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domingo, 19 de diciembre de 2021

CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO

“Nada te turbe, nada te espante… solo Dios basta…”

Santa Teresa de Ávila

Riviera Maya, México; Diciembre 19 del 2021.

Cumpleaños De Mi Amadísima Hija Kary.


 

CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO

Muy estimados todos, en Cristo Jesús:

Esta debe ser “La Semana de la Paz del Salvador”, porque es para ello que hemos estado trabajando los tres Domingos de Adviento que han pasado, para que en Santa Paz, El Niño Dios nazca entre nosotros; para que nuestros esfuerzos de purificación de alma y de corrección de acciones se vean recompensados con la dicha del Perdón de Dios. (Ahora que, si nos faltan algunos pecados por confesar, y por lo tanto ser absueltos, es mejor que los expongamos cuanto antes; para que el Perdón de Navidad sea total, completo y conveniente).  

De nada sirve que Dios se Haga Hombre, de nada sirve La Natividad del Señor, si mis actitudes de arrepentimiento son parciales, falsas o insuficientes; y peor aún, si lo que sé que está mal no lo quiero cambiar. 

Si tan solo con el prójimo estuviese yo ‘perfectamente bien’ (esto es, con los más próximos que tengo: mi esposa, mis hijas e hijos; mi madre y mi padre, mis hermanos y hermanas; mis yernos y nueras y sus respectivos padres; mi suegra y mi suegro, mis cuñadas y cuñados; mis compañeros de trabajo y de escuela; mis vecinos, todos, los de arriba y de abajo, los de atrás y de enfrente, los de un ambos lados); si tan solo con estos me mantuviera ‘cordialmente bien’, tendría la posibilidad de decir que mis círculos familiares y sociales más estrechos, se encuentran en Santa Paz de Dios.  ¡Y eso es mucha gente, además de ser bueno!

El Perdón de Dios, nace inmediatamente después del pecado; y se empieza a ‘materializar’ en Navidad, cuando Dios se Hace Hombre.  Por eso Adviento y Navidad son momentos esenciales para nuestra salvación, porque depende de nosotros la sinceridad del arrepentimiento; para poder ‘usar’ la oportunidad del ‘Perdón’. 

Si pueden, oren; si no pueden, recen; si no pueden ni una ni otra, entonces pongan su corazón en sus manos y pídanle a Dios que lo limpie, que lo sane y que lo ablande; porque nosotros solo nos hemos dedicado a ensuciarlo, a enfermarlo y a endurecerlo con nuestras actitudes y comportamientos.

Nos quedan seis días para lograrlo; y Dios quiere que lo logremos. ¡Hagámoslo!

Orar sirve, nuestra alma lo agradece y nuestra mente también.

De todos ustedes afectísimo en Cristo,

Antonio Garelli

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