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sábado, 3 de junio de 2017

SOLEMNIDAD DEL DOMINGO DE PENTECOSTÉS

¡Alabado sea Jesucristo!

Ciudad de México, Junio 4 del 2017


“. . . quedaron todos llenos del Espíritu Santo
y se pusieron a hablar en otras lenguas. . .”
 Hechos de los Apóstoles 2, 4

SOLEMNIDAD DEL
DOMINGO DE PENTECOSTÉS,
LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO

Muy estimados todos en Cristo Jesús:

Es tan sobrenatural ‘La Venida del Espíritu Santo’, que con mucha dificultad, con el primer pensamiento que nos viene a la mente, podemos abarcar su Divinidad total y su trascendencia.  ¡Claro, para nosotros la materialidad es determinante; y de lo que más nos acordamos es que los Apóstoles y Discípulos empezaron a hablar en otros idiomas! Pero, ¿y en nuestra alma, qué sucede?

Llenos del Espíritu Santo en primera instancia, es recibir los 7 DIVINOS DONES DEL PARÁCLITO (abogado, intercesor, consolador):

Don de Sabiduría
            Para que nos comuniques el gusto por las Cosas de Dios.
Don de Inteligencia
            Para que nos des conocimiento de las verdades de la Fe.
Don de Ciencia
            Para que nos enseñes el valor de las cosas terrenas.
Don de Consejo
            Para que nos ayudes a aplicar Criterios Cristianos.
Don de Piedad
            Para que aprendamos a relacionarnos con Dios Padre.
Don de Temor de Dios
            Para que nos impulses a huir de las ofensas a Dios.
Don de Fortaleza
            Para que despiertes en nosotros el apostolado.

Catecismo de la Iglesia Católica números 1830-1831

Y si bien es cierto que Los Dones del Espíritu Santo van directo al alma de cada uno, son perfectamente utilizables con nuestra materialidad humana, esto es, nos mejoran cabalmente; ‘en cuerpo y alma’.  Y aquí es donde debemos detenernos un poco en nuestro análisis o meditación; ESTOS DIVINOS DONES SON ‘SOLO’ HERRAMIENTAS PARA NUESTRA MEJORA, DEBEMOS ‘USARLAS’ PARA QUE TODO SALGA MEJOR; y cuanto más las usemos mayor Bien estaremos generando.

Con estas siete ‘herramientas’, y solo con ellas, estamos en posibilidad de ‘producir’ y alcanzar los 12 FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO, que son:

La Caridad, para amar a propios y extraños; a prój(x)imos y lejanos.
El Gozo, que es la alegría del ánimo de cara a Dios y mis semejantes.
La Paz, para armonizar desde mi interior, mis ambientes externos.
La Paciencia, para padecer y soportar sin alteraciones, mis inconvenientes.
La Longanimidad, para poner constancia de ánimo frente a las adversidades.
La Bondad, para alcanzar la inclinación hacia el Bien siempre.
La Benignidad, para convertir todo en Bien, sin importar circunstancias.
La Mansedumbre, para ser manso ante los designios de Dios.
La Fidelidad, para manifestar lealtad en la observancia mis deberes.
La Modestia, para desechar el engreimiento y la y la vanidad.
La Continencia, para moderar las pasiones y los malos sentimientos; y
La Castidad, para la abstención del dominio de la carne.

Dios Padre Creador, nos creó con un dechado de perfección tal, que cuando pecamos, no somos capaces de eliminar absolutamente todo el Bien que hay en nosotros; siempre queda algo.  Y Esa premisa –de Bien siempre presente en nuestra alma– es lo que impulsó a Dios Hijo Redentor para salvarnos; pues, tan solo con un destello de Bien, podemos volvernos al Padre.  Y esas dos condiciones (creados con Bien perenne y voluntad para la salvación), son el campo propicio para que el Espíritu Santo pueda recuperar todo los que hayamos perdido con nuestro pecado.  ¡Qué Grande eres, Señor!

Orar sirve, oremos por nuestros Países.

De todos ustedes afectísimo en Cristo

Antonio Garelli




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Veritelius de Garlla, Apóstol Gentil



De Milagros y Diosidencias.  Solo por el gusto de proclamar El Evangelio.

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