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martes, 9 de abril de 2024

MÍSTICA - LILIA GARELLI (CFL-19)

 “… Hazme un instrumento de tu paz …”

San Francisco de Asís 

 

Riviera Maya, México; Abril 10 del 2024.

MÍSTICA

Por: Lilia Garelli

 

“…La necesidad de unos criterios claros y precisos de discernimiento y reconocimiento de las asociaciones laicales, también llamados ‘criterios de eclesialidad’ …” 

San Juan Pablo II - Christifideles Laici No. 30

CHRISTIFIDELES LAICI (19)

“Vocación y Misión de los Laicos en la Iglesia y en el Mundo”  

Estimados en Cristo:

Continuamos con las reflexiones que nos permite esta maravillosa Exhortación Apostólica de San Juan Pablo II – “Christifideles Laici – Vocación y Misión de los Laicos en la Iglesia y en el Mundo”.

         31.  El Servicio de los Pastores a la comunión:

Desafortunadamente tenemos que reconocer que toda persona humana es naturaleza caída por el pecado, y a pesar de que en el inicio de una asociación o movimiento laical se tengan las mejores intenciones, el maligno puede meterse fácilmente en el corazón de cualquier integrante, surgiendo discordias, soberbias, y toda clase de mala actitud o bien de mala intención en su pensar y actuar; por ello San Juan Pablo II toma en cuenta todo ello y aconseja a los Pastores de la Iglesia a no renunciar al servicio de su autoridad, guiando y orientando a los grupos laicales a retomar la misión que los inspiró a crear esa asociación o movimiento; igualmente acompañarlos en el discernimiento que los estimule a crecer en pureza de intención y espiritualidad para ser realmente útiles a la misión de la Iglesia.

Cabe mencionar que algunas formas apostólicas son dignas de ser reconocidas por la Jerarquía eclesiástica como las asociaciones y movimientos de Acción Católica en donde los fieles laicos nos podemos asociar libremente para servir a la Iglesia; “…siempre guiados por el impulso del Espíritu Santo en comunión con el Obispo y con los sacerdotes para poder servir, con fidelidad y laboriosidad…” (SJPII – CFL No. 31).

San Juan Pablo II recuerda en este apartado sus palabras en el Discurso al Convenio de la Iglesia italiana en Loreto el 10 de abril de 1985 en donde les decía:  “…Para edificar solidariamente la casa común es necesario, además, que sea depuesto todo espíritu de antagonismo y de contienda y que se compita más bien en la estimación mutua (Rm 12, 10); en el adelantarse en el recíproco afecto y en la voluntad de colaborar, con la paciencia, la clarividencia y la disponibilidad al sacrificio que esto a veces pueda comportar…”.

En efecto, todo esfuerzo por lograr la comunión entre los hermanos será elogiable, pero más aún cuando este esfuerzo se dirija al trabajo apostólico al que Dios nuestro Señor nos haya llamado, sin importar, cual fuere, es necesario que sea humilde y dispuesto a los designios que nos inspire la Iglesia de Dios.

El Papa nos recuerda más adelante: “…Volvemos una vez más a las palabras de Jesús “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos” (Jn 15,5) para dar gracias a Dios por el gran don de la comunión eclesial, reflejo el tiempo de la eterna e inefable comunión de amor de Dios, Uno y Trino…” (SJPII – CFL No. 31).

Sin lugar a dudas, es necesario estar conscientes de este don que como bien conocemos es un regalo del Espíritu, para que dé frutos, esto es una gran responsabilidad para todos aquellos que lo han recibido porque debe ser para un crecimiento espiritual personal que se vierta en la comunidad y crezca exponencialmente.

San Juan Pablo II lo explica fuertemente con el carisma determinante y decidido que siempre lo caracterizó: “…Ser responsables del don de la comunión significa, antes que nada, estar decididos a vencer toda tentación de división y de contraposición que insidie la vida y el empeño apostólico de los cristianos.  Me refiero a que cada uno de vosotros dice: “¡Yo soy de Pablo”, “yo en cambio de Apolo”, “yo de Cefas”, “yo de Cristo”! ¿Está acaso dividido Cristo? (1Cor 1, 12-13), continúa oyéndose hoy como reproche por las “laceraciones al Cuerpo de Cristo” …” (SJPII – CFL No. 31).  Tristemente todo ello es parte de nuestra miseria humana que no se decide a dejar atrás todo deseo de protagonismo, de soberbia, ¡al pensar que solo él mismo tiene la razón sobre todo y la verdad por encima de todo!; siendo que la “Verdad” solo es una – y esa es Dios mismo.

Es un hecho que a lo largo de la historia de la humanidad, esta lucha por lograr la humildad y pureza del corazón, será el signo que traeremos cargando en este mundo; San Pablo no dejaba de invitar a todas las comunidades eclesiales que él iba fundando en sus diversos viajes de evangelización, a permanecer sin divisiones ni deseos de imponer sus propias ideas, sino buscando la conciliación y comunión entre todos, como ejemplo nos lo hace notar el Papa al finalizar este Capítulo recordándonos las palabras de San Pablo a la comunidad de Corinto como sigue:  “… Os conjuro, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a que tengáis todos un mismo sentir, y no haya entre vosotros disensiones; antes bien, viváis bien unidos en un mismo pensar y en un mismo sentir (1 Co 1, 10)…”

El Papa termina este bello Capítulo II titulado “Sarmientos todos de la Única Vid” con estas bellísimas palabras que Jesús, orando a Su Padre decía fervorosamente: “…Como tú Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado…” (Jn 17, 21).

“…De este modo la comunión se abre a la “misión”,

 haciéndose ella misma misión…”

San Juan Pablo II

Christifideles Laici No. 31 

Afectísima en Jesucristo,

Lilia Garelli

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