“¿Por qué te afliges? ¿No estoy Yo
aquí que soy tu madre?”
Nuestra Señora de Guadalupe del Tepeyac
Riviera
Maya, México; Enero 19, del 2022.
MÍSTICA
Por:
Lilia Garelli
“…El Matrimonio, símbolo de la unión de Cristo con
la Iglesia …”
San Juan Pablo II
Familiaris Consortio No. 13
EL VALOR DE LA VIDA HUMANA (14)
Reestablecer el
concepto del Amor Humano (6)
El Matrimonio Cristiano
Muy estimados en Cristo:
Estando ya encarrilados en
este Nuevo Año 2022 deseándoles nuevamente salud, paz y armonía en sus
familias; y por supuesto, esperando que hayan buscado el tiempo para leer y
reflexionar las catequesis del Cuarto Ciclo con un tema tan controvertido como
son los conceptos sobre la Virginidad
Cristiana, mismos que San Juan Pablo II supo explicar y fundamentar
maravillosamente.
Ahora iniciaremos con el Quinto Ciclo, tocando varios de los temas más importantes y extensos de estas enseñanzas; casi, casi podría yo decir que son la esencia y razón de todo este esfuerzo filosófico y teológico de San Juan Pablo II para lograr nuestra comprensión dentro de una dimensión diferente, como puede ser el Matrimonio Cristiano, visto desde la Teología del Cuerpo.
e. El Matrimonio Cristiano ― (cats. LXXXVII – CXVIII)
En la introducción de este ciclo el autor lo desglosa acertadamente en varias partes para nuestra fácil reflexión, como sigue:
1.
Sentido del Sacramento del Matrimonio.
2.
Sentido de la Liturgia matrimonial.
3.
Correcta relación antropológica entre:
a.
La verdad existencial del enamoramiento.
b. La expresión sacramental expresada en la oración.
Como podemos ver, son temas muy profundos e indispensables para una debida comprensión de la trascendencia del concepto sobre el matrimonio cristiano por lo que, es posible, me tome varios escritos dentro de este mismo quinto ciclo. Vayamos pues con la primera parte del Quinto Ciclo.
1. Sentido del Sacramento del Matrimonio: (cat. 87 – 103)
A lo largo de esta primera parte del Quinto Ciclo San Juan Pablo II toma la Carta de San Pablo a los Efesios en sus distintos capítulos, siendo el 5º. El más estudiado y el instrumento que nos ayudará a reflexionar sobre la Moral Matrimonial, como se titula el apartado entre los versículos 21 al 33 principalmente y que a continuación re escribo, mismo que se irá desmenuzando en las reflexiones de diversos escritos:
“…Sed sumisos los unos a los otros en el temor de Cristo: las mujeres a sus maridos, como al Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de la Iglesia, el salvador del cuerpo. Como la Iglesia está sumisa a Cristo, así también las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo.
Maridos, amad a
vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella,
para manifestarla, purificándola mediante el baño del agua, en virtud de la
palabra, y presentársela resplandeciente a sí mismo, sin que tenga mancha ni
arruga ni cosa parecida, sino que sea santa e inmaculada. Así deben amar los maridos a sus mujeres como
a sus propios cuerpos. El que ama a su
mujer se ama a sí mismo. Porque nadie aborrece
jamás su propia carne, antes bien, la alimenta y la cuida con cariño, lo mismo
que Cristo a la Iglesia, pues somos miembros de su cuerpo. Por eso dejará el hombre a su padre y a su
madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una carne. Gran misterio es éste, o
digo respecto a Cristo y la Iglesia. En
todo caso, también vosotros, que cada uno ame a su mujer como a sí mismo; y la
mujer, que respete al marido…”
San Juan Pablo II inicia este Quinto Ciclo recordando todo el análisis que se ha venido haciendo en los ciclos anteriores, como son las palabras de Cristo ante: (a) las alocuciones sobre cómo era el plan divino “en el principio” (Mt 19, 4); (b) la importancia de la limpieza del corazón “para no cometer adulterio”(Mt 5, 28); y (c) la resurrección futura, lugar donde no será necesario tomar mujer o marido (Mt 22, 30); todo ello con el fin de entender adecuadamente el mensaje de la Carta de San Pablo a los Efesios, porque de otra manera no se profundizaría en el significado evangélico del texto.
Como podemos leer en el texto de la Carta a los Efesios, arriba reescrita, San Pablo hace la analogía entre el significado de Cristo como cabeza de la Iglesia y salvador del cuerpo; así como del marido hacia su mujer, amándola como si fuera su propio cuerpo.
Bien se explica en la introducción de este quinto ciclo que la analogía del amor esponsal con el misterio de Cristo y la Iglesia, permite también una mejor comprensión del valor moral del matrimonio, por ello me gustaría fundamentar el sentido sacramental del matrimonio recordando lo que define el Catecismo de la Iglesia Católica en el No. 1146 sobre los signos y símbolos de los Sacramentos:
“…Signos del mundo de los hombres. En la vida humana, signos y símbolos ocupan un lugar importante. El hombre, siendo un ser a la vez corporal y espiritual, expresa y percibe las realidades espirituales a través de signos y de símbolos materiales. Como ser social, el hombre necesita signos y símbolos para comunicarse con los demás, mediante el lenguaje, gestos y acciones. Lo mismo sucede en su relación con Dios…”
Y complementando de alguna manera el concepto del Sacramento del Matrimonio en el Señor, el No. 1612 y parte del 1614 nos dice:
“…La alianza nupcial entre Dios y su pueblo Israel había preparado la nueva y eterna alianza mediante la que el Hijo de Dios, encarnándose y dando su vida, se unió en cierta manera con toda la humanidad salvada por Él, preparando así “las bodas del Cordero” (Ap 19, 7,9) (…) la unión matrimonial del hombre y la mujer es indisoluble; Dios mismo la estableció: “ Lo que Dios unió, que no lo separe el hombre” (Mt 19,6)…”
Una vez reflexionando estas premisas directamente del fundamento de nuestra fe católica, podemos pasar a la reflexión de San Juan Pablo II sobre el tema:
“…El sacramento, según el significado generalmente admitido, es un “signo visible”. También el “cuerpo” significa lo que es visible, significa la visibilidad del mundo y del hombre. Luego, de algún modo – aunque sea el modo más general – el cuerpo entra en la definición del sacramento, al ser éste el “signo visible de una realidad visible”, es decir, de la realidad espiritual, trascendente, divina. En este signo – y mediante este signo – Dios se dona al hombre en su trascendente verdad y en su amor. El sacramento es signo de la gracia y es un signo eficaz.
Los invito a meditar lentamente este escrito, además de reflexionar en cada una de las catequesis de San Juan Pablo II en los números descritos al inicio, ya que cada uno de ellos irá profundizando sobre este tema.
“…Los esposos,
reflejo del Creador…”
San Juan Pablo II
Afectísima en Jesucristo,
Lilia Garelli
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Solo por el gusto
de proclamar El Evangelio.
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