“Santifícalos con La Verdad, Tu Palabra
es La Verdad.”
Ciudad de
México, Enero 1 del 2018.
¡Feliz Año Nuevo!
SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA
VIRGEN MARÍA MADRE DE DIOS
Muy estimados todos, en Cristo Jesús:
Cada año que
recordamos esta Solemnidad, para mí, la más grande de todas las Fiestas
Marianas, meditando apenas un poco, encontramos cosas profundas dejadas por los
Santos que hace 16 siglos, le dieron forma al Dogma de la Maternidad Divina de María. Fue en Éfeso,
en el 431 A.D., en el II Concilio en esa ciudad y el 3° Ecuménico de toda la
Cristiandad (Oriente y Occidente), que entre otras muchas cosas estableció lo
siguiente:
“Desde un comienzo la Iglesia enseña que en Cristo
hay una sola persona, la segunda persona de la Santísima Trinidad. María no es solo madre de la naturaleza, del
cuerpo, pero también de la persona que es Dios desde toda la eternidad.
Cuando María dio a luz a Jesús, dio a luz en el
tiempo a quien desde toda la eternidad era Dios. Así como toda madre humana, no es solamente
madre del cuerpo humano sino de la persona, así María dio a luz una persona,
Jesucristo, quien es ambos, Dios y hombre; entonces ella es la Madre de Dios.”
II Concilio
de Éfeso.
Este escueto legado
constituye un Dogma de Fe para la Iglesia, el primero de los Dogmas Marianos, y
es de tal manera irrefutable –como son todos los dogmas que hay– que ni
siquiera conviene gastar tiempo, inteligencia y esfuerzo (tan escasos todos
ellos), esto algo que solo debemos Creer –ámbito de La Fe, Don de Dios–
sin buscarle ‘razones’; porque no las hay.
Alguna vez dando
clases de Ética en la universidad, un alumno me señaló –muy disgustado, por
cierto– que ‘los dogmas de fe eran
imposiciones contrarias al discernimiento humano’. Por supuesto, yo contesté que esa opinión era
más imposición que un dogma; y le definí lo que siempre he dicho de La Fe:
“Es el Don de Dios que nos permite creer
–e inclusive razonar– aquello que no podemos intelectualmente comprender.” Eso es La Fe.
Suena difícil
hacerlo, pero no lo es. El Dogma de la
Maternidad Divina de María, solo nos lo debemos aprender; eso es todo.
Orar sirve, es bueno para nuestra alma y
nuestra mente.
De todos ustedes afectísimo en Cristo,
Antonio Garelli
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es La Verdad.”
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