“… Señor, quédate con nosotros...”
San Cleofás en Emaús
Riviera
Maya, México; Mayo 3 del 2025.
LAS PÁGINAS QUE SE LEEN
ENSEGUIDA, SON PARTE DE MI LIBRO
“El Evangelio Según Zaqueo”
(EL ARCA EDITORES - 2004)
Primera Entrega de Muchas
El Evangelio
Según Zaqueo
Una
muy personal forma de ver,
la
vida humana de Dios Hecho Hombre
DEDICATORIA
Para Lily, mi amor
Para Kary y Lore,
Mis otros amores
INTRODUCCIÓN
“Habiendo
entrado Jesús en Jericó, atravesaba la ciudad.
Y
he aquí que un hombre rico, llamado Zaqueo, principal
entre
los publicanos, hacía diligencias para conocer a
Jesús
de vista; y no pudiendo a causa del gentío, por ser
de
muy pequeña estatura, se adelantó corriendo, y subióse
a
un sicómoro para verle: porque había de pasar por allí.
Llegado
que hubo Jesús a aquel lugar, alzando los ojos
le
vio, y díjole: Zaqueo, baja pronto; porque hoy he de
hospedarme
en tu casa. Él bajó a toda prisa, y lo recibió
gozoso.
Todo
el mundo, al ver esto, murmuraba diciendo que se
Había
ido a hospedar en casa de un hombre pecador.
Mas
Zaqueo, puesto en presencia del Señor, le dijo:
“Señor,
doy la mitad de mis bienes a los pobres, y si he
defraudado
en algo a alguno, le voy a restituir el cuádru-
plo.”
Jesús
le respondió: “Ciertamente que el día de hoy
ha
sido día de salvación para esta casa; pues que también
éste
es Hijo de Abraham. Pues el Hijo del
Hombre ha
venido
a buscar y salvar lo que estaba perdido.”
Evangelio de San
Lucas (19, 1 – 19)
CAPÍTULO I
LO QUE YA SABEMOS TODOS. . .
Y ALGO MÁS.
De no haber sido por Lucano y su mísera narración del día en que conocí a Jesús, La Historia no me recordaría; ni sabrían quién realmente soy.
Lucano escribió de mí solo porque se lo recomendó “alguien muy importante” (ventajas de por medio de La Virgen, por supuesto), ya que Mateo, más miserable aún, que era un subordinado mío antes de que Jesús lo “llamara”, ni siquiera me mencionó en sus escritos.
Yo había sido para Mateo (que en realidad se llamaba Leví, porque ni judío era), como el hermano mayor que nunca se tuvo; como su Padrino, así como decían los romanos; como su Abbá (papá), para que me entiendan bien. Yo le hice recaudador de impuestos para el Imperio. A mí me reportaba todo el producto de su trabajo; en mi mansión se realizaba la ‘colecta’ de cuanto había que entregarle a los Romanos.
Mateo era un hombre rico, no tanto como yo, pero rico al fin. En muchísimas ocasiones asistí a los banquetes que organizaba. Pero también era soñador, al fin levita. Jesús lo cautivó con sus palabras, con su forma, con su trato amable, “Divino”, como decía el mismo Leví. ¡Claro que era rico!; ningún publicano debía ser pobre, ¡no!, ¡eso nunca! Tenían que ser ricos y, además, poderosos. Esa era la única forma de evitar que robaran de los impuestos los recaudadores y por ello fuesen decapitados. Todo estaba muy bien calculado por los Señores de Roma.
Jesús lo hizo su amigo porque “así convenía a las causas”. Y Mateo cayó embelesado con ‘La Buena Nueva del Señor’. Se refería a Él con tal aprecio, con tal delicadeza, con tal admiración, que cada vez que hablaba de Jesús yo encendía en cólera y lo mandaba retirar de mi presencia. ¡Nunca tuvo para mí una palabra de consideración!, ni siquiera alguna de respeto. Con Jesús, desbordado; conmigo ingrato. Ni modo, así es la vida; nadie sabe para quién trabaja. Así son los negocios.
“. . . Por ser de muy pequeña estatura. . .” dijo Lucano. Le faltó decir, si ese era el caso: gordo, calvo y mal encarado. Y aún <con todo eso, a mí también me amó el Señor, no en balde dijo: “. . . Ciertamente que el día de hoy ha sido día de salvación para esta casa; pues que también éste es hijo de Abraham. . .” Más que suficiente para salvarse. Hoy vivo en el Cielo, junto con Lucano y Mateo, pues solo los Hijos de Abraham están en presencia del Señor; solo los justos, los arrepentidos los perdonados.
Para disgusto de muchos, yo escribí estas líneas en el resto de los días que me sobraron de vida, después de aquel inolvidable encuentro con Jesús de Nazaret. Hasta hoy las hago públicas porque nunca fue mi intención contradecir a los Evangelistas. Este, ni siquiera es un ‘Evangelio Sinóptico’. Es mucho menos que eso, ya que no está inspirado por el Espíritu Santo, el cual no se me dio ‘para no causar escándalo’; así habrá dicho Simón, Pedro.
Como no es palabra de Dios, porque aparte no tiene ninguna profecía, yo solo me di el gusto de escribir de un Hombre al que vi una sola vez en mi vida, pero del cual supe todo lo que hizo durante eso que ellos llamaban “Su Ministerio”. Yo les voy a contar mucho acerca de los 30 años que los escritores ‘oficiales’ nunca tocaron; probablemente hasta ahora sabrán cuál fue la razón de su omisión; lo que sí es cierto, es que la vida de Jesús de Nazaret encierra muchas y muy variadas sorpresas.
Ʊ Ω Ʊ
La próxima entrega será el sábado de la siguiente semana.
Orar sirve, nuestra alma lo agradece y nuestra mente
también.
De todos ustedes afectísimo en Cristo,
Antonio Garelli
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Solo por el gusto
de proclamar El Evangelio.
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