“… Señor, quédate con nosotros …”
San Cleofás en Emaús
Riviera
Maya, México; Abril 16 del 2025.
MÍSTICA
Por:
Lilia Garelli
“…No creo en la Santidad sin
oración, aunque no se trate necesariamente
de largos momentos o de sentimientos
intensos…”
Papa
Francisco - Gaudete et Exsultate 147
GAUDETE ET EXSULTATE (22)
Alegraos y Regocijaos
“Sobre el llamado a la
Santidad en el mundo actual”
Estimados en Cristo:
En este Miércoles Santo que Dios nuestro Señor nos permite vivir durante el Año Jubilar 2025, dedicado por el Papa Francisco a la Esperanza, hagamos propia la invitación que el Papa hace en esta preciosa Exhortación Apostólica “Gaudete et Exsultate” dándole importancia a nuestra vida de oración para lograr la tan ansiada santidad.
· En Oración constante:
El Papa nos dice claramente cómo el ser humano debe tener una apertura habitual a la trascendencia o sea a proyectar nuestra vida diaria hacia más allá de lo que vemos y tocamos y tener presente a Dios en todas las acciones cotidianas, además de la expresión natural en la oración.
“…El santo es una persona con espíritu orante, que necesita comunicarse con Dios. Es alguien que no soporta asfixiarse en la inmanencia cerrada de este mundo, y en medio de sus esfuerzos y entregas suspira por Dios, sale de sí en la alabanza y amplía sus límites en la contemplación del Señor…” (PF – GE No. 147).
Con respecto a esto, el Papa nos recuerda las recomendaciones que hacía San Juan de la Cruz a los religiosos de su congregación para alcanzar la perfección: “…Procure ser continuo en la oración, y en medio de los ejercicios corporales no la deje. Sea que coma, beba, hable con otros, o haga cualquier cosa, siempre ande deseando a Dios y apegando a él su corazón…” (SJC – Grados de perfección 9b) …”
Tener a Dios siempre presente en nuestra vida no es “mochería” como algunos podrían decirnos aquí en México y que significa el excesivo uso de la religión; es esa comunicación privada y constante con Dios, porque sabemos que es nuestro único y verdadero amigo, es quien verdaderamente nos escucha, sin juzgarnos ni criticarnos, es quien nos comprende y nos da consejos, es quien nos guía por el camino correcto. Es como bien nos dice el Papa Francisco: “…La oración confiada es una reacción del corazón que se abre a Dios frente a frente, donde se hacen callar todos los rumores para escuchar la suave voz del Señor que resuena en el silencio…” (PF – GE No. 149).
Sin lugar a dudas, la oración abierta y totalmente dispuesta a la escucha, no tiene ninguna comparación, con ninguna otra acción que podamos hacer para encontrar respuestas a las encrucijadas de la vida, a las crisis existenciales o a las posibles soluciones a ellas, es en ese silencio y disposición a la trascendencia como podremos escuchar los murmullos del Señor que verdaderamente nos dan paz interior e inclusive alegría en la posible solución a nuestras problemáticas.
El Papa nos lo recuerda con estas bellas palabras: “…es la contemplación del rostro de Jesús muerto y resucitado la que recompone nuestra humanidad, también la que está fragmentada por las fatigas de la vida, o marcada por el pecado. No hay que domesticar el poder del rostro de Cristo…” (PF – GE No. 151).
El Papa Francisco continúa dándonos consejos y en esta ocasión toma palabras de San Bernardo en sus “Sermones sobre el Cantar de los Cantares” que dicen: “… ¿Hay momentos en los que te pones en su presencia en silencio, permaneces con Él sin prisas, y te dejas mirar por Él? ¿Dejas que su fuego inflame tu corazón? Si no le permites que Él alimente el calor de su amor y de su ternura, no tendrás fuego, y así ¿cómo podrás inflamar el corazón de los demás con tu testimonio y tus palabras? Y si ante el rostro de Cristo todavía no logras dejarte sanar y transformar, entonces penetra en las entrañas del Señor, entra en sus llagas, porque allí tiene su sede la misericordia divina…” (Sn Ver. – Sermones 61,3-5: PL 183, 1071-1073) (PF – GE No. 151).
En efecto, en el silencio, la meditación, la contemplación, la escucha atenta, es donde encontramos los murmullos del Señor, esa experiencia que te da paz inenarrable y que te transforma; misma que a la vez reflejas a los demás sin darte cuenta, lo expresas porque en ti hay un semblante tranquilo; al encontrarte con los demás, en esa actitud llena de ansiedad e inquietud, podrías desarmar su molestia o incluso detener su reacción violenta, porque contigo se puede compartir esa paz que provee la verdadera comunicación con el Señor. En pocas palabras, si en tu interior “hay paz” – reflejas paz.
Más adelante el Papa Francisco nos recomienda “…que no entendamos el silencio orante como una evasión que niega el mundo que nos rodea…” (PF – GE No. 152); “…Tampoco la historia desaparece. La oración, precisamente porque se alimenta del don de Dios que se derrama en nuestra vida, debería ser siempre memoriosa, (…) Es la memoria agradecida de la que también habla san Ignacio de Loyola en su “Contemplación para alcanzar amor”, cuando nos pide que traigamos a la memoria todos los beneficios que hemos recibido del Señor. Mira tu historia cuando ores y en ella encontrarás tanta misericordia. Al mismo tiempo esto alimentará tu consciencia de que el Señor te tiene en su memoria y nunca te olvida…” (PF – GE No. 153).
¡Aprovecha esta Semana Santa en la meditación de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, te los recomiendo ampliamente, dedícale por lo menos una hora a cada meditación y serás otra persona al término de esta Semana Santa en un Año Jubilar!
“…Por consiguiente,
tiene sentido pedirle que ilumine aun los pequeños detalles de tu existencia,
que a Él no se le escapan…”
Papa
Francisco – Gaudete
et Exsultate No. 153
Afectísima en Jesucristo,
Lilia Garelli
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Solo por el gusto
de proclamar El Evangelio.
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