¡Alabado sea Jesucristo!
Ciudad de
México, Diciembre 9 del 2017.
“ . . . ¿Qué no
estoy yo aquí que soy tu Madre?. . .”
Santa María de
Guadalupe
SAN JUAN DIEGO CUAUHTLATOATZIN
Muy estimados todos, en Cristo Jesús:
El Primer Indígena
Americano subido a los altares es Nahua-Chichimeca, oriundo de Cuautitlán (una
comunidad de naturales a 20 kilómetros al norte de las riberas del Lago de
Texcoco, todo bajo el control y dominio del Imperio Azteca). Su nombre era Cuauhtlatoatzin (el que habla
como águila o el águila que habla) y
cuando fue Bautizado en la Iglesia de Santo Santiago Tlatilolco, le dieron el nombre de Juan Diego.
Lo Canonizó San Juan
Pablo II en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en el Tepeyacac, en la Ciudad de México, en
2002; dándose como fecha para su Fiesta el 9 de Diciembre, día del primer
contacto del indígena y La Señora del Cielo (Tecuatlasupe – la que aplasta
la cabeza de la serpiente), que hoy
conocemos todos los Cristianos como Santa María de Guadalupe.
Aquí les dejo una
biografía completa del Santo Mexicano y Primer Guadalupano San Juan Diego
Cuauhtlatoatzin:
Nació en 1474 en
Cuautitlán, entonces reino de Texcoco, perteneciente a la etnia de los
chichimecas. Siendo adulto y padre de familia, atraído por la doctrina de los
PP. Franciscanos llegados a México en 1524, recibió el bautismo junto con su
esposa María Lucía. Se llamaba Cuauhtlatoatzin, que en su lengua materna
significa “Águila que habla”, o “El que habla con un águila”, y al ser
bautizado recibió el nombre de Juan Diego.
Tanto María
Lucía como él fueron bautizados por el misionero franciscano Fray Toribio de
Benavente, llamado por los indios “Motolinia”, que en náhuatl significa ‘el
pobrecito’.
Celebrado el
matrimonio cristiano, vivió castamente. Su esposa María Lucía falleció en 1529
y, al morir ésta, Juan Diego se fue a vivir con su tío Juan Bernardino en
Tolpetlac, a 14 kilómetros de la iglesia de Tlatelolco, Tenochtitlán.
El 9 de
diciembre de 1531, mientras se dirigía a pie a Tlatelolco, en un lugar
denominado Tepeyac, tuvo una aparición de
María Santísima, que se le presentó como “la perfecta siempre
Virgen Santa María, Madre del
verdadero Dios”. La Virgen le encargó que en su nombre pidiera al Obispo
capitalino, el franciscano Juan de Zumárraga, la construcción de una iglesia en
el lugar de la aparición. Y como el Obispo no aceptó la idea, la Virgen le
pidió que insistiese. Al día siguiente, domingo, Juan Diego volvió a encontrar
al Prelado, quien lo examinó en la doctrina cristiana y le pidió pruebas objetivas
en confirmación del prodigio.
El 12 de
diciembre, martes, mientras Juan Diego se dirigía de nuevo a la ciudad, la
Virgen se le volvió a presentar y le consoló, invitándole a subir hasta la cima
de la colina del Tepeyac para recoger flores y traérselas a ella. No obstante
la fría estación invernal y la aridez del lugar, Juan Diego encontró unas
flores muy hermosas. Una vez recogidas las colocó en su “tilma” y se las llevó
a la Virgen, que le mandó presentarlas al señor Obispo como prueba de
veracidad. Una vez ante el Obispo Juan Diego abrió su “tilma” y dejó caer las
flores, mientras en el tejido apareció, inexplicablemente impresa, la imagen de
la Virgen de Guadalupe.
Luego del
milagro de Guadalupe, Juan Diego, movido por una tierna y profunda devoción a
la Madre de Dios, dejó los suyos, la casa, los bienes y su tierra y, con el
permiso del Obispo, pasó a vivir a un pequeño cuarto junto al templo de la
“Señora del Cielo”. Pasó el resto de su vida dedicado a la difusión de las
apariciones. Murió el 30 de mayo de 1548, a la edad de 74 años.
En espíritu de
pobreza y de vida humilde Juan Diego recorrió el camino de la santidad,
dedicando mucho de su tiempo a la oración, la contemplación y la penitencia.
Dócil a la autoridad eclesiástica, tres veces por semana recibía la Santísima
Eucaristía. Las virtudes cristianas que caracterizan su vida son su fe
sencilla, su confianza en Dios y en la Virgen, su caridad, su coherencia moral,
su desprendimiento y su pobreza evangélica.
En la Ciudad de
México, D.F., en la mismísima Basílica de Santa María de Guadalupe, en el
Tepeyac, el 9 de Diciembre del 2002, S.S. Juan Pablo II lo Canonizó, señalando
ese mismo día como la Fiesta del Primer Indígena Americano Ascendido a los
Altares, para Mayor Gloria de Dios.
Orar sirve, es la mejor forma de
permanecer con Dios.
De todos ustedes afectísimo en Cristo,
Antonio Garelli
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