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jueves, 6 de diciembre de 2018

De mi libro: V.G.A.G. - 68 - La II Epístola de Petrus Apostolus.

Santifícalos con La Verdad.

Ciudad de México, Diciembre 7 del 2018.


DEL LIBRO
Veritelius de Garlla, Apóstol Gentil
68 de 130


Novus Villa Garlla Canea, Episcopâtus Cretiens
Septembris XXVII
LXV Anno Domini

LA II EPÍSTOLA DE PETRUS APOSTÔLUS

Esa difícil tierra conocida como Asia Menor, con tal diversidad de culturas, costumbres y gente, siempre será un lugar que habrá que mantener vigilado, ya que de forma contraria siempre generará problemas para Roma.  Tanto Petrus como Paulus, le dedicaron buena parte de su tiempo de predicación; y qué decir del Apóstol Juan, quien lleva años en Ephesus junto con Timoteo.  Judíos de la Diáspora, Galos de Belgium, Helénicos de Hellas; Armenios, Mesopotámicos y Partos; todos conviven en los mismos lugares y no tienen absolutamente nada en común: ni historia, ni religión, ni leyes, ni lengua, bueno, pues, ni semejanzas físicas hay entre todos ellos.  Casi podría yo asegurar que las tierras de Palestina y Asia Menor, fueron pobladas con la gente que el Señor Dios dispersó en tiempos de Babel.

Allí ha empezado ya la división de pensamiento respecto de Iesus Christi y su Evangelîum; ya han salido ‘falsos profetas’ contraviniendo las enseñanzas de los Apóstoles, con ideas desviadas y contrarias a los Divinus Mandatus.  Y para remediar este hecho, Petrus, el Christus Vicarîus, ha escrito su segunda carta para aclarar el mal proceder de algunas personas.  Como siempre, el Apóstol es determinante, pero suave; intransigente, pero sutil; adusto, pero amoroso.

Estoy seguro que a esta gente de Asia Menor de poco le servirán las palabras del Apóstol; pues la dureza de su corazón, la soberbia de sus pensamientos y la necedad de sus ideas, no les permitirán captar el elevado contenido teológico de la epistôla.  Pero lo escrito no es solo para ellos; me imagino mejor a la gente dentro de mil o dos mil años, siguiendo las amonestaciones y recomendaciones de Simón Petrus para fortalecer su Fe:
“. . . Porque en ningún tiempo fue dada la profecía por voluntad de hombre; mas los Hombres Santos de Dios hablaron siendo inspirados del Sanctus Spirîtus. . .”

¡Qué bien lo dice el Santo Hombre de Dios, originalmente llamado Simón y renombrado por el Mashiaj como Céphas; Petrus; piedra!  Con estas tres líneas podría yo definir el “Christus Mandatus”: Santos Hombres de Dios, escribiendo con inspiración del Paráclito, para las generaciones por venir.


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Novus Villa Garlla Canea, Episcopâtus Cretiens
Decembris XIX
LXV Anno Domini

II CARTA DE PAULUS A TIMOTEO

Las matanzas de Christiani en el Circus Maxîmus Romanorum han alcanzado niveles infrahumanos y demoníacos; las formas de muerte para nuestros  desvalidos hermanos, van desde las ‘gloriosas armas de guerra’, hasta los gladiadores y las fieras.  Toda Roma ha enloquecido con el frenesí generado por los asesinatos que ha iniciado y sigue fomentando el más ruin y nefasto ‘emperador’ que haya gobernado este vasto Imperio Romano: Nerone Cæsar, la inmunda escoria de los gens Iulius Claudius que haría vomitar a sus honorables antecesores, bien ellos por lo dignos que hubiesen sido; o por sus propias infamias.  Ojalá que los insufribles cronistas e historiadores, nada escriban de estas detestables masacres; aunque lo dudo, pues igual que el César, viven y se alimentan del dolor humano ajeno.

Los millares de misivas que he recibido de todo tipo de ciudadanos romanos, para que yo encabece una rebelión contra el César, tienen su tope máximo de dolor en esta segunda epístola que Paulus le escribe a su queridísimo Timoteo.  Se ‘siente’ de tal forma el sufrimiento por el que pasa el Apóstol de los Gentiles, que pareciera que él mismo ‘presiente’ ya su martirio.  No puedo dejar de llorar en cada línea que leo; desde el saludo hasta la despedida son angustiantes:

“. . . Trabaja como buen soldado de Iesus Christi; pues ninguno que milita para Dios, se afana solo por los negocios del siglo, a fin de aguardar a Aquél para quien se alistó. . .”

“. . . Entiende lo que digo; porque el Señor te dará inteligencia en todo. Acuérdate que el Señor Iesus Christi resucitó de entre los muertos, según el Evangelîum, en el que trabajo hasta estando en prisiones como un malhechor. . .”

“Por tanto lo sufro todo por los escogidos, para que ellos alcancen también la salud, que es en Iesus Christi, con la Gloria del Cielo.  Fiel palabra: Si somos muertos con Él, también con Él viviremos. . .”

Este es el denominador de los cientos de consejos y recomendaciones que da Paulus, no solo a Timoteo, sino a todos los Christiani que lleguen a existir ‘per  sæcûlum seculorum’.  Son sus palabras hoy, para toda la existencia humana.

“. . . Porque yo ya estoy a punto de ser sacrificado, y cerca está el tiempo de mi muerte.  Yo he peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la Fe.  Por lo demás, me está reservada la corona de la justicia, que el Señor, Justo Juez me dará en aquél día. . .”

¡¡¿Qué hago Señor Iesus Christi?!!  ¡¡Ya no soporto más saber del sufrimiento de mis hermanos y seguir inmóvil ante ello!!  ¡Ya no quiero solo ser el mensajero de las pésimas noticias de injusticias, martirios, muertes y calamidades.  ¡Señor mío Iesus Christi, dímelo en un sueño, o que alguno de tus elegidos me lo ordene, y de inmediato habrá mil Legiones Romanas salvaguardando a tus fieles! ¡No importa que yo sea un anciano, mis hombres obedecerán mis órdenes como cuando era yo plena vitalidad y vigor!

Me mantengo sin reacción, solo por acatar las palabras de la Santísima Virgen María, Madre del Salvador; y de su Vicario, Petrus Apostôlus; aquéllas que me dijeron en ocasión de la primera ejecución ordenada por Tiberio César cuando los iudaicus asesinaron al Discípulo Esteban en Hierosolyma, allá en el lejano XXXVI A. D.:
“. . . El mal, Veritelius, solo genera más mal; y la justicia de los hombres no es la Justicia de Dios.  No hagas nada de lo que después tengas que arrepentirte.  Doblega con el bien al mal hecho. . .”

Eso dijo María Madre; y por el estilo fue lo que señaló el Apóstol:
“. . . Todos nosotros moriremos en Nombre de nuestro Señor Iesus Christi, Veritelius, eso lo sabemos bien y lo hemos aceptado como un hecho.  Porque morir en Iesus Christi, es alcanzar la vida eterna. . .”

Eso y solo eso he hecho; pero ya son muchos los muertos Christiani desde entonces.  ¡Christus meus, dareum Mandatus Tuus!



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Novus Villa Garlla Canea, Episcopâtus Cretiens
Octobris XXVI
LXVI Anno Domini

MARTIRIO DE JUAN, PERO SOBREVIVE

El informe que tengo en mis manos, llegado ahora mismo desde Ephesus, hiere mi alma de una forma muy singular: Juan hijo de Zebedeo, el hermano menor de ‘Sant-Iacob”; el más joven de los Apóstoles, ha sido martirizado por inmersión de su cuerpo en una paila de aceite hirviendo, ¡PERO NO LE HAN PODIDO MATAR! ¡Esto es un milagro del Señor, sin lugar a dudas!, pues los doce soldados Legionarios Romanos de la escolta que le ‘cuidaba’, han muerto en el linchamiento tratando de defender al Apóstol de la turba agresora que les atacó. 

Mucha gente ha muerto en la emboscada, pero el joven Apóstol Juan ha sobrevivido al suplicio al que ha sido sometido por sus sanguinarios agresores; algunos de los cuales, al ver el milagro, se han convertido allí mismo al darse cuenta del portento que el Señor ha realizado para salvar la vida de uno de Sus Elegidos. ¡Alabado sea Iesus Christi

¡A mí no me queda ni la menor duda de lo que realmente ha sucedido!, pues ha quedado de manifiesto que: “. . . La Misericordia de Dios es infinita. . .” y “. . . Sus caminos no son los caminos de los hombres. . .”  El Señor ha hecho posible que el ‘benjamín’ de sus Apóstoles, el más pequeño de ellos, de tan solo dieciocho años cuando el Divino Rabbuni le escogió, sobreviva a un tormento de muerte segura para cualquier hombre, pero no para uno de los Santos de Dios.

Allá iré por él, hasta Ephesus navegaremos para traer al Apóstol a Canea a fin de que se recupere de sus males físicos y ¡QUE SE PONGA A ESCRIBIR!, porque es realmente muy poco lo que ha hecho; cierto es que su carta resultó sensacional en cuanto a enseñanza y sublimidad, pero yo creo que el joven Apóstol nos puede dar más, mucho más de lo que hasta ahora hemos recibido.


† † †


Orar sirve, oremos por nuestros Pueblos.

De todos ustedes afectísimo en Cristo

Antonio Garelli



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