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domingo, 15 de septiembre de 2019

De mi libro: "El Evangelio según Zaqueo" - 28 - MARÍA MAGDALENA SE UNE AL GRUPO


LAS PÁGINAS QUE SE LEEN ENSEGUIDA,
SON PARTE DE MI LIBRO
“El Evangelio Según Zaqueo”

(EL ARCA EDITORES - 2004)

Una muy personal forma de ver,
La Vida Humana de Dios Hecho Hombre.

“Santifícalos con La Verdad.
Tu Palabra es La Verdad.”


Riviera Maya, México; Septiembre 15 del 2019.

28 DE 40

MARÍA MAGDALENA SE UNE AL GRUPO

El Maestro y sus Discípulos partieron a Nazaret de inmediato para llegar allá antes de anochecer.

A la mañana siguiente todos se encontraban reunidos en la casa de José, en donde estaba María, la madre de Jesús y todos sus parientes. Cuando Jesús entró a la habitación, fue directamente hacia su Madre para consolarla y le dijo:
“Bien sabes que este justo era un escogido de mi Padre que está
en el Cielo. De muy diversas maneras Él te lo demostró en muchas
ocasiones, por lo que tu llanto no debe pasar del día de hoy; pues
tu seguridad debe estar en Dios quien lo guardará hasta el día de
la resurrección de los muertos.”

Y dicho eso fue ante el cuerpo de José y oró diciendo:
“Padre de bondad, que miras en el corazón de tus hijos la intención
de su proceder, toma en Tu seno al Justo José y hazlo llegar
ante Ti como premio de su vida. Este hombre fue fiel a Tus preceptos
y guardó tus mandatos aún a costa de su voluntad, la cual
sometió a la Tuya para el fiel cumplimiento de Tus designios, por
ello Padre, acógelo como uno de tus preferidos.”

Jesús estaba de una sola pieza: sereno, amable con cuantos querían acercarse a él, atento para con su Madre y firme ante los acongojados. A todos los presentes les dio la paz y les agradeció sus muestras de cariño por su padre, su Madre y por Él mismo. Al filo del mediodía, llegó Cleofás con los embalsamadores y avisó a todos que José sería llevado a Belén, en donde sería sepultado junto a sus padres. Les pidió a todos que no hicieran cortejo fúnebre, pues ese había sido el deseo del buen Hombre y Carpintero que todos conocían como José, el esposo de María y padre de Jesús.

La carroza partió con el cuerpo de José, ante la mirada doliente de todos los que colmaban la casa de la Sagrada Familia en Nazaret; y al mismo tiempo, todos se fueron despidiendo de Jesús y de María. Ya convencida la Madre del Rabboni de que su vida estaba dando ‘otro giro inadvertido’, ante el saludo de cada uno de sus parientes, ella les obsequiaba alguna de las piezas de la casa, símbolo éste de que a partir de ese momento, aquella morada que durante muchos años había sido el hogar de su amada familia, dejaría de existir.

Cada cual salió con algo que la muy querida María les había obsequiado. Todos partieron; y en las estancias de la residencia no quedaron más que María, sentada en una silla ligera, Jesús y sus discípulos y la Magdalena, la cual, al percatarse de la impactante presencia de la Virgen Madre de su Señor (la cual había soñado nítidamente tal como se encontraba), se lanzó a su regazo para romper en un llanto estremecedor que a todos conmovió hasta las lagrimas. Entonces María dijo:
“Ya estamos listas, María de Magadán; mucho es lo que tú y yo
tenemos que hacer en el Ministerio del Mesías; El Señor
nuestro Dios lo ha mandado y ambas hemos de obedecer su
mandato. Unámonos pues a Jesucristo en la predicación de Su
Evangelio y seamos dignas de tan Gran Señor.”

Dicho eso, salieron todos de la casa y se dirigieron a Cafarnaúm, camino de Caná y Magadán (para evitar el paso por Tiberíades, como siempre hacía la Madre del Señor), para vivir en la comunidad de su amadísimo Hijo, Jesús de Nazaret.

Para trasladarse a pie de Nazaret a Caná, se usa una jornada de camino. En este momento, la joven y bella Madre del Rabboni tiene 45 años y aún viste sus galas blanco y azul celeste en el velo y el manto; y rosa en el vestido. Lo primero, porque es una doncella comprometida; y lo segundo porque es una madre desposada. María no cambiará estos colores en tanto viva su Hijo; siempre dará señal de esta Divina contradicción de ser Virgen y Madre.

En Caná pararon para visitar a los muchos amigos que allí tenían. Todo el pueblo los saludaba jubilosos, pues ya habían oído acerca del Ministerio de Jesús; de que era un gran conocedor de la Ley y los profetas y que era el Mesías, el Salvador que se esperaba por esos días. Todos querían hospedarlos en sus casas, pues siendo la víspera del Sabat, era un privilegio que tanto Jesús como María, pudieran celebrar tan insigne momento en sus hogares. Finalmente se quedaron con sus parientes, las primas de María.

Todos sabían que José había muerto, pero viendo a María sin ropas de luto y sabiendo lo especial que eran ellos respecto de estas tradiciones, nadie quiso contradecir lo que veían: Hijo y Madre vivirían sin pesar la muerte del amadísimo José. Jesús había sido muy claro en su oración; para Él, José solo había dado un paso más en su camino por llegar a Dios, por habitar en el lugar de los justos.

Jesús predicó a todos los cananeos en la sinagoga durante los sábados que permanecieron en Caná. Simón se sentía muy alagado por el hecho de que el Divino Maestro les enseñara a todos acerca de las Escrituras. Más aún, estaba orgulloso de que todos se encontraran en su pueblo predicando el Evangelio.

Durante todo el tiempo que permanecieron en Caná, y a pesar de darse cuenta de la gran aceptación que tenía el Maestro, algunos de los Discípulos empezaron a dudar de si en realidad Jesús de Nazaret era lo que la gente pensaba: “El salvador anunciado por los Profetas”. Maria Magdalena era hasta entonces la única mujer que estaba con ellos (además de María la Madre del Señor, por supuesto) y todavía la veían como entrometida en ese privilegiado grupo. Los galileos eran los más reacios a aceptarla, ya que la ‘fama’ de la que estaba precedida no les agradaba en lo mínimo. Sin embargo, el amor que recientemente había nacido entre la Madre del Señor y la Magdalena se fortalecía y se autentificaba día con día, hasta llegar a ser sinceras confidentes de cuanto vivían.


El primer día de la última semana que pasaron allá, María fue invitada a una gran boda que se celebraría en el pueblo. Se casaría el hijo del Rabino Minyamín, Mayordomo del pueblo y representante de los cananeos en el Templo de Jerusalén. A la boda también fue invitado Jesús junto con sus discípulos; todos asistieron al banquete en donde tuvo lugar la primera manifestación pública, portentosa y Divina del Señor: la conversión del agua en vino. Muchos habían sido ya los ‘milagros’ que Jesús había realizado, solo que éste era el primero del cual tomarían debida nota sus Discípulos; como para que no siguieran dudando; como para que creyeran en Él.

Fue muy especial el momento, ya que se realizó en la fiesta civil más importante del pueblo judío: una boda. También resulta significativo el hecho de que María haya intervenido ante su Hijo a favor de todos los invitados y especialmente a favor del novio y de sus padres, es que eran conocidos de ella.

Por supuesto que esto no bastó para que todos, a partir de ese momento, creyeran y fueran incondicionales del Señor en su Ministerio; muchas más obras haría el Señor para demostrar su Divino Origen a cada uno de sus Apóstoles.

Señales como éstas tendrán en su oportunidad y con su especial aplicación, Felipe en su natal Bethsaida con la multiplicación de los Panes; Simón Pedro en el Lago de Genesaret, con la pesca milagrosa; Natanael con su entrañable amigo Lázaro en Betania, levantado del sepulcro; Juan y Santiago con la sanación de endemoniados; e inclusive María Magdalena, en la curación de la hija de su amigo el centurión. Todos probarán la Divinidad del Señor personalmente, cada uno en su oportunidad y a su momento. Pero la Primicia, en esto, también es de María; se da en Caná de Galilea y a petición de Ella.


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Orar sirve, es bueno para nuestra alma y nuestra mente.

De todos ustedes afectísimo en Cristo,

Antonio Garelli





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