¡Alabado
sea Jesucristo!
Marzo 21 del
2014.
AYUNO
Y ABSTINENCIA EN PRO
DE
NUESTRA ESPIRITUALIDAD.
Muy estimados todos en Cristo Jesús:
Es de tal manera materialista
y ‘cosificante’ nuestra sociedad, que
no podemos entender, ni explicar cabalmente, el significado de espiritualidad.
Dice el diccionario de la RAE: Naturaleza y condición de espiritual. Cualidad de las cosas espiritualizadas o
reducidas a la condición de eclesiásticas. (¡¡¿?!!). Obra o cosa espiritual. Conjunto de ideas referentes a la vida
espiritual.
Los filósofos y
literatos de nuestro tiempo, batallan tanto con el materialismo inmanente que
vivimos, que en sus definiciones quieren explicar una palabra, con el uso de raíces
lingüísticas de la misma (algo que cuando era yo joven, estaba prohibido) y se
olvidan de los aspectos esenciales del ser; que es lo que mejor explica las
cosas.
En los seres humanos
las espiritualidad es esencia, esto es, forma parte de su ser; le es
inseparable e insustituible de sí mismo. Somos materia (el cuerpo humano todo,
lo es), para contacto con el cosmos, lo sensible y lo físico; pero también
somos espíritu, para poder tener contacto con Dios, lo Divino y lo espiritual. Esto no es moda, ni adecuación, ni ciencia
actualizada. Esto es Mandato de Dios: “...Hagamos al hombre a nuestra imagen y
semejanza...” (Gen 1, 26). Material,
como todo lo que estaba Él creando; pero con un alma espiritual, para que nos
pudiésemos contactar.
La Cuaresma, para nosotros
cristianos católicos del Siglo XXI, con antecedentes de doscientos años de
racionalismo y materialismo social y cultural en la humanidad, sigue teniendo
el mismo significado que cuando Cristo Jesús la instauró: purificar nuestra
alma. Por supuesto que Jesucristo no
tenía nada que purificarle a Su Alma, pues además de ser perfecto e inmaculado,
Es Dios; pero quiso hacer ayuno y abstinencia para enseñarnos la ‘forma
material’ de ayudar a nuestra espiritualidad.
Mortificar el
cuerpo, es recordarnos que tenemos un alma; y que a ésta tenemos que purificarla
(limpiar
de toda imperfección algo no material)
para presentársela a nuestro Salvador lo más limpia posible, en ocasión de la
próxima Semana Santa en que recordaremos Su Pasión, Muerte y Resurrección, en beneficio
de nuestra redención.
La Cuaresma no es un
período de dieta en la comida o falsedad en el actuar; es un lapso de AFLICCIÓN
DE TODO NUESTRO SER, EN CUERPO Y ALMA; DE CARA A JESUCRISTO. Es nuestra mejor
batalla contra el pecado todo, el que cometemos de pensamiento, de palabra o de
obra; y sobre todo, es nuestra voluntad dispuesta a hacer el bien sobre las
cosas. Mi Cuaresma personal personalísima,
debe darme la oportunidad de poder mirar a Cristo a los ojos y decirle: ‘He
vencido al mal; y lo he hecho con el bien.’
Ahora estamos a
mitad del Tiempo de Cuaresma, aprovechemos los veinte días que nos quedan para
magnificar nuestra espiritualidad y hagamos lo posible por reducir a su mínima
expresión, la importancia material de nuestro ser. Seamos imagen y semejanza del Creador.
De todos ustedes,
con afecto en Cristo.
Antonio Garelli
De Milagros y Diosidencias.
Solo por el gusto de proclamar El Evangelio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario