Santifícalos con La Verdad.
Ciudad de
México, Agosto 1 del 2018.
DEL LIBRO
EL DEMONIO AL
ACECHO DEL MESÍAS
40 DE 77
IV.7.- EL IMPUESTO AL CÉSAR
(Mt
22, 15-22; Mc 12, 13-17; Lc 20, 19-26)
“Entonces los
fariseos se fueron y celebraron consejo sobre la forma de sorprenderle en
alguna palabra. Y le envían a sus
discípulos, junto con los herodianos, a decirle:
‘Maestro,
sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios con franqueza y que no
te importa por nadie, porque no miras la condición de las personas. Dinos, pues, qué te parece, ¿es lícito pagar
tributo al César o no?’
Mas Jesús,
conociendo su malicia, dijo: ‘Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Mostradme la
moneda del tributo.’
Ellos le
presentaron un denario. Y les dice: ‘¿De
quién es la imagen y la inscripción?’
Dícenle: ‘Del César.’
Entonces les
dice: ‘Pues lo del César, devolvédselo al César, y lo de Dios a Dios.’ Al oír esto, quedaron maravillados, y
dejándole, se fueron.”
¡Que caiga, que se equivoque, que haya
de qué culparlo! Si falla como hombre,
nunca podrá ser el Redentor. ¡Cómo
estarán todos de desesperados, que los fariseos (con tal de hacer fallar a
Cristo Jesús), ahora hasta aceptan la participación de sus más acérrimos
rivales, los herodianos, la gente de Herodes!
Así es, al Demonio no le importan las relaciones humanas, lo que le
interesa es el acecho sobre el Mesías. ¡Con quien sea, con lo que sea, pero que
haya acecho!
La dominación Romana para estas fechas,
lleva más de trescientos años en todo el Mediterráneo; las guerras de conquista
le han costado muchos hombres al Imperio y el Senado Romano quiere reducir
estas pérdidas al mínimo. Por ello han
emitido un decreto sobre el cual las Legiones Romanas solo pueden hacer la
guerra a aquellas naciones o pueblos que no acepten pagar tributo al
César. Todo ser humano conocido debe
pagar los impuestos romanos; caso contrario, se considera enemigo de Roma. Y si se es enemigo del Imperio, se está en
guerra contra él. Así de importante es
este asunto del pago de impuestos y tributos para los romanos.
Los reyes judíos, desde Hircano II (63 a C.) hasta los Herodes,
pagaban muchos impuestos a los romanos: por la paz, por la vigilancia, por el
comercio, por el ganado y por cada ser humano vivo que estuviese registrado
como judío. Además, pagaban tributos muy
importantes a los gobernantes locales y al César por permitirles continuar con
las prácticas religiosas según sus tradiciones.
El Sanedrín Judío (esto es, los Sumos Sacerdotes, los Ancianos y los
Escribas), nunca estuvieron de acuerdo en estos pagos; sin embargo, como ellos
no los recaudaban para el depósito a Roma (sino que era obligación de los
reyes), se convertía en un asunto político de negociación, en las constantes
confrontaciones y arreglos entre ambos bandos: la clase religiosa y la clase
gobernante.
Esta era una de las principales razones
por la que los Recaudadores de Impuestos para el Imperio, eran gente tan
poderosa en la sociedad judeo-romana y tan odiados por los miembros de
Sanedrín. Eran ricos e influyentes tanto
en las cortes romanas como judías; y los escribas y fariseos los tenían
considerados como ‘publicanos’, un título despectivo para señalarlos como
‘pecadores sin perdón’ de acuerdo a la Ley Mosaica.
El cuestionamiento a Jesús de Nazaret
era un arma de dos filos: si respondía favoreciendo NO PAGAR IMPUESTOS a los
romanos, SERÍA ENEMIGO DEL IMPERIO, con lo que inmediatamente era reo de muerte
para ellos. En cambio, si decidía A
FAVOR DEL PAGO, hubiese sido declarado enemigo de las Tradiciones del Pueblo de
Israel, dando pauta a una acusación que merecía la muerte, según la costumbre
para el Sanedrín.
¡El acecho no estaba nada mal pensado
(el Demonio no es tonto)! ¡Solo que el
Divino Maestro era más hábil que sus inquisidores! Por eso les contesta: “... Pues lo del César, devolvédselo al
César, y lo de Dios a Dios.” ¡Gran
Maestro! ¡Qué respuesta más contundente!
“. . . Al oír esto, quedaron
maravillados, y dejándole, se fueron.” ¡Nada lograste Satanás, más que
enseñarnos la Justicia
Divina , expresada por el Hijo de Dios!
§ § §
Orar
sirve, oremos por nuestros Pueblos.
De
todos ustedes afectísimo en Cristo
Antonio
Garelli
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