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miércoles, 9 de marzo de 2022

MÍSTICA - LILIA GARELLI

“¿Por qué te afliges? ¿No estoy Yo aquí que soy tu madre?”

Nuestra Señora de Guadalupe del Tepeyac

Riviera Maya, México; Marzo 9, del 2022.

MÍSTICA

Por: Lilia Garelli

 

 “…El cuerpo humano no es solamente campo de reacciones de carácter sexual,

 sino que es, al mismo tiempo,

 el medio de expresión del hombre integral…”

San Juan Pablo II

Catequesis No. CXXIII


 
EL VALOR DE LA VIDA HUMANA (21)

Reestablecer el concepto del Amor Humano (13)

Amor y Fecundidad (3)

Estimados en Cristo:

A manera de conclusión de este tema sobre la “paternidad y maternidad responsable”,  tocaremos de forma general el contenido, ya que es sumamente amplio e invita a la reflexión profunda de cada pareja, para que de manera conjunta puedan analizar y definir su actuar en temas tan importantes para su matrimonio y para su familia; por tanto los invito a tomarse el tiempo de leer, reflexionar y compartir con su esposo(a) cada una de las catequesis de San Juan Pablo II, así como los documentos que confluyen en el análisis cuyo “principio de la moral conyugal, enseñado por la Iglesia (Concilio Vaticano II, Pablo VI), es el criterio de la fidelidad al plan divino” (SJPII Cat. CXXII).

Es importante destacar el No. 14 de la Carta Encíclica de San Pablo VI con respecto al aborto que a la letra dice:

“…En conformidad con estos principios fundamentales de la visión humana y cristiana del matrimonio, debemos una vez más declarar que hay que excluir absolutamente, como vía lícita para la regulación de los nacimientos, la interrupción directa del proceso generador ya iniciado, y sobre todo el aborto directamente querido y procurado, aunque sea por razones terapéuticas…”

Con respecto a la esterilización:

“…Hay que excluir igualmente, como el Magisterio de la Iglesia ha declarado muchas veces, la esterilización directa, perpetua o temporal, tanto del hombre como de la mujer; queda además excluida toda acción que, o en previsión del acto conyugal, o en su realización, o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga, como fin o como medio, hacer imposible la procreación…”

Con respecto a la justificación del acto conyugal infecundo:

“…Tampoco se pueden invocar como razones válidas, para justificar los actos conyugales intencionalmente infecundos, el mal menor o el hecho de que tales actos constituirían un todo con los actos fecundos anteriores o que seguirán después y que por tanto compartirían la única e idéntica bondad moral.

En verdad, si es lícito alguna vez tolerar un mal moral menor a fin de evitar un mal mayor o de promover un bien más grande, no es lícito, ni aun por razones gravísimas, hacer el mal para conseguir el bien, es decir, hacer objeto de un acto positivo de voluntad lo que es intrínsecamente desordenado y por lo mismo indigno de la persona humana, aunque con ello se quisiese salvaguardar o promover el bien individual, familiar o social…”

Con respecto a la regulación natural de la fertilidad:

“…si para espaciar los nacimientos existen serios motivos, derivados de las condiciones físicas o psicológicas de los cónyuges, o de circunstancias exteriores, la Iglesia enseña que entonces es lícito tener en cuenta los ritmos naturales inmanentes a las funciones generadoras para usar del matrimonio sólo en los períodos infecundos y así regular la natalidad sin ofender los principios morales que acabamos de recordar…”.

Con respecto a los auténticos valores humanos:

“…Se puede prever que estas enseñanzas no serán quizá fácilmente aceptadas por todos: son demasiadas las voces ampliadas por los modernos medios de propaganda que están en contraste con la Iglesia.  A decir verdad, ésta no se maravilla de ser, a semejanza de su divino Fundado, “signo de contradicción”, pero no deja por esto de proclamar con humilde firmeza toda la ley moral, natural y evangélica.  La Iglesia no ha sido la autora de éstas, ni puede por tanto ser su árbitro, sino solamente su depositaria e intérprete, sin poder jamás declarar lícito lo que no lo es por su íntima e inmutable oposición al verdadero bien del hombre…”

Con respecto a la fidelidad al plan divino:

“…Al defender la moral conyugal en su integridad, la Iglesia sabe que contribuye a la instauración de una civilización verdaderamente humana; ella compromete al hombre a no abdicar la propia responsabilidad para someterse a los medios técnicos; defiende con esto mismo la dignidad de los cónyuges.  Fiel a las enseñanzas y al ejemplo del Salvador, ella se demuestra amiga sincera y desinteresada de los hombres a quienes quiere ayudar, ya desde su camino terreno, “a participar como hijos a la vida del Dios vivo, Padre de todos los hombres…”.

Busquemos siempre formar en nuestro interior los principios que Dios nos ha dejado a lo largo de la historia de la humanidad para que no llenemos nuestro corazón de los criterios del mundo, y en vez de ello podamos dar gracias a Dios por todo aquello que a través del conocimiento que el Espíritu Santo nos permita entender sobre el plan “originario” de Él porque “…Dichoso el hombre a quien educas, Yahvé, aquel a quien instruyes en tu ley, para aliviarlo tras los días amargos…” (Salmo 93).

“… ¡Feliz el hombre que soporta la prueba!

 Porque, superada la prueba, recibirá la corona de la vida

 que ha prometido el Señor a los que le aman…”

Santiago 1, 12

Afectísima en Jesucristo,

Lilia Garelli


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Solo por el gusto de proclamar El Evangelio.

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