“… Señor, quédate con nosotros …”
San
Cleofás en Emaús
Riviera
Maya, México; Julio 30 del 2025.
MÍSTICA
Por:
Lilia Garelli
“…Vuélvete, paloma, que el ciervo
vulnerado
por el otero asoma al aire de tu vuelo, y
fresco toma…”
Cántico Espiritual - San Juan de la Cruz 12,1,1184
DILEXIT NOS (11) - Él nos Amó
“Sobre el Amor Humano
y Divino del Corazón de Jesucristo”
Estimados en Cristo:
· Triple Amor:
De acuerdo a lo que estamos reflexionando en estos apartados del Capítulo Tercero sobre el Corazón de Jesucristo que tanto nos amó, el Papa Francisco recuerda las palabras del Papa Benedicto XVI en su Ángelus del 1º de junio del 2008 que decían: “…Desde el horizonte infinito de su amor, Dios quiso entrar en los límites de su historia y de la condición humana, tomó un cuerpo y un corazón, de modo que pudiéramos contemplar y encontrar lo infinito en lo finito, el Misterio invisible e inefable en el Corazón humano de Jesús, el Nazareno…” (BXVI Ángelus 2008). (PF – DN No. 64).
En efecto, ¿cómo podría el hombre comprender el inmenso amor de Jesucristo por nosotros?, una de tantas formas que el Señor nos ha mostrado, nos la explica el Papa a través de estas bellas palabras: “…hay un triple amor que se contiene y nos deslumbra en la imagen del Corazón del Señor; ante todo, el amor divino espiritual de la humanidad del Señor; desde ese punto de vista, el corazón “es símbolo de la ardentísima caridad que, infundida en su alma, constituye la preciosa dote de su voluntad humana”. Finalmente “es símbolo de su amor sensible” (Pío XII, Carta Encíclica Haurietis Aquas (1956), 15: AAS 48, 327-328) …” (PF – DN No. 65).
Ante un amor así de sincero, abierto de par en par, ¿cómo es que no podríamos confiar en él?; si lo que más difícil es en este mundo es encontrar un amor siempre noble y dispuesto a consolar, a acompañar al otro que se encuentra en crisis existencial, en soledad por falta precisamente de un amor confiable, sin ataduras ni egoísmos. Como bien dice el Papa Francisco, no son amores que se muestran separados, forman parte del mismo ser – el divino y el humano – porque a la luz de la fe así lo creemos, —en la Persona de Cristo están unidas la naturaleza humana y la naturaleza divina.
La Iglesia siempre nos ha enseñado que la adoración al Sagrado Corazón de Jesús se realiza al Verbo que se hizo carne en sus dos naturalezas, inseparables e indivisas. El Papa Francisco, continúa recordando las palabras de San Juan de la Cruz quien a través de su misticismo nos dice: “…El Infinito de algún modo se abaja para que a través del Corazón abierto de Cristo podamos vivir un encuentro de amor verdaderamente mutuo: “cosa creíble es que el ave de bajo vuelo prenda al águila real muy subida, si ella se viene a lo bajo, queriendo ser presa” (…) Este místico entiende la figura del costado herido de Cristo como un llamado a la unión plena con el Señor. Él es el ciervo vulnerado, herido cuando todavía no nos hemos dejado alcanzar por su amor, que baja a las corrientes de aguas para saciar su propia sed y encuentra consuelo cada vez que nos volvemos a él …” (PF – DN No. 69).
Esto, sin lugar a dudas, es la experiencia mística de un amor que comprende el amor inconmensurable que el Corazón de Cristo nos tiene a toda la humanidad.
· Perspectivas trinitarias:
En este apartado el Papa Francisco nos hace reflexionar sobre la perspectiva que tiene la devoción al Sagrado Corazón de Jesús porque, a pesar de que nos centra en la persona de Jesucristo, a su vez Jesús nos dice: “…Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre, desde ahora lo conocéis y lo habéis visto…” (Jn 14, 6-7). Siempre será que Jesús nunca desea tener el mérito de su sacrificio, Él en todo momento ensalzará a Su Padre, como el único centro de todas las cosas; es por ello que la Iglesia, de igual manera busca que a quien se gloríe sea en primera instancia al Padre, Creador de todas las cosas: “…Así se entiende por qué la predicación de la Iglesia, desde los comienzos, no nos detiene en Jesucristo, sino que nos conduce al Padre. Él es quien, en último término, como plenitud frontal, debe ser glorificado…” (PF – DN No. 70).
El Papa Francisco continúa encuadrando este mensaje con las Cartas de San Pablo donde enfatiza su amor y adoración al Padre como sigue: “…Doblo mis rodillas delante del Padre…” (Ef, 3, 14); “…hay un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, lo penetra todo y está en todos…” (Ef 4,6); “…siempre y por cualquier motivo, den gracias a Dios, nuestro Padre…” (Ef 5,20); “…El Padre es a quién estamos destinados…” (1 Cor 8,6) (PF – DN No. 71).
No cabe duda que todos estos textos nos orientan sobre la importancia de darle al Padre la importancia que se merece. Jesús siempre le dio el primer lugar a todo lo que hacía y así se los enseñó a sus apóstoles y discípulos, como lo muestra el pasaje de Jn 14,10-11, cuando le respondía a Felipe: “…Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí…”. El Papa continúa recordando las palabras de San Juan Pablo II quien decía: “… toda la vida cristiana es como una gran peregrinación hacia la casa del Padre…”
En efecto, el Papa Francisco reflexiona cómo Jesús en todo momento se dirigía a Su Padre, tanto en oración como en diálogo constante, extrañándolo, pidiéndole consejo, mostrándole la vulnerabilidad de los hombres ante la duda y el pecado y cumpliendo hasta el final con la Voluntad de Su Padre.
“…Siento
en mi interior la voz de un agua viva que me habla y me dice: “Ven al Padre” …”
San
Ignacio de Antioquía
Papa
Francisco, Dilexit Nos. No. 71
Afectísima en Jesucristo,
Lilia Garelli
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Solo por el gusto
de proclamar El Evangelio.
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