¡Alabado sea Jesucristo!
Ciudad de
México, Junio 4 del 2017
“. . . quedaron
todos llenos del Espíritu Santo
y se pusieron a
hablar en otras lenguas. . .”
Hechos de los
Apóstoles 2, 4
SOLEMNIDAD DEL
DOMINGO DE PENTECOSTÉS,
LA VENIDA DEL ESPÍRITU
SANTO
Muy
estimados todos en Cristo Jesús:
Es tan sobrenatural ‘La
Venida del Espíritu Santo’, que con mucha dificultad, con el primer
pensamiento que nos viene a la mente, podemos abarcar su Divinidad total y su trascendencia. ¡Claro, para nosotros la materialidad es
determinante; y de lo que más nos acordamos es que los Apóstoles y Discípulos
empezaron a hablar en otros idiomas! Pero, ¿y en nuestra alma, qué sucede?
Llenos del Espíritu Santo en primera instancia, es recibir
los 7 DIVINOS DONES DEL PARÁCLITO (abogado,
intercesor, consolador):
Don de
Sabiduría
Para que nos comuniques el gusto por
las Cosas de Dios.
Don de
Inteligencia
Para que nos des conocimiento de las
verdades de la Fe.
Don de
Ciencia
Para que nos enseñes el valor de las
cosas terrenas.
Don de
Consejo
Para que nos ayudes a aplicar
Criterios Cristianos.
Don de Piedad
Para que aprendamos a relacionarnos
con Dios Padre.
Don de Temor
de Dios
Para que nos impulses a huir de las
ofensas a Dios.
Don de
Fortaleza
Para que despiertes en nosotros el
apostolado.
Catecismo de la Iglesia Católica números 1830-1831
Y si bien es cierto que Los Dones del Espíritu Santo van
directo al alma de cada uno, son perfectamente utilizables con nuestra
materialidad humana, esto es, nos mejoran cabalmente; ‘en cuerpo y alma’. Y aquí es donde debemos detenernos un poco en
nuestro análisis o meditación; ESTOS DIVINOS DONES SON ‘SOLO’ HERRAMIENTAS PARA
NUESTRA MEJORA, DEBEMOS ‘USARLAS’ PARA QUE TODO SALGA MEJOR; y cuanto más las
usemos mayor Bien estaremos generando.
Con estas siete ‘herramientas’, y solo con ellas, estamos en
posibilidad de ‘producir’ y alcanzar los 12 FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO, que son:
La Caridad, para amar a propios y extraños; a prój(x)imos y
lejanos.
El Gozo, que
es la alegría del ánimo de cara a Dios y mis semejantes.
La Paz, para
armonizar desde mi interior, mis ambientes externos.
La Paciencia,
para padecer y soportar sin alteraciones, mis inconvenientes.
La Longanimidad, para poner constancia de ánimo frente a las adversidades.
La Bondad, para
alcanzar la inclinación hacia el Bien siempre.
La Benignidad,
para convertir todo en Bien, sin importar circunstancias.
La Mansedumbre,
para ser manso ante los designios de Dios.
La Fidelidad,
para manifestar lealtad en la observancia mis deberes.
La Modestia,
para desechar el engreimiento y la y la vanidad.
La Continencia,
para moderar las pasiones y los malos sentimientos; y
La Castidad,
para la abstención del dominio de la carne.
Dios Padre Creador, nos creó con un dechado de perfección
tal, que cuando pecamos, no somos capaces de eliminar absolutamente todo el Bien
que hay en nosotros; siempre queda algo. Y Esa premisa –de Bien siempre presente en
nuestra alma– es lo que impulsó a Dios Hijo Redentor para salvarnos; pues, tan
solo con un destello de Bien, podemos volvernos al Padre. Y esas dos condiciones (creados con Bien
perenne y voluntad para la salvación), son el campo propicio para que el
Espíritu Santo pueda recuperar todo los que hayamos perdido con nuestro pecado.
¡Qué Grande eres, Señor!
Orar
sirve, oremos por nuestros Países.
De
todos ustedes afectísimo en Cristo
Antonio
Garelli
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Veritelius
de Garlla, Apóstol Gentil
De Milagros y
Diosidencias. Solo por el gusto de
proclamar El Evangelio.
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