“Santifícalos con La
Verdad.
Tu Palabra es La
Verdad.”
Ciudad de
México, Septiembre 30 del 2018.
“El camino a la
santidad comienza
con un deseo
ferviente de no pecar.”
Papa Francisco
LA MUERTE SIEMPRE ESTÁ A DESTIEMPO.
Muy estimados todos, en Cristo Jesús:
La muerte es tan
contraria a la esencia humana –que es vivir y amar– que nunca es bien querida,
ya sea que se la desee o se le repudie.
A veces, como una ‘obra de misericordia’, quisiéramos que la muerte
llegara para alguien, con tal de que deje ya de sufrir por causa de sus heridas
o por alguna enfermedad. Y a veces
cuando la muerte aparece inesperadamente, como en un accidente, en un atentado
o en un infarto, decimos que no debió haber sucedido así.
¡Claro! La muerte
nunca está a tiempo, es contraria a la existencia humana, ya que Dios nos creó
para vivir eternamente; pero el pecado nos ha separado de esa Divina intención:
nunca morir.
He vivido un fin de
semana de luto muy sentido; Luis, el hermano más chico de mi amada esposa Lilia,
por lo tanto, mi cuñado, ha muerto de un infarto agudo de miocardio. Fue fulminante el suceso, pues, entre el
primer aviso de dolor agudo y la pérdida total del sentido, no han transcurrido
ni treinta segundos. Luis falleció
precisamente el día de su 65° cumpleaños; don años menos que yo, así que, muy
joven aún.
Deja una viuda
triste, tres hijas huérfanas de padre y cinco nietos y nietas que ya no podrán
disfrutarlo; una hermana inconsolable, mi esposa; y muchos familiares y amigos que,
en el mejor de los casos le vamos a extrañar.
Yo me quedo con el amargo sabor de boca de saber que se nos ha
adelantado en el camino; convirtiendo su deceso en algo que no debió haber
ocurrido aun; más aún si sus padres fallecieron octogenarios
Luis y yo llevamos
una vida de acercamientos y alejamientos –como todas las relaciones entre
familiares no sanguíneos; a veces sucede con los familiares consanguíneos más
cercanos y los parientes más lejanos, cómo no va a suceder entre parientes
políticos– pero siempre muy intensos. Nos
conocimos en 1971, él 18, yo 20; él queriendo volverse malo y yo tratando de
recuperar el camino de El Bien. Luis era
tajante como buen hijo de descendientes españoles, y yo era ya, determinante en
los conceptos morales y religiosos.
A mí me tocó
enfrentar sus dudas juveniles de Fe, su racionalidad materialista –propia de
los jóvenes de los setentas– y su desacuerdo general contra el Magisterio de La
Iglesia, aunque yo todavía no era Católico; pero mis conocimientos bíblicos Y
EL ESPÍRITU SANTO, ANTE TODO, contrarrestaron eventualmente sus sentimientos contrarios
a Cristo.
Yo siempre he sentido
que si Luis nunca se hizo anti-católico o anti-cristiano, en una sociedad
desenfrenada que era anti-todo, fue precisamente por esos enfrentamientos
culturales que sostuvimos mi cuñado y yo, en nuestra primera juventud. Entre Dios, él y yo, quedan secretos de Fe
muy personales; algún día en el Cielo, los tres los volveremos a tratar. Que Dios te tenga ya en su Gloria, mi querido
Luis.
Orar sirve, es bueno para nuestra alma y
nuestra mente.
De todos ustedes afectísimo en Cristo,
Antonio Garelli
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Solo
por el gusto de proclamar El Evangelio.
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