¡Alabado
sea Jesucristo!
México, D. F.,
Octubre 8 del 2015.
RECONCILIACIONES
Muy estimados todos en Cristo Jesús:
Durante tanto tiempo, hemos desunido tantos ánimos,
que ahora apremia que iniciemos nuestras reconciliaciones. Le escribió San
Pablo a los Efesios: “Si os enojáis,
no pequéis; no se ponga el sol mientras estéis airados, ni deis ocasión al
Diablo.” (Ef 4, 26-27) Y nosotros. . . a veces tardamos años y años en
reconciliarnos. El Apóstol de los
gentiles señala ‘. . . no se ponga el sol
mientras estéis airados. . .’ lo cual significa: que no pase un día
manteniendo nuestro enojo.
Yo tenía cinco años cuando conocí a Fidel Casto Ruz en
Tuxpan; era tan alto para mí, que lo creía un gigante (1.91m). Me acuerdo
perfectamente de él, pues era ‘mucho más
alto que mi Tío Fortino’, quien era para nosotros el hombre más alto de mi
familia paterna (1.80m). Estábamos en la
casa de Tía Esther, y allí llegaron ambos hombres, Fidel y mi tío, buscando a
Praxedis, un amigo de mi padre, que era mecánico naval. Es todo lo que recuerdo, pero la impresión mental
de la imagen, se quedó para siempre; demasiadas barbas y demasiada altura, como
para poder olvidarlo.
Durante los años 50s, muchísimas ocasiones Fidel
Castro fue el centro de las pláticas de la familia de mi papá; yo no entendía
nada de lo que decían, pero en 1960, cuando Estados Unidos impuso el embargo a
Cuba, me empezó a llamar mucho la atención, que yo hubiese conocido a tan
importante individuo. Obviamente, comenzaron
mis preguntas –las cuales nunca fueron respondidas con objetividad– y también
inició mi interés por el personaje.
Nunca llegué a admirarlo, era la antítesis misma de mis principios.
La reciente RECONCILIACIÓN entre Estados Unidos y
Cuba, reiniciando relaciones diplomáticas, es una de las acciones políticas que
más me ha admirado; jamás pensé que pudiera darse con Fidel Castro vivo. Pero se ha dado, y Dios sabe por qué. Mucho han tenido que intervenir La Curia
Vaticana y el mismísimo Papa Francisco, para que tan descomunal evento tuviera
feliz término. Ese fue el fondo del
viaje del Papa a Cuba y Estados Unidos: celebrar LA RECONCILIACIÓN de dos
irreconciliables.
Claro, se acabó el
nefasto comunismo soviético y chino; así como el neo imperialismo gringo (ambas
situaciones que mantenían viva la Guerra Fría), y ‘reconciliarse’ fue un poco
más fácil, a Dios gracias y a tres Papas.
Al comunismo lo desmembró el Papa San Juan Pablo II, en 1989; ese sí,
verdadero paladín de la Verdad. Su natal
Polonia, el sindicato Solidarność y Lech Walesa fueron prepon-derantes para ello. Al expansionismo norteamericano lo eliminó un
‘nuevo orden económico mundial’; una
forma de hacer negocios que ya no requiere de la guerra invasiva, sino de la
evasiva, aquella que desanima el enfrentamiento; ante la apabullante
superioridad del enemigo.
Yo he sido anti-muchas-cosas durante mi existencia;
nunca he sido anticristiano, nunca. Al
contrario, fue mi sincera adhesión a Cristo (Fe) lo que me mantuvo separado del
‘Movimiento Estudiantil de 1968’; yo
era anti-comunista recalcitrante a los 17 años, cuando todo el mundo juvenil
latinoamericano –en virtud de su inconsciencia e ignorancia– era
pro-socialista-comunista. Miles de ellos
murieron innecesariamente en muchos países; yo, 50 años después, sigo
agradeciéndole a Dios su guía.
¡Cuántas y tantas reconciliaciones debieran darse en
nuestros días! Así como Estados Unidos y Cuba: dejar el pasado atrás, aprender
de los errores cometidos y tomar rumbo cierto del camino por andar, juntos. ¿QUÉ NO PODRÍAMOS HACER ESO ENTRE LOS
MEXICANOS? o, ¿tendrán que pasar 50 años y morir un millón de nacionales para
darnos cuenta del mal?
Les agradezco una oración por el alma de mi Madre.
De todos ustedes, con afecto en Cristo.
Antonio Garelli
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De Milagros y Diosidencias.
Solo por el gusto de proclamar El Evangelio.
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