino terreno, “a participar como hijos de la vida del Dios Vivo, Padre de todos los hombres.


III. Directivas Pastorales

La Iglesia, Madre y Maestra

19.  Nuestra palabra no sería expresión adecuada del pensamiento y de las solicitudes de la Iglesia, Madre y Maestra de todas las gentes, si, después de haber invitado a los hombres a respetar la Ley Divina referente al Matrimonio, no les confortase en el camino de una honesta regulación de la natalidad, aun en medio de las difíciles condiciones que hoy afligen a las familias y a los pueblos. 

La Iglesia, efectivamente, no puede tener otra actitud para con los hombres que la del Redentor, quien: conoce su debilidad, tiene compasión de las muchedumbres, acoge a los pecadores, pero no puede renunciar a enseñar la ley, que en realidad es la propia de una vida humana llevada a su verdad originaria y conducida por el Espíritu de Dios.

Posibilidad de observar la Ley Divina

20.   La doctrina de la Iglesia en materia de regulación de la natalidad, promulga-dora de la Ley Divina, aparecerá fácilmente a los ojos de muchos, difícil e inclusive imposible, en la práctica. Y en verdad que, como todas las grandes y beneficiosas realidades, exige un serio empeño y muchos esfuerzos de orden familiar, individual y social.  Más aún, no sería posible actuarla sin la ayuda de Dios, que sostiene y fortalece la buena voluntad de los hombres.  Para todo aquel que reflexione seriamente, no puede menos de parecer que tales esfuerzos ennoblecen al hombre y benefician la comunidad humana.  

Dominio de sí mismo

21.   Una práctica honesta de la regulación de la natalidad exige sobre todo a los esposos adquirir y poseer sólidas convicciones sobre los verdaderos valores de la vida y de la familia, y también una tendencia a procurarse un perfecto dominio de sí mismos.  El dominio del instinto, mediante la razón y la voluntad libre, impone sin ningún género de duda una ascética, para que las manifestaciones afectivas de la vida conyugal estén en conformidad con el orden recto y particularmente para observar la continencia periódica.  Esta disciplina, propia de la pureza de los esposos, lejos de perjudicar el Amor Conyugal, le confiere un valor humano más sublime.

Exige un esfuerzo continuo, pero, en virtud de su influjo beneficioso, los cónyuges desarrollarán integralmente su personalidad, enriqueciéndose de valores espirituales; aportando a la vida familiar frutos de serenidad y de paz y facilitando la solución de otros problemas; favoreciendo la atención hacia el otro cónyuge; ayudando a superar el egoísmo, enemigo del verdadero amor, y enraizando más su sentido de responsabilidad.

Los padres adquieren así la capacidad de un influjo más profundo y eficaz para educar a los hijos; los niños y los jóvenes crecen en la justa estima de los valores humanos y en el desarrollo sereno y armónico de sus facultades espirituales y sensibles.

Crear un ambiente favorable a la castidad

22.   En esta ocasión queremos llamar la atención de los educadores y de todos aquellos que tienen incumbencia de responsabilidad, en orden al Bien Común de la convivencia humana, sobre la necesidad de crear un clima favorable a la educación de la castidad, es decir, al triunfo de la libertad sobre el libertinaje, mediante el respeto del orden moral.

Todo lo que en los medios modernos de comunicación social conduce a la excitación de los sentidos,  como cualquier forma de pornografía y de espectáculos licenciosos, debe suscitar la franca y unánime reacción de todas las personas, solícitas de progreso de la civilización y de la defensa de los supremos bienes del espíritu humano.  En vano se trataría de buscar justificación a estas depravaciones con el pretexto de exigencias artísticas o científicas; o aduciendo como argumento la libertad concedida en este campo por las autoridades públicas.


CONTINUARÁ


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Veritelius de Garlla, Apóstol Gentil



De Milagros y Diosidencias.  Solo por el gusto de proclamar El Evangelio.

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