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miércoles, 4 de junio de 2014

RESURRECCIÓN, ASCENSIÓN Y PENTECOSTÉS

¡Alabado sea Jesucristo!

Junio 4 del 2014.
RESURRECCIÓN, ASCENSIÓN Y
PENTECOSTÉS

Muy estimados todos en Cristo Jesús:

Todas las Fiestas de La Iglesia son importantes, pero estos tres momentos antes señalados, son trascendentales para la vida humana: con La Resurrección de Jesucristo se confirma la Fe de los antiguos: El Mesías ha vencido a la muerte y por lo tanto, nos ha redimido del pecado.  Con La Ascensión del Señor a los Cielos, cuarenta días después de su Gloriosa Resurrección, los Apóstoles y Discípulos de Jesús de Nazaret, se dan el gusto de presenciar el más grande acontecimiento que haya experimentado un ser humano: obtener un Cuerpo Glorioso para poder ‘acceder’ a Dios Padre.

Pero Pentecostés es un momento para la Iglesia del futuro, para nosotros, pues, que vivimos La Fe, La Esperanza y La Caridad; con plenitud de acción en nuestras vidas: Fe para creer lo que no alcanzamos a comprender; Esperanza para aguardar las promesas de nuestro cristianismo; y Caridad para ejecutar con Amor nuestras obras de buena voluntad. Solo que nada de esto es posible sin el Espíritu Santo, El Paráclito, en nuestra existencia.       

Solo por la Acción del Espíritu Santo es que creemos; sólo por Él confiamos; y sólo por Su medio somos capaces de abstraernos del mal, inmanente en nosotros a consecuencia del pecado, y abrazar el Bien como forma de vida.  

El Espíritu Santo Consolador nos acerca a Dios a través de sus Siete Dones: TEMOR DE DIOS – FORTALEZA – PIEDAD – SABIDURÍA – INTELIGENCIA – CIENCIA – Y CONSJEO; pues con ellos tenemos de manifiesto el modo inmaterial de acceso al Padre.

Igualmente, son Los Doce Frutos del Espíritu Santo de: AMOR – GOZO – PAZ – PACIENCIA – LONGANIMIDAD – BONDAD – BENIGNIDAD – MANSEDUMBRE – FIDELIDAD – MODESTIA – CONTINENCIA – Y CASTIDAD;  los que nos conducen a la Santidad, ‘... para ser santos, igual que nuestro Padre que está en los Cielos…’

Por ello el Himno al Espíritu Santo, muestra algo más que bellos sentimientos en nuestra búsqueda del prometido (y cumplido), Consolador:

Ven, Espíritu Divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
Don, en tus Dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

 
Reparte tus siete dones
según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.

Amén.

 

De todos ustedes, con afecto en Cristo.

Antonio Garelli

 

De Milagros y Diosidencias.  Solo por el gusto de proclamar El Evangelio.

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