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miércoles, 9 de febrero de 2022

MÍSTICA - LILIA GARELLI

“¿Por qué te afliges? ¿No estoy Yo aquí que soy tu madre?”

Nuestra Señora de Guadalupe del Tepeyac

Riviera Maya, México; Febrero 9, del 2022.

MÍSTICA

Por: Lilia Garelli

“…El hombre abandonará a su padre y a su madre,

y se unirá a su mujer y los dos serán una sola carne…

Gen 2, 24 

 

EL VALOR DE LA VIDA HUMANA (17)

Reestablecer el concepto del Amor Humano (9)

El Matrimonio Cristiano (4)

Muy estimados en Cristo:

Después de haber reflexionado en la analogía que explicó San Juan Pablo II entre la relación Cristo-Iglesia y marido-mujer en el Sacramento del Matrimonio en las catequesis XC y XCI; pasaremos al siguiente apartado de nuestras reflexiones sobre el Matrimonio Cristiano con respecto a la Liturgia:

2. Sentido de la Liturgia Matrimonial: (cat. 104 – 108)

“…Yo… te quiero a ti… como esposa; yo… te quiero a ti… como esposo:  estas palabras están en el centro de la liturgia del matrimonio como sacramento de la Iglesia.  Los novios las pronuncian al insertarlas en la siguiente fórmula de consentimiento: “…prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad y así amarte y respetarte todos los días de mi vida…”  así es como inicia su catequesis No. CIII, del 5 de enero de 1983 San Juan Pablo II, y enfatiza por otro lado el papel de los testigos, desde el sacerdote quien preside cualificadamente toda la liturgia del sacramento, los padrinos e invitados, todos ellos testigos de la expresión libre y voluntaria de esa pareja que desea unirse en matrimonio, siendo un acto público ante la sociedad.

De igual manera, dentro de la Liturgia Matrimonial se incluye la entrega recíproca del “lenguaje del cuerpo”, como bien lo explica San Juan Pablo II en el No. 5 de la catequesis CIII: “Se convierten en ese don mediante su masculinidad y feminidad, descubriendo el significado esponsal del cuerpo y refiriéndolo recíprocamente a sí mismos de modo irreversible:  en la dimensión de toda la vida.  (No. 6) Así, el sacramento del matrimonio como signo permite comprender las palabras de los nuevos esposos, palabras que confieren un aspecto nuevo a su vida en la dimensión estrechamente personal (e interpersonal: communio personarum) (…) un signo irrepetible, que tiene también un significado de futuro: “todos los días de mi vida”, es decir, hasta la muerte…”

Releer todo ello, de manera consciente y ahondando en el sentido de la Liturgia del Matrimonio, es como descubrir el plan divino en una dimensión trascendente de la vida.  Cuando toda palabra y concepto es tan real y comprensible, sin lugar a dudas, cada uno de nosotros se transporta al objetivo verdadero del Matrimonio Cristiano donde no cabe en nuestro entendimiento, siquiera pensar en todas aquellas ideas destructoras de la “utilización del sexo” en acciones mezquinas y egoístas como las que se han practicado a lo largo de la historia de la humanidad.

San Juan Pablo II hace una maravillosa comparación entre varios textos del Antiguo Testamento, específicamente de varios profetas como Oseas y Ezequiel, o en el Deuteronomio, inclusive, en las que se enfatizan a manera de profecía, las frecuentes infidelidades del pueblo de Israel en forma de diversas idolatrías; y por otro lado cómo la Alianza de Yahvé con Israel redime toda esa concupiscencia para darle el sentido de profundidad esponsal.

Al reconocer los valores intrínsecos del “lenguaje del cuerpo” dentro del Matrimonio Cristiano, que se traducen en una serie de expresiones donde se construyen y profundizan: el amor, la fidelidad, la honestidad conyugal y todo lo bueno que pueda nacer de ello; bajo acciones concretas que expresan ese amor sincero y limpio dentro de una comunión de personas y cuyo objetivo permanece indisoluble hasta la muerte; es realista aceptar que después del pecado original, el ser humano no está exento de caer en la concupiscencia del “lenguaje del cuerpo” traducido en el engaño de la expresión del amor = adulterio desde el corazón, como lo menciona el mismo Cristo en el sermón de la montaña:  “…Habéis oído que se dijo:  No cometerás adulterio.  Pues yo os digo:  Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón…” (Mt 5, 27 – 28); sin embargo, precisamente la sacramentalidad del matrimonio nos ayuda a identificar que esta unión ante Cristo-Iglesia, no ha perdido su significado y sobrenaturalidad por la redención del mismo Cristo.

Retomando la lectura del significado esponsal “originario” me gustaría concluir este escrito, considerando uno de los párrafos del autor de la introducción al quinto ciclo del libro que les he recomendado anteriormente “Hombre y Mujer lo Creó” El amor humano en el plan divino por Juan Pablo II, en una edición preparada por el Pontificio Instituto Juan Pablo II para el estudio del Matrimonio y la Familia, como sigue:

“…Esta expresión de la verdad del lenguaje del cuerpo en el amor humano matrimonial es eminentemente profética.  Profeta es aquél que expresa con palabras humanas la verdad que proviene de Dios.  Al casarse, los cónyuges son profetas en un triple sentido:  sus palabras corresponden a la profecía bíblica del amor esponsal, proclaman la verdad de que son ante la Iglesia y el mundo, marido y mujer y, finalmente, sus palabras realizan proféticamente lo que anuncian: el vínculo matrimonial…”

Los invito como en otras ocasiones a profundizar estos conceptos en las catequesis de San Juan Pablo II que ahondan sobre estos temas en particular en los Núms. 104 al 108.

“…Esa relectura “en la verdad” del lenguaje del cuerpo,

 confiere por sí misma un carácter profético 

a las palabras del consentimiento conyugal…”

San Juan Pablo II

Catequesis No.CV

 

Afectísima en Jesucristo,

Lilia Garelli

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