“… Señor, quédate con nosotros …”
San
Cleofás en Emaús
Riviera
Maya, México; Febrero 5 del 2025.
MÍSTICA
Por:
Lilia Garelli
“…sed misericordiosos como vuestro
Padre es misericordioso; no juzguéis,
y no seréis juzgados; no condenéis, y no
seréis condenados; perdonad,
y seréis perdonados, dad y se os dará…”
Mt 6,3638
GAUDETE ET EXSULTATE (12)
Alegraos y Regocijaos
“Sobre el llamado a la
Santidad en el mundo actual”
Estimados en Cristo:
Continuamos meditando en las Bienaventuranzas, como parte de este Capítulo Tercero – A la Luz del Maestro:
· “Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados”:
Sin lugar a duda esta virtud cada vez más deteriorada en este mundo, en donde la manipulación que confunde la verdad es lo que se practica en cada momento, coacciona a quien de alguna manera quisiera vivir en el actuar correcto y todo por intereses mezquinos, llenando los bolsillos de dinero que nunca sacia. “…Y cuánta gente sufre por las injusticias, cuántos se quedan observando impotentes cómo los demás se turnan para repartirse la torta de la vida. Algunos desisten de luchar por la verdadera justicia, y optan por subirse al carro del vencedor. Eso no tiene nada que ver con el hambre y la sed de justicia que Jesús elogia…” (PF – GE No. 78).
Como bien dice
el Papa, la justicia que nos propone Jesús no es como la que busca el mundo y
nos recuerda las palabras de Isaías: “…Buscad la justicia, socorred al oprimido,
proteged el derecho del huérfano, defended a la viuda…” (Is 1, 17); Jesús
nos dice en esta bienaventuranza que todos aquellos que tengan verdaderamente
hambre y sed de justicia serán saciados y bien es cierto que cada uno de
nosotros podemos hacer algo en favor de la verdad con nuestras buenas
decisiones, basadas en la verdad del Evangelio y defendiéndola a toda costa.
Buscar la justicia con hambre y sed, esto es santidad.
· Felices los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia:
En este mundo ¡cómo es necesario ser misericordioso! y el Papa nos lo explica de forma muy fácil, tiene dos aspectos; uno es dar, ayudar y servir a los demás; y el otro es comprender a los demás y saberlos perdonar. “…Mateo lo resume en una regla de oro: “todo lo que queráis que haga la gente con vosotros, hacedlo vosotros con ella (Mt 7,12) …” (PF – GE No. 80). Esta es una lección que seguramente todos hemos oído de nuestros padres, quizá con la visión que considera el otro lado: “no hagas lo que no quieras que te hagan”, si lo hemos reflexionado a profundidad alguna vez, será siempre buscando que cada uno de nosotros crezcamos en la humildad y la misericordia, esto de alguna manera, nos hace mejores personas.
“…Dar y perdonar, es intentar reproducir en nuestras vidas un pequeño reflejo de la perfección de Dios, que da y perdona sobreabundantemente…” (PF – GE No. 81). En efecto, Él envió a su Único Hijo, no tan solo para perdonarnos sino para alcanzarnos nuevamente la vida eterna, que nos había ofrecido desde el principio, y ese Hijo tuvo que padecer por todos nuestros pecados y tuvo que morir de forma cruenta para poder salvarnos, porque así de grave era nuestro pecado y nada ni nadie podía hacer lo suficiente, solo Su Hijo.
Es también importante reconocer que la medida que nosotros usemos para perdonar a otros, es el mismo que se considerará para el perdón de nuestros pecados, por lo tanto seamos generosos e inmensamente misericordiosos, en la plenitud de significado de esta palabra, para poder recibir lo mismo en el momento de nuestro juicio; pero no lo hagamos solo por un interés no puro, sino al contrario, hagámoslo con la generosidad con la que Jesús, sabiendo que lo traicionaríamos mil veces, Él quería perdonarnos esas “setenta veces siete”.
El Papa termina esta bienaventuranza diciéndonos: “…todos nosotros somos un ejército de perdonados. Todos nosotros hemos sido mirados con compasión divina. Si nos acercamos sinceramente al Señor y afinamos el oído, posiblemente escucharemos algunas veces este reproche: “¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti? (Mt 18, 33) …” (PF – GE No. 82).
Mirar y actuar con misericordia, esto es santidad.
· “Felices los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios”:
Esta bienaventuranza desea que el ser humano se esfuerce ante todo en ser sincero, sencillo, hasta que consiga en su persona la pureza interior; ciertamente será un trabajo de toda la vida, porque la naturaleza caída nos dificulta el lograrlo, aun así es necesario buscar ante todo la pureza de intención; por ello el Papa nos recuerda: “…En la Biblia, el corazón son nuestras intenciones verdaderas, lo que realmente buscamos y deseamos, más allá de lo que aparentamos: “El hombre mira las apariencias, pero el Señor mira el corazón…” (1 S 16, 7) …” (PF – GE No. 83).
Como bien nos dice el Papa lo que más hay que evitar en nuestros pensamientos, palabras y obras es la mancha de la falsedad, porque a Dios no se le engaña, el conoce perfectamente nuestro interior, tanto donde hay nobleza como donde hay “cáscara y apariencia” (PF – GE No.84).
“…Él busca hablarnos
en el corazón (Os 2,16)
y allí desea escribir su Ley (Jr 31,33) …”
Afectísima en Jesucristo,
Lilia Garelli
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Solo por el gusto
de proclamar El Evangelio.
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