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martes, 9 de julio de 2024

MÍSTICA - LILIA GARELLI (32)

“… Hazme un instrumento de tu paz …”

San Francisco de Asís 

Riviera Maya, México; Julio 10 del 2024.

MÍSTICA

Por: Lilia Garelli

 

“…los jóvenes constituyen una fuerza excepcional y son un gran desafío

 para el futuro de la Iglesia …”

San Juan Pablo II - Christifideles Laici No. 46

 

CHRISTIFIDELES LAICI (32)

“Vocación y Misión de los Laicos en la Iglesia y en el Mundo”

Estimados en Cristo:

Damos inicio al:

         Capítulo IV — LOS OBREROS DE LA VIÑA DEL SEÑOR — Buenos administradores de la multiforme gracia de Dios:

         45.  La Variedad de las Vocaciones:

En este apartado San Juan Pablo II va a la parábola evangélica sobre la llamada del dueño de la mies en Mt 20, 1 y siguientes y nos explica cómo San Gregorio Magno interpreta las diversas horas de la llamada en relación con las diversas etapas de la vida como sigue:

“…Es posible aplicar la diversidad de las horas a las diversas edades del hombre.  En esta interpretación nuestra, la mañana puede representar ciertamente la infancia.  Después, la tercera hora se puede entender como la adolescencia: el sol sube hacia lo alto del cielo, es decir crece el ardor de la edad.  La sexta hora es la juventud: el sol está como en el medio del cielo, esto es, en esta edad se refuerza la plenitud del vigor.  La ancianidad representa la hora novena, porque como el sol declina desde lo alto de su eje, así comienza a perder esta edad el ardor de la juventud.  La hora undécima es la edad de aquéllos muy avanzados en los años (…).  Los obreros, por tanto, son llamados a la viña a distintas horas, como para indicar que a la vida santa uno es conducido durante la infancia, otro en la juventud, otro en la ancianidad y otro en la edad más avanzada…” (San Gregorio Magno, Hom. In Evang. I, XIX, 2)

A lo que San Juan Pablo II añade: “…Es una variedad ligada no sólo a la edad, sino también a las diferencias de sexo y a la diversidad de dotes, a las vocaciones y condiciones de vida; es una variedad que hace más viva y concreta la riqueza de la Iglesia…” (SJPII – CFL No. 45).

En efecto, Dios nuestro Señor nos llama, sin importar nuestra condición social, ni tampoco nuestra capacidad intelectual, Él llama porque sabe que todos podremos dar algo en favor del Reino de Cristo, solo basta estar atentos, sin tanto ruido exterior; tener a Dios presente en nuestra vida, es una forma de saber escuchar lo que Él nos quiere decir, para el verdadero cumplimiento de nuestra misión y por lo tanto la razón de ser de nuestra presencia en este mundo pasajero.

         46.  JÓVENES, NIÑOS, ANCIANOS — Los jóvenes, esperanza de la Iglesia:

Efectivamente, siendo la mitad de la población de nuestro mundo, la juventud es reconocida por la Iglesia como “una fuerza excepcional, siendo un desafío para el futuro de la Iglesia”.  Por ello el Concilio Vaticano II en su Declaración sobre la educación cristiana “Gravissimum educationis” nos dice: “…en los jóvenes la Iglesia percibe su caminar hacia el futuro que le espera y encuentra la imagen y la llamada de aquella alegre juventud, con la que el Espíritu de Cristo incesantemente la enriquece.  En este sentido el Concilio ha definido a los jóvenes como “la esperanza de la Iglesia” …” Es por todo esto extremadamente urgente, el considerar la necesidad de formar integralmente a la juventud, para que su ímpetu transformado en fuerza evangelizadora cubra las necesidades que la Iglesia necesita para reestablecer el Reino de Cristo en la tierra.

La labor de San Juan Pablo II durante su misión como Vicario de Cristo, fue trabajar incesantemente con y por los jóvenes, de hecho, él instituyó las “Jornadas de la Juventud” que año con año se llevaban a cabo en distintos países y donde millones de jóvenes buscaban la forma de poder asistir, sin importar los esfuerzos que tuvieran que realizar para conseguir los recursos para encontrarse con el Papa y por tanto con quien él representa.  San Juan Pablo II incluye en este apartado una parte de su mensaje publicado en la Carta Apostólica dirigida a ellos con ocasión del “Año Internacional de la Juventud” y que ahora reproduzco:

“…La Iglesia mira a los jóvenes; es más, la Iglesia de manera especial se mira a sí misma en los jóvenes, en todos vosotros y, a la vez, en cada una y en cada uno de vosotros.  Así ha sido desde el principio, desde los tiempos apostólicos.  Las palabras de San Juan en su Primera Carta pueden ser un singular testimonio: “Os escribo, jóvenes, porque habéis vencido al maligno.  Os escribo a vosotros, hijos míos, porque habéis conocido al Padre (…).  Os escribo, jóvenes, porque sois fuertes y la palabra de Dios habita en vosotros” (1 Jn 2, 13 ss) (…).  En nuestra generación, al final del segundo Milenio después de Cristo, también la Iglesia se mira a sí misma en los jóvenes…” (SJPII – Carta Apostólica a los jóvenes No. 15).

Reconociendo que en una juventud bien formada, que practique todos los valores cristianos en su vida y desee permear con el bien en todo su entorno, dando vida a las palabras que Jesucristo nos dejó, con el fin de sabernos efectivamente redimidos por su Pasión, Muerte y Resurrección, es válido que todos nosotros adultos, nos esforcemos por formar integralmente a esta niñez y juventud que hoy nos rodea para asegurar, que a través de su testimonio puedan dar continuidad a la misión que Cristo constantemente nos propone:

Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo

como a nosotros mismos”

Mt 22, 37-39 

Afectísima en Jesucristo,

Lilia Garelli 

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