Santifícalos con La Verdad.
Ciudad de
México, Octubre 3 del 2018.
DEL LIBRO
EL DEMONIO AL
ACECHO DEL MESÍAS
49 DE 77
CAPÍTULO
QUINTO
DESDE EL PRENDIMIENTO
EN EL HUERTO
A LA SEPULTURA DE JESÚS
V.1.-
PRENDIMIENTO DE JESÚS
(Mt
26, 47-56; Mc 14, 43-52; Lc 22, 47-53; Jn 18, 2-12)
Estaba todavía
hablando cuando se presentó un grupo; el llamado Judas Iscariote, uno de los
Doce, iba a la cabeza, y se acercó a Jesús para darle un beso. Jesús le dijo: ‘¡Judas, con un beso entregas
al Hijo del hombre!’
Viendo los que
estaban con él lo qué iba a suceder, dijeron: ‘Señor, ¿herimos a espada?’ Y
Pedro, sacando una espada hirió al siervo del Sumo Sacerdote y le llevó la
oreja derecha.
Pero Jesús dijo:
‘¡Dejad! ¡Basta ya!’ Y tocando la oreja le curó. Dijo después a los sumos sacerdotes, a los
jefes de la guardia del Templo y a los ancianos que habían venido contra él:
‘¿Cómo contra un
salteador habéis salido con espadas y palos?
Estaba yo todos los días en el Templo con vosotros y no me pusisteis las
manos encima; pero esta es vuestra hora y el poder de las tinieblas.’”
Un traidor; una turba; en la
obscuridad. ¿Qué más se necesita para poder identificar quién está detrás de
esto? ¡Nada! Es el Demonio el que está al acecho del Mesías. Hay dos lugares en
la tierra por los cuales estamos seguros Satanás deambuló en persona: ‘En el Edén, Jardín de Dios, te paseabas’,
ese es uno; y Getsemaní, es el otro; ‘. .
.esta es vuestra hora y el poder de las tinieblas’. Estos dos momentos de la historia de la
humanidad, fueron atendidos ‘personalmente’ por el Diablo; en el primero ‘entró el pecado en el mundo’, pero en el
segundo ‘se realizó la más vil de todas
nuestras acciones: se consumó la traición al Hijo de Dios’. Y, sin embargo, en ambos, Dios se mantuvo
imperturbable. Había voluntad de por
medio y Él siempre respeta el libre albedrío.
No importa que éste, esté cargado de soberbia; ‘Dios es fiel a su Palabra’.
Son tan similares los acontecimientos
del Edén y Getsemaní, que queda clara la evidencia de la acción de una sola
‘persona’: el Satán. En el primero,
escondido en una serpiente; ‘el más
astuto de los animales’. En el
segundo dentro del más astuto de los discípulos: Judas Iscariote, ‘el que llevaba la bolsa’, ‘la serpiente
humana rendida al servicio del Diablo’.
En el primero, se siembra la duda que obscurece el entendimiento; en el segundo
son las tinieblas que ocultan la acción.
En el primero, la ambición de querer ‘ser como Dios’; en el segundo, querer suplantar a Dios.
Hasta este momento, en el Huerto de los
Olivos, el plan que han armado los ‘secuaces del Maligno’, favorece las
intenciones de todos para desanimar a Jesús de Nazaret en su camino a la Redención. Les conviene a Escribas y
Fariseos y le conviene al Demonio.
Satanás ha golpeado el alma del Señor con la traición de Judas
Iscariote, con la debilidad manifiesta de sus discípulos por mantenerse en la
oración y con su instigación ‘personal’ sobre Jesucristo respecto de la
inutilidad de su entrega por salvar a los hombres.
De la misma forma, el cuerpo humano de
Jesús ha sido vil y acremente golpeado, por lo que se duele hasta el
desvanecimiento. El dolor anímico y
físico nos puede vencer la voluntad; esto lo sabe el Demonio y por ello acecha
repetida y constantemente. El Satán
espera que, como ‘verdadero hombre’,
el Mesías no soporte el castigo al que está siendo sometido; por eso incita a
la agresividad y al oprobio en sus captores.
A todos los llevará al límite: al uno de su resistencia, a los otros de
su ignominia. Pasiones desenfrenadas,
voluntades desquiciadas, mentes ciegas; esos son ingredientes ideales para el
actuar de Satanás.
Y hasta los discípulos del Cristo han
entrado en el malvado círculo del horror:
‘Señor, ¿herimos a espada?’ También ellos están al límite de lo que pueden
soportar y por fin uno cae: ‘. . .Y
Pedro, sacando una espada hirió al siervo del Sumo Sacerdote y le llevó la
oreja derecha. . .’ ¡Por supuesto que no quería solamente cortarle la
oreja, quería partirle en dos la cabeza!
Pero Simón de ninguna manera era diestro en el manejo de las armas; era
pescador y además muy irritable. No tenía
las habilidades del guerrero, ni la ecuanimidad y sangre fría del asesino. ‘. . . Pero
Jesús dijo: ‘¡Dejad! ¡Basta ya!’ Y tocando la oreja le curó. . .’ Ahí está
otra vez la personificación máxima del Bien que hayan visto los seres humanos:
Jesucristo, El Hijo de Dios Vivo, Dios Hecho Hombre.
Esta batalla es tuya, Satanás; pero no
se fue libre de conversión. Con solo
bien se venció al mal; y se rescató un alma: la del siervo del Sumo Sacerdote
que fue tocado por El Salvador.
§ § §
Orar
sirve, oremos por nuestros Pueblos.
De
todos ustedes afectísimo en Cristo
Antonio
Garelli
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