viernes, 30 de mayo de 2025

EL EVANGELIO SEGÚN ZAQUEO - 5a. ENTREGA

“… Señor, quédate con nosotros...”

San Cleofás en Emaús 

Riviera Maya, México; Mayo 31 del 2025. 


LAS PÁGINAS QUE SE LEEN ENSEGUIDA, SON PARTE DE MI LIBRO

“El Evangelio Según Zaqueo”

(Antonio Garelli – El Arca Editores – 2004)

MATEO, EL CRONISTA INICIAL (2)

Si Mateo escribió que todo cuanto decía Jesús, María lo “guardaba en su corazón”, Lucano disfrutó de eso cuando platicó con la Madre del Señor para que le contara momentos muy íntimos de la vida de Jesús.  Solo ella pudo haberle dicho esos maravillosos pensamientos acerca de su experiencia como la “llena de Gracia”, la “Bendita entre todas las mujeres”, la “esclava del Señor”.

María protagonizó (con una humildad solo por ella alcanzada), algunos de los momentos más importantes de la vida de Jesús: su primer milagro, que nos mostró al Mesías, aun pensando Él que “todavía no llegaba su tiempo”.  María lo indujo.  Ante su “hagan como él les diga” no quedó más remedio que actuar.  Y no lo digo yo, ni siquiera Mateo que era su gran amigo; lo dice Juan, uno de los hijos del Zebedeo, el que gozaría de las vivencias posteriores con la Madre del Señor.  Dios le da a María las Primicias.  Es la primera que sabe de las Virtudes del Mesías, (la conversión del agua en vino).  Es la primera que sabe de las Virtudes del Mesías, (la conversión del agua en vino).  Es la primera en constatar a Misericordia de Dios, (en la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.

Solo quiero que se imaginen ser la madre de un hijo como éste.  Pero sabiendo quién es.  Sabiendo que es Hijo de Dios, que es Dios.  ¿Cuántas veces habrá implorado el Niño y Joven Jesús a su Padre en el Cielo, por ayuda terrena para su familia humana?  ¿Cuántas veces ante la necesidad de amor, de paz, de comprensión entre las relaciones des “otros familiares”, amigos y vecinos, habrá intervenido con una oración para vencer el mal? Imagínense las sorpresas constantes de María ante la solución inmediata de muchas y diversas situaciones humanas y terrenales.  De esas ocasiones en que uno ve que todo se presenta mal, que todo se desarrolla de forma incorrecta; y de repente, todo empieza a solucionarse, a resolverse como debe ser, a conseguir comunidad de propósitos, a llegar a feliz término.  María debió haber volteado a ver a Jesús, y con su dulce y tierna mirada solamente, debió haber agradecido sus intervenciones.

Ahora quiero que se pongan en el lugar de José, teniendo que “cuidar” a un Hijo Adoptivo como éste; teniendo que ser “su padre” en los aspectos más humanos de su enseñanza y educación.  Piensen y sienta por un instante lo que personalmente hubieran hecho – o dejado de hacer – ante cualquier situación de una vida normal, ante las vicisitudes de la vida diaria; pero con un Hijo como Jesús de Nazaret.

Todo cuanto ocurría en Palestina debía ser recopilado para informar al gobernador del Imperio Romano.  Una de nuestras más importantes labores era precisamente observar hasta los acontecimientos más insignificantes del devenir de cada región, ciudad, pueblo villa del territorio asignado.  La falta de conocimiento del acontecer del lugar, podía terminar con la destitución del que fuera Jefe de Publicanos, lo cual significaba que uno perdía su mejor oportunidad de estabilidad económica y social dentro de la sociedad romana en las Provincias.  Para los romanos la información era el arma más letal que poseían; de tal manera que “mantenerla afilada” y dispuesta era fundamental.

Cuando aquellos Magos de Oriente que reseña Mateo en sus escritos, llegaron a Palestina, no pasaron desapercibidos, por supuesto.  Era prácticamente imposible que una caravana, del tamaño que fuese, no se registrara en el quehacer del lugar.

Mateo lo pone como evidencia del nacimiento de una persona muy importante, que incluso es visitada por personajes de lugares lejanos.  Como él escribe para explicar a los judíos de Jerusalén cuál es la valía de Jesús de Nazaret, esta visita ex profesa de sujetos tan importantes le da autenticidad, carácter, relevancia a la persona que es visitada.  Y todavía más, y que también asienta la entrevista que dichos Magos de Oriente sostienen con Herodes.

¡Esto sí que era importante! Déjenme decirles que este tirano rey vivía en sus palacios apartado de cuanto ocurría en su reino; jamás le importó si sus súbditos nacían, vivían o morían.  Herodes el Grande no otorgaba entrevistas a nadie, a menos que eso le resultara en beneficio personal, lo cual solo significaba para él incrementar su riqueza.  Tres Magos de Oriente significaban una caravana de buen tamaño, con muchas personas con las cuales se podían hacer tratos comerciales muy provechosos.  Y si podía no ser informado el Imperio de tales acontecimientos, pues mejor, porque de esa forma no se tenían que pagar impuestos.  Allí era donde nuestra valiosísima intervención era bien agradecida (y recompensada, por supuesto), por el gobernador en turno.

¡Y estos personajes no tan solo hacen acto de presencia, sino que además le traen regalos! ¡Y qué regalos!  Oro, como si fuera Rey o al menos, hijo de Rey.  Incienso; como si fuera Sacerdote.  Y mirra, tal que fuera Profeta.  Bien les digo que Mateo detalla acontecimientos muy significativos de la vida de Jesús de Nazaret.  ¡Le da importancia; le ubica dentro de la jerarquía de hombre sobresaliente; lo cubre con el ambiente en el que ha de ser aceptado en toda su dimensión; como Profeta, como Sacerdote, como Rey!  ¡Y mejor aún, como Dios!

Allá por el año 40, cuando Mateo empezó sus escritos, su Evangelio, constantemente me pedía opinión acerca de cómo debería redactar tal o cual acontecimiento.  Este, el de los Magos de Oriente, lo hicimos juntos...   Y estoy muy orgulloso de que lo haya puesto tal como le dije.  Lucano, como era un hombre rico, no quiso repetir el evento, por aquello de que le fuesen a criticar o a tildar de ‘superfluo interesado’ y materialista.  Además, los judíos de Ponto, Panfilia, Galacia y Grecia, para los cuales escribió, ya habían perdido el significado de muchas de sus tradiciones al respecto.  Igualmente, Marcos deja de mencionar el evento por juzgarlo innecesario para los judíos de Roma.  El alto nivel de espiritualidad del Evangelio de Juan, elimina el acontecimiento en forma natural.

Pero el hecho existió y además generó gran expectación entre las comunidades de ese tiempo.  No tan solo por la visita de tan insignes personajes, sino por la masacre de infantes inocentes ordenada por el Rey Herodes en Belén.  En todo el Imperio Romano éramos considerados como salvajes, neófitos e incapaces de gobernarnos por las locuras que éste despreciable Rey hizo en muchas ocasiones.  Tanto los historiadores como los administradores de la Provincia de Judea, reseñan para el Emperador César Augusto cuanto ocurrió entonces.  Por ello Mateo lo señala con tanto detalle, porque fue un hecho muy comentado y deplorable.

¡Cuánto sufrimiento, cuánta angustia para María y José en un lapso tan corto!  ¡Qué terrible forma de iniciar la custodia de Jesús, el recién nacido Niño Dios y por el cual ellos sufrirían y gozarían tanto!  Su partida a Egipto fue toda una aventura, pues tuvieron que refugiarse primero en tierra filistea y tres meses después partir en una caravana hacia los valles del Nilo.  Gracias al oficio de José, no le fue difícil contratarse en el grupo como carpintero, ya que sus habilidades eran manifiestas por la forma en que realizaba su trabajo.  Vivir peregrinos por casi cuatro años en tierra extraña (hasta la muerte de Herodes el Grande), representó un esfuerzo extraordinario de parte de María y José, quienes se afanaban intensamente en las costumbres de una familia judía en una sociedad hostil para ellos.  Egipto nunca se caracterizó por ser un lugar propicio para judíos apegados a sus tradiciones; creyentes y practicantes de una religión poco común en sus tiempos, que inclusive, era mal vista por su afán de monoteísmo en un mundo politeísta promovido por la inmensidad del Imperio Romano.

Para José estaba muy claro algo; este Niño, Hijo de Dios, estaría constantemente acechado por el Diablo; y él tenía que protegerlo, enseñarlo y procurarlo como cualquier niño por cualquier padre.  ¡¡Solo que en este caso se trataba de Dios hecho hombre!!  Pequeña diferencia.

Para María las cosas no eran diferentes; haber sido la ‘escogida’, la ‘elegida’, la ‘bendita entre todas las mujeres’, como le dijo el Ángel, implicaría una constante preocupación en la custodia del Hijo de Dios.  ¡Por supuesto que no sería una madre ‘común y corriente’, porque su Hijo no era un niño común y corriente!  Cuidarlo iba a requerir de todas sus cualidades y facultades como madre judía de un futuro Rabboni, y por supuesto, Éste no era cualquier maestro, Éste era “El Maestro”.

Ʊ + Ω

 

La próxima entrega será el sábado de la siguiente semana.

 

Orar sirve, nuestra alma lo agradece y nuestra mente también.

De todos ustedes afectísimo en Cristo,

Antonio Garelli 

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Solo por el gusto de proclamar El Evangelio.

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